Ángel
Suena el despertador. Con un movimiento mecánico, Ángel, entre sueños, lo apaga y continúa con los ojos cerrados.
_Buenos días.
Sonríe al sentir la melódica voz, y se vuelve para contemplar unos ojos dulces y unos labios rojos que se abren en una sonrisa. Ángel besa a su bella esposa y contesta:
_ Buenos días. ¿Qué haces despierta tan temprano?
_ Es que hoy es el gran día. No he podido dormir en toda la noche. ¿Te imaginas que fuera de verdad y no un deseo?
_ Para eso es la visita de hoy. ¿Te acompaño?
_ No, no, no soportaría verte a mi lado. Perdóname, pero tú eres más nervioso que yo y te pones tenso. ¿Y si sale negativo?
_Helena, no me importa. Pase lo que pase, estoy aquí, siempre. Te prepararé el desayuno, eso sí me lo tienes que permitir.
_Gracias mi amor.
Se dan varios besos rápidos y Ángel se levanta de la cama. Una hora después, acompaña a Helena a tomar el auto.
_ ¿Qué harás mientras no estoy?
_ Tengo una reunión en horario de almuerzo, así queveré la tele.
_ Suena divertido. Apenas tenga noticias, te llamo, te envío un mensaje, te mando señales de humo, cualquier cosa que te avise.
Se besan apasionadamente.
_ Te quiero.
_ Y yo a ti. Maneja con cuidado.
_ Claro cariño. Chao.
Monta en el auto y sale del estacionamiento con cuidado. Le tira un beso y mira a un lado para ver si no hay otro auto. De la nada, sale otro coche y delante de los ojos de Ángel, el de Helena es arrastrado por toda la calle, quedando solo un amasijo de acero. El ruido del estrepitoso accidente se confunde con el grito de terror de Ángel y el sonido estridente de un reloj despertador. Ángel se despierta empapado de sudor.
Era la quinta vez que soñaba con la misma pesadilla. Se pone de pie y se dirige a la cocina. Por todo el trayecto las fotos de su esposa le recordaron que hacía año y medio había muerto. Haciendo el café, recordó como la sacó del coche y mientras le pedía que se calmara y se quedara con él, Helena trató de balbucear algo, logrando expulsar la sangre de la hemorragia interna que le provocó su último suspiro.
Al terminar de desayunar y vestirse, sale al garaje, toma su auto y se dirige a su trabajo. Frente a la casa, se había levantado un pequeño altar en memoria de ambas víctimas del trágico accidente: Helena y una desconocida, fallecida también en el acto. Pero Ángel no lo mira. La foto de su esposa le causa gran dolor y la de la desconocida, rabia e impotencia. Recordó el funeral y el entierro; después, la vida fue solo caminar en un sendero sin fin y sin objetivos.
Como siempre, el día se fue como los demás: rápido y sin que Ángel de percatara. Llega a su casa de noche, tardísimo. Escucha los mensajes de su familia, sin prestarle ni la más mínima atención y se dedica a su pasatiempo favorito: revivir a su esposa a través de videos familiares y fotografías. Así espera pacientemente, su muerte.
Vuelve a despertarse sobresaltado. Ha soñado con lo mismo alrededor de veinte veces en dos años, casi está acostumbrado con la pesadilla. Solo que este día, su rutinaria vida cambia, al sentir una llave que abre su puerta.
_ Buenos días.
Ángel levanta la cabeza y la deja caer sobre su desayuno al comprobar que es su hermana Alba.
_ ¿Qué haces aquí Alba?
_ Nada hermanito, quiero sacarte de tu concha para que veas que la vida sigue allá afuera.
_ No me interesa la vida.
_ Ya lo sé, pero no me importa lo que pienses. Necesito tu ayuda.
_ ¿Qué hizo tu marido ahora?
_ Nada, gracias a Dios. Pero necesito de ti. Hoy es el cumpleaños de tu sobrina, ¿te acuerdas?
_ ¿Cuál sobrina?
_ No me digas que no te acuerdas, Ángel
_ Era broma, era broma. Sí, ayer mandé el regaló, así que le llegará hoy. Como ves, tengo buena memoria, por desgracia. Lo recuerdo todo.
_ Te empeñas en vivir de los recuerdos, que es peor, no quieres aceptar que fue una tragedia, que se fue y tú te quedaste
_ Alba, por favor, si vas a empezar con esa historia, te dejo hablando sola, me doy la ducha y me voy a trabajar. ¿De acuerdo?
_ Bien. Aunque, hoy no vas a trabajar.
_ Qué hiciste ahora...
_ Llamé a papá y le dije que hoy eres todo mío, que no vas a ningún lado.
_ Por Dios, cuando te internarán por loca.
_ Cuando tú salgas de ese hueco en el que estás metido desde la muerte de Helena. Déjala ir.
_ Dime a qué viniste y si no me gusta, te vas.
_ Perfecto. Te necesito para que me acompañes a todos los lados. Es que se me apareció un ex novio, últimamente me está acosando demasiado y si le digo a Ricardo es capaz que lo mate. Si lo veo y estoy contigo, tú puedes detenerlo, y quitármelo de encima, sin violencia.
_ Lo repito, estás loca. Te casas con dieciséis años con un tipo que no vale medio, tienes dos bebés casi uno detrás de otro y si te acosa un ex novio es por algo.
_ ¿Estoy enamorada" es una frase que te suena? ¿Conoces a alguien que padezca lo mismo que yo?
_ Sabes, me iré a duchar para acompañarte y quitarme esta obligación de encima. Eres insoportable, pero hoy estás mucho peor que eso.
_ Yo también te quiero, hermanito. Te limpio la loza, te ayudo por acá y te espero.
Despacio, sube a la segunda planta a bañarse. Pasearon por muchas tiendas y mercados. El día era precioso, el cielo tenía por adornos cúmulos de nubes blanquísimas y las calles estaban llenas de jóvenes con ropas frescas y modernas. Al mediodía, fueron a comer a una cafetería.
_ El tipo nunca se apareció al final.
_ ¿Qué tipo?
_ Tu ex novio, el que te aco Sabes que eres de lo peor.
_ Ay Ángel, fue una mentirita piadosa. Te saqué de casa, era lo que querían todos.
_ ¿Qué todos?
_ Mamá, papá, Elvira. Fíjate que Elvi quería hacerlo, pero tú sabes que ella es algo ruda, sus métodos te iban a herir, terminarían discutiendo.
_ Y viniste tú.
_ Nunca falla la táctica de protección familiar. Me hice la víctima, te pedí ayuda y accediste. Al final, pasamos una mañana estupenda, me acompañaste hacer shopping y en la tarde vienes a casa a cenar con toda la familia y celebrar la fiesta de cumpleaños.
_ Alba, todos saben lo que le pasó a Helena, es decir, el accidente, que murió en mis brazos, pero lo peor de todo eso es. Esa mañana Helena iba a confirmar si estaba embarazada.
Su hermana cambia la expresión y se le acerca más en la mesa.
_ Nunca contaste eso.
_ Quizás es tiempo de abrirme, ¿no? Ya salimos, almorzamos fuera, ahora te cuento cuál es mi mayor dolor.
_ Pero Ángel, ¿se confirmó, había un bebé?
_ Bueno, no lo sé.
_ ¿Cómo que no lo sabes?
_ No recogí las pruebas, me aterré, no quise enterarme de que habían muerto dos aquel día.
_ Bueno, ya no hay remedio para eso. Yo solo quiero que recuerdes que eres joven, apuesto, y que estás vivo, que es lo principal. Ahora, déjame pagar y comprar un extra grande de papas fritas.
_ No pagues, por favor.
_ Si lo hago es con tu dinero. Ahora, se buenito y dame tu tarjeta.
Sonriente, saca su billetera y le da la tarjeta. Se queda mirando a su alrededor las personas que lo rodean y el corazón se le dispara por un momento. A tres mesas de él, Helena se ríe con alguien. Por un momento, cierra los ojos y se convence que es una visión como tantas que ha tenido en dos años. Ahora abrirá los ojos y será otra mujer de cabellos negros y piel morena, pero no, es Helena, con el cabello más corto.
Por un momento siente un ruido en sus oídos y la vista se le nubla. Helena se pone de pie, toma su bolso. ¡Se va a ir! Casi corriendo se pone de pie y de dos pasos toma a Helena del brazo y la voltea. Al chocar las miradas, hubo una conexión, casi un choque eléctrico, un cruzar de imágenes confusas de sexo, entrega, pasión. Al verla, Ángel casi estalla en gritos histéricos y risas convulsas.
_ ¡Helena, eres tú, tú mi amor! ¡Está viva! ¡Por Dios, esto es un milagro! ¡Dime, cómo te salvaste!
Pero, como si la hubiese tocado algo asqueroso, la mujer comenzó a gritar:
_ ¡Suéltame! ¡Déjame tranquila! ¡Déjame en paz!
_ ¡Pero mi amor, no me reconoces! ¡Soy yo Ángel, tu esposo! ¡Mírame!
_ ¡Si no quiero verte nunca más!
La acompañante zafa las manos del brazo de la mujer y grita:
_ ¡Usted está loco o qué! ¡Deje a mi amiga, suéltela!
_ ¡Usted no entiende, ella es mi mujer!
_ ¡Ella es soltera, la está confundiendo con otra persona! Vámonos de aquí.
Se marchan, dejando gran confusión en la cafetería. Alba se acerca a un Ángel loco, confundido, llorando de felicidad.
_ ¡Por Dios Ángel que ha pasado! ¡¡Mira tu cara, parece que viste un fantasma!
_ ¡Era Helena!
_ ¿Qué?
_ ¡Está viva, hermana, lleva el pelo corto, dice que es soltera!
_ ¿Qué estás diciendo, por Dios? Ángel, no te entiendo. Helena está muerta, esto es lo que pasa cuando tratas de revivirla a cada instante. Tienes visiones de alguien
_ ¡No entiendes Alba, no era una visión! Vi a Helena, sentada aquí, con una mujer. Llevaba el cabello con un corte, vestía más sencilla, pero era ella. Se espantó al verme, comenzó a gritarme, dijo que no quería verme más. Su acompañante dijo que era soltera, que la confundía con otra persona, pero, ¡cómo confundir a la persona que era mi esposa! Mírame Alba, dime que no me estoy volviendo loco; no puedo creer mis visiones se están materializando.
_ Sabes, puede que te estés volviendo loco, yo no lo sé, tú no lo sabes. Vámonos a casa y me cuenta todo, despacio.
Lo lleva su casa y allí, con lujo de detalles, Ángel cuenta sobre el encuentro con Helena. Su hermana lo escucha en silencio. Al terminar
_ Ángel, la historia es completamente inverosímil. Helena se murió en tus brazos, cómo es posible que aparezca ahora. Yo tengo un millón de ideas en la cabeza, pero todas mueren en ese hecho.
_ ¿Qué ideas?
_ No. no me hagas caso ¿sí?
Al ver el rostro de su hermano, decide hablar:
_ Yo pienso, que. qué no murió, que todo fue planeado, para huir con un amante. Ay, no sé. Disculpa por decirte esto, pero es lo que pienso. Pero ella se murió, contigo. Hay algo que se nos va. ¿Y sus padres?
_ ¡No! No voy a atormentarlos con mi locura. Decirles que vi a su hija muerta, caminando muy viva, y que al tocarla la sentí como si nunca hubiera muerto. No puedo.
_ Esto está extraño. Ángel, hagamos una cosa. No debería alimentar esta ilusión, pero.
_ Dime.
_ Vuelve a esa cafetería, todos los días. Almuerza allí y cuando salgas del trabajo también ve allá. Encuentra a esa mujer y disipa tus dudas.
_ De acuerdo
_Pero si dentro de un mes, no la encuentras, no la ves, esto queda como una visión tuya que se te fue de las manos, lo aceptas y recomienzas tu vida. Inicias un tratamiento, reconoces que la obsesión por Helena te llevó casi afuera de los límites de la cordura y vuelve a vivir. Así mamá y papá dejan de preocuparse por ti y todos vivimos con un poco más de tranquilidad. ¿Tenemos un trato?
La idea de que Helena estuviera viva, lo hacía dudar. Si lo estaba y en un mes no la veía más, rehacía su vida y la pobrecita, quizás con amnesia temporal, lo recordaba todo y entonces ya no podrían comenzar de cero. Pero su hermana tenía razón. Algo faltaba. Él vio morir a su querida esposa. Quizás ¿una hermana gemela? ¿O alguien cuyo destino cruel tenía el mismo rostro de su mujer? Tenía que saber donde estaba, verla, reavivar su antigua vida con esa persona.
_ ¿Lo tenemos?
Las palabras de Alba lo sacan de sus pensamientos. Suspira y dice con convencimiento:
_Sí.
_ Bien. Ahora, bajemos con la familia, oí llegar a Elvira. ¡Ah! Ni una palabra de esto a nadie. Los demás no serán tan comprensivos como yo. Si lo comentas, irás internado primero que yo.
_ Lo sé. Pero también sé lo que vi.
Ambos se miran y bajan a la sala. A pesar de mantener su carácter sombrío y apartado, todos se percatan que Ángel, esta vez, está distinto.
A la mañana siguiente, siguió al pie de la letra sus propósitos. Cada mediodía y al salir del trabajo, se llegaba a la cafetería y se comía un emparedado o se tomaba un café. Al principio no hablaba con nadie, pero con el paso del tiempo hizo amistad con varias camareras y valiéndose de una foto de Helena, preguntó. Hasta que casi al último día de su pacto una joven camarera le supo decir:
_ Ella es enfermera, del hospital de la esquina. Pero más nunca ha vuelto desde un escándalo que le dio un caballero. Por cierto, ahora te veo y te reconozco. ¡Eras tú! Vaya, si que eres persistente. Te digo que perdiste tu oportunidad, desde ese día no ha regresado jamás.
Al escuchar esas palabras, tres sentimientos se apoderan de él: alegría, tristeza y confusión. ¡Si existía Helena, estaba viva! Pero ¿enfermera? Todo parecía indicar que nunca más la volvería a ver. Con una triste sonrisa, da las gracias y al voltearse cree morir de la sorpresa al ver a Helena frente a él, como la vio por última vez. Casi ahogado dice:
_ ¡Helena, tú...!
Moviendo negativamente la cabeza, se le acerca y le dice:
_Me llamo Ela.
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Destinos
Short StoryÁngel es un hombre sumido en el pesar por haber perdido a su esposa en un trágico accidente. Su futuro es solamente esperar a la muerte para reunirse con ella. Pero su destino le hace encontrarse con su esposa... una vez más. Historia de ficción.