Ella tenía la mirada perdida, y su cabeza y pensamientos estaban más lejos de lo que cualquiera podría imaginar. De cierta manera, no estaba en la tierra. Si bien su cuerpo si lo estaba, ella parecía estar muy lejos. Ashton se dio cuenta de ello al apenas atravesar la puerta de la habitación y verla, simplemente sentada, su teléfono sobre su estómago ella mirando hacia sus piernas. La sonrisa que él llevaba se fue desvaneciendo un poco a medida que avanzaba hacia ella, y se daba cuenta de que no lo notaba.
— ¿Jo? —La llamó, pero ella no pareció escucharlo— Jo—volvió a intentar, y fue entonces cuando ella pestañeó varias veces y sacudió su cabeza, despejando su mente de cierta manera.
Alzó la mirada hacia él, parado frente a ella, y forzó una sonrisa.
—Hey, Ash—lo saludó simplemente ella, pero fue su sonrisa la que se desvaneció entonces al ver el ceño ligeramente fruncido de él—, ¿Te sucede algo? ¿Cómo estás?
Él continuó con su mirada fija en ella, intentando estudiarla, y no le costó demasiado para darse cuenta de que ella no estaba bien, para nada.
—Estoy bien, pero… ¿Cómo estás tú? ¿Qué es lo que sucede? —preguntó, preocupado, sentándose a su lado en la cama.
—Yo estoy bien—volvió a sonreír ella, ganándose una mirada severa de parte de él—, ¿Qué?
Ashton no dijo nada, solo se quedó mirándola directamente a sus ojos cafés. Ella rio ligeramente, porque todo aquello comenzaba a incomodarle un poco y desvió la mirada. Ambos mantuvieron el silencio, ella mirando a sus pies y él su perfil. No quería dejar de verla. Tenía la ligera impresión de que si lo hiciera, ella volvería a irse y encerrarse en su mundo. Y a veces pensar tanto no es bueno, de eso estaba seguro. Por lo tanto, él colocó su mano en la rodilla de ella, y le dio un ligero apretón, llamando su atención de vuelta.
— ¿Por qué no dejas de mirarme? —le preguntó, en un tono extrañamente bajo, intentando volver a sonreír, en lo que fracasó, y solo le salió una lastimosa mueca.
—Porque estoy tratando de comprenderte—le confesó—, quiero sabes lo que te pasa.
Ella no supo que decir como respuesta a eso, y continuó con su silencio. En cierto momento, dejó caer su cabeza en el hombro de él, y cerró sus ojos. El castaño movió su mano de su rodilla, y rodeó la cintura de ella con su brazo.
—Simplemente estoy cansada—susurró ella, sintiéndose de pronto como si tuviera que contarle—, y no tengo ganas de nada. Ni de hablar, lo siento.
—Oye, cariño, está bien, ¿de acuerdo? Si no quieres hablar, no tienes por qué hacerlo—le dijo, ladeando su cabeza y mirándola, ofreciéndole una sincera sonrisa.
—Gracias…—murmuró ella, haciendo otra mueca.
Con la otra mano, Ashton acunó la mejilla de ella, para acercar lo que pudiera su rostro, e inclinarse y apoyar sus labios en la frente de ella. Los dejó allí por unos largos segundos, y cerró sus ojos con fuerza, intentando que con ese simple beso le trasmitiera todo su cariño. Intentando limpiar con ese beso todos los pensamientos negativos que había en su cabeza. Porque no era tonto, se daba cuenta de las cosas, y que, al menos ese momento, no era el mejor de ella. Estaba por alejarse, cuando la puerta de la habitación se abrió.
— ¡Michael, en serio, no toques mi comida, ya voy! Oye, Jo, ¿quieres…?—su pregunta se quedó en el aire en cuanto vio a su mejor amiga.
Victoria no dudó ni un segundo en acercarse a ella y sentarse a su lado, quedando Janet entre medio de ella y Ashton.
—Nena, ¿Qué pasa? —preguntó al instante, buscando su mirada.
—Estoy bien. —respondió al instante la castaña— En serio, ¿pueden dejarme sola unos segundos?