Parte Única

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Manos ajenas en cinturas ajenas, respiraciones agitadas, movimientos de cadera, sudor perlando la piel, respiraciones agitadas, besos en el cuello, en la boca, en el pecho... el constante golpeteo de la cama contra la pared, la sensación de penetración, de sentirse lleno, de sentirse cerca... Kyungsoo echa la cabeza hacia atrás sobre la almohada mientras gime el nombre de Jongin suavemente con su voz ronca por el esfuerzo.

-Te amo. –Dice el mayor contra su cuello –Te amo, Kyung.

-Yo también te amo, Jongin. –Responde el pelinegro apretando el agarre de sus piernas alrededor de su cintura y enterrando sus cortas uñas en la espalda del castaño –Estoy tan cerca...

-Llega conmigo amor, juntos... –Jongin desliza su diestra entre ellos y sostiene el sensible miembro de Kyungsoo, empezándola a mover al mismo ritmo que sus embestidas.

Los gemidos aumentaron, el golpeteo de la cama contra la pared enloqueció a los vecinos y, después de un último grito que se convirtió en gemido, Jongin cae sobre el agitado pecho del menor.

Y ahí, en donde hace segundos se escuchaba toda una sinfonía de amor y placer, queda el sonido roto de dos respiraciones intentando acompasarse.

...

-Esta fue la última vez.

-Mentir es malo, cariño. Más cuando te mientes a ti mismo.

-Para ti es fácil decirlo, endulzas tu mentiras para hasta hacerlas parecer verdades.

Jongin, ya totalmente vestido, se acerca a la cama, esa cama que ha sido testigo de innumerables conversaciones, discusiones, palabras de amor, besos, risas, gritos, gemidos, esa cama cuyo colchón y sábanas están impregnados de historia, esa cama en la que Kyungsoo se está refugiando para evitar caer en las redes del mayor una vez más; ese hombre que ahora lo mira fijamente sentado a su lado, sus ojos reflejando el dolor de los suyos, pero él es fuerte. Es fuerte y retira el rostro cuando siente la cercanía contraria que busca un último contacto, por el momento.

-No me niegues un beso, Kyungsoo. No me niegues ningún beso jamás.

-Tendrás que irte acostumbrando, esta vez sí es la última vez. No puedo vivir así, ya no más. Pensé que podría manejarlo, pero ya ves que no. Es mejor que te vayas ya, no quiero que ella se enfade de nuevo.

Kyungsoo usa un suéter que en algún momento el castaño olvidó en el bonito apartamento del menor, tiene las piernas apretadas contra el pecho y la espalda recargada en el cabezal de la cama, la cabeza baja y el cabello tapándole los ojos que luchaban por alejar las lágrimas.

Se escucha un suspiro cansado, luego el roce de las sábanas seguido de un beso, el último, en la coronilla del pelinegro y, finalmente, los pasos cansados atravesando el pasillo hasta que se cierra la puerta.

Y con el eco sordo que hacen los pasos de Jongin al bajar los escalones para abandonar el edificio, Kyungsoo llora.

...

Un mes.

Kyungsoo abre los ojos y los números rojos de su despertador le devuelven la mirada, en una esquina se puede ver claramente la fecha, haciendo que su corazón todavía destrozado se ahogara un poco más. Un mes sin Jongin y Kyungsoo aún puede sentirlo, como un fantasma, a su alrededor; por más que cambió las sábanas y abrió todas las ventanas para dejar entrar el frío viento del invierno para que se llevara su olor, por más que empacó todo lo que le recuerda a él en una caja que escondió en el fondo de su armario, porque no es capaz de botarla, sigue ahí.

Se obliga a arrastrarse al baño e iniciar su día, uno que variará de los 30 anteriores porque, al llegar más tarde a su oficina, nota que el despacho de su jefe, ese despacho que había estado vacío el último mes, tiene la luz encendida.

Hemiciclos [KaiSoo] {EXO OneShot}Where stories live. Discover now