Parte Única

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Si hubieran ampliado sus mundos, sólo un poco más, notarian el gran cambio que daría todo.

Al principio sería difícil adaptarse, aceptarlo, convivir.

Pero, una vez pasada esa etapa.. No sería tan difícil vivir.

- ¿A donde tienes que ir? - No quería soltarlo, sujetaba el pequeño cuerpo entre sus brazos, suplicaba, como si su vida dependiera de ello y es que así lo sentía, porque aquél humanito era su Todo y ya no podría vivir sin él. No queria que se apartara de si, no ahora que había descubierto que era lo más preciado para él, se habían entregado uno al otro y era mutuo.

Por más que era el repudiado de su raza por poder cambiar a una apariencia semejante a los humanos el castaño lo aceptó, alguien más que sus progenitores lo había aceptado.

Y más si era su Todo.

Estaba feliz, a gusto y demasiado contento como para despegarse de aquél cálido y delicado cuerpo perteneciente a su Todo.

No quería, se rehusaba a dejarlo ir a su aldea con el resto de humanos que lo trataban mal, ha hacer no sabía que cosa, porque el castaño no le decia.

- Vamos, Prax.. Tengo que ir, aclarare unas cosas y volveré lo más rápido que pueda. - El castaño había volteado hacia aquél cuerpo formado y más grande que el suyo dejándose abrazar y envolver por el cariño y amor que el contrario le profesaba. - Vamos, Prax, te lo prometo. - Lo llamaba cariñosamente por aquél diminutivo del nombre que le había dicho le habían puesto sus progenitores Proxedes.

Pero, el peli negro negó con su cabeza dando a entender que no dejaría que se apartara de él.

No pensaba dejar ir a su Todo a menos que dejará acompañarlo.

Y el castaño no lo dejaría, jamás lo dejaría seguirlo a su aldea donde habitan cualquier cantidad de corpulentos y fieros Vikingos.

- No. - Gruño posesivo desde lo profundo de su garganta negando, reacio a dejarlo ir lejos de él. - No me dejes. - Clavaba sin ejercer mucha presión su cabellera en aquél menudo cuerpo, aspirando su aroma y el suyo propio, combinados en las pieles que usaba el castaño para cubrir aquél hermoso y delicado cuerpo que el escamoso ama.

El contrario sólo pudo acariciar con ternura aquéllos apendices triangulares que sobresalen de entre la melena negra.

- Vamos Prax, todo estará bien, confía en mi. - Habló quedito y apacible tratando de convencer al contrario. - Volveré, en una sola pieza, lo prometo.

Le había hecho tantas promesas ya para que le dejará ir a enfrentar a la aldea entera o más bien a su jefe.

El más alto desde el suelo acariciaba cada pequeño pedazo que podía de su Todo.

Recordando la noche anterior y provocando en el otro un enorme sonrojo asegurando que también lo recordaba vivamente.

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Todo el rodeo se encontraba completamente rodeado de corpulentos y fuertes Vikingos.

Quienes escuchaban atentamente las fuertes y aliviadas palabras de su jefe.

Las cuales eran escuchadas por todos.

Sin excepción.

- ¡Lo hubiera atado a un mástil y lanzado al mar por temor a la demencia! - Gritaba aquél barbudo pelirrojo ocasionando que le contestarán con risas y gritos que le daban la razón. - Pero puedo asegurar que nadie está más sorprendido y más orgullo que yo.

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