Tercer EstadioCapítulo final:
Yuzuru se detuvo al lado de la gran avenida que ya se encontraba llena de nieve, en espera del bus.
La noche había caído mucho más rápido de lo que el chico previó. Tal vez tardó demasiado escogiendo unas flores que le parecieran lo suficientemente bonitas para Tracy o quizá simplemente se puso un poco nostálgico cuando vio a una pareja de enamorados tomados de la mano, mirándose el uno al otro.
El japonés recordó vagamente aquellos días en que él y su enamorado se tomaron de la mano de la misma forma. No fue durante mucho tiempo, pues su noviazgo no fue tan largo. El día en que se conocieron, Yuzuru supo lo que era el amor a primera vista, pues luego de eso, en apenas unos meses de apasionado romance, ya estaban comprometidos, enamorados y dispuestos a enfrentar al mundo a costa de lo que fuera.
Probablemente si se hubieran tomado un poco más de tiempo para disfrutarse mutuamente en el noviazgo, para conocerse y aceptarse, no habrían llegado hasta donde se encontraban actualmente.
El japonés soltó una risa.
Quizá incluso si se hubieran conocido mejor habrían descubierto que, en realidad, no estaban hechos el uno para el otro y se habrían evitado mucho sufrimiento.
Aun así, Hanyu no se arrepentía. Su matrimonio había durado lo suficiente como para que el joven pelinegro supiera lo que es enamorarse, sacrificar, amar y tener un corazón roto.
Un copo de nieve cayó en la nariz del japonés sacándole de su ensoñación. Debía llegar temprano a casa, pues el día siguiente sería importante y no podía darse el lujo de llegar tarde.
Miró hacia ambos lados de la gran avenida que, aunque esa noche se veía realmente concurrida, no parecía confabular a su favor para llegar a casa y tomar una taza de té caliente que le quitara el frío que poco traspasaba el abrigo negro y la bufanda que lo protegía del helado clima. Lo cierto es que no quería arriesgarse y tener un ataque de asma sólo por un descuido.
Tal vez lo mejor sería cruzar la avenida y tomar un taxi.
Apretó el botón rojo que se encontraba en la parte inferior del semáforo y espero que las luces cambiaran de verde a rojo; se acomodó mejor el abrigo, la bufanda y cruzó sin mirar atrás. Tal vez iba demasiado metido en sus pensamientos por lo que no escuchó a la horda de turistas que se unió a él para cruzar la calle.
Apenas unos momentos después ya se encontraba a mitad de la gran avenida.
Trató de ignorar las miradas curiosas que las personas le daban. Era comprensible, no siempre se veía a un asiático caminando por las calles de Toronto sin ser un turista y aunque aquellas miradas le hacían sentir algo incómodo y cohibido no agachó la mirada ni un momento.
—Yuzu —escuchó claramente aquella voz llamándole y sin poder evitarlo miró en todas direcciones, sólo para encontrarse la mayor parte de su panorama lleno de turistas que reían emocionados y tomaban fotos de todo.
No parecía que nadie le hubiese llamado, menos aún que esa persona que le llamó por su nombre fuera... No. Claro que no. Había sido un día pesado y sólo estaba cansado. Seguro que era eso.
Sacudió la cabeza en un intento de olvidar aquello y repasó mentalmente sus planes.
Un sentimiento de alivio se instaló en su pecho cuando vio un taxi acercarse hacia él. Los turistas poco a poco se aglomeraron detrás de él, cerca de los edificios de la acera, seguramente para ponerse de acuerdo a donde debían ir y por fin dejaron la avenida libre.
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To the stars who listen
Fantasy¿Qué pasaría si aquellos deseos que provienen de nuestra parte más oscura, un día se hicieran realidad? ¿Te gustaría tu nueva realidad o te arrepentirías porque todo cambió? Dedicada a Anny, mi beta. Quien se desveló conmigo aunque cada quien esta...