Lo Siento.

  -¡Abre la puerta, por favor!

Una voz me sacó de mis pensamientos y los continuos golpes en la puerta me hicieron reaccionar. No dije nada; lo único que quería era molestarme, pero yo no le di oportunidad. Esperó unos segundos y volvió a llamar.

-¡Sal de ahí, venga! Solo quiero hablar contigo, por favor...

Me dolía que hablara así, como si no hubiera pasado nada. Si quería arreglar las cosas, no lo iba a conseguir; solo hacía que creciera aún más mi odio. 

-Vete de aquí –dije, pegada a la puerta. Estaba realmente enfadada.- No voy a salir. Te odio. Me has hecho sufrir mucho. No quiero que te acerques a mí, ni que me hables. Olvídate de mí, porque si no te denunciaré. Mis palabras sonaban duras, lo sé, pero ¿qué opción tenía? No había sido consciente de lo que me había hecho hasta hoy y no permitiré que lo vuelva a hacer. 

-Lo siento –dijo con voz triste, susurrando.

-Esas palabras ya no me sirven. No puedes reparar todo lo que me has hecho. Solo vete. 

Oí sus pasos alejarse. Probablemente estaba llorando. Intentaría darme pena. Pero no, ya no. Me levanté del suelo y quité el pestillo. Salí a la calle, porque los sentimientos que tenía en ese momento no eran buenos. Quizás era imprudente salir a la calle cuando él acababa de salir, pero tenía que hacerlo. 

Mi madre decía que quien te quiere, te hará sufrir. Pero él no me quería. Si lo hubiera hecho, no me habría maltratado durante este tiempo. Debí de estar ciega en ese momento, cuando le vi dispararse con una pistola y caer al suelo a cámara lenta. Ahogué un grito y fui corriendo hacia él, sin darme cuenta de que estaba cruzando la carretera y un camión venía directo hacia mí. 

Supongo que quizás no tendría que haber sido así con él, pero ahora ¿qué más da? Empezamos juntos y acabamos juntos. La muerte nos recibió a los dos y nos alejamos de la mano de la vida.