Hubo una segunda cita, también una tercera e incluso hubo una quinta. Alysa y Dan se empezaban a volver inseparables.
Ya nadie veía nunca a la solitaria chica en la banca navegar silenciosa entre mares de libros, ahora veían a una chica risueña que junto al chico de cabellos azabache llenaban el parque con sus estruendosas risas y sus charlas extrañas sobre temas que solo ellos comprendían. A pesar de la cercanía que habían desarrollado Alysa y Daniel ninguno de los dos había podido conseguir atrapar los labios del otro, no por falta de deseo, mas bien una serie de eventos desafortunados que habían visto su génesis en un estornudo (insertar aqui una palabra rara que no recuerdo) y que luego pasó a sucesos mas traumantes como en la cuarta cita cuando fueron a pasear a un huerto de manzanas y un panal de abejas se desprendió de una de las ramas y cayó justo al lado de ambos chicos cuando intentaban darse un nuevo beso. La suerte no parecía estar de su lado, pareciera como si alguna fuerza mas poderosa que ellos se empeñara en ponerlos en aprietos solo por diversión.
Alysa trataba de desenredar su cabello y dejarlo en una coleta pulcra, hoy tendría un encuentro que la tenía algo preocupada y no se trataba de Daniel. Aliso su camiseta negra con las manos que desde hace unos minutos se le habian vuelto sudorosas y salió de su habitación, su padre la esperaba en el viejo sillón con estampados florales, el tiempo había hecho de las suyas en aquel mueble que nadie se atrevía a echar en la basura porque era uno de esos objetos que con solo mirarlo te devolvían miles de recuerdos felices de tiempos que ya no volverían. El hombre miró a su hija y Alysa vio la imagen de la preocupación sustituir el rostro de su padre, trago en seco y ofreciéndole una mano algo temblorosa ambos salieron de la pequeña casa.
Daniel escribía, las letras no habian parado de surgir desde el dia en que Aly dejo la primera nota para él, temía que todo aquello fuera un sueño y escribirlo era la única forma de conservar aquel sueño durante mucho tiempo. Unos toques en su puerta le hicieron despegar sus ojos del papel y dejar a un lado su lapiz, la figura de su mejor amigo se acercó dandole un suave golpe en la espalda y una sonrisa socarrona.
- Dan el perdido, no me digas que de la única forma en la que te veré ahora es si vengo a tu casa- Daniel sonrio en modo de disculpa, había pasado tanto tiempo con Alysa en los últimos dos meses que no había notado el abandono en el que había dejado a sus amigos.
- Lo siento Eric, es que Alysa me tiene en las nubes, ella es tan genial, es ingeniosa y ...
- Una friki amante de la literatura como tu, ya se, me has hablado de ella un millón de veces y ya me estaba preocupando que se te volviera una obsesión el ir a verla leer al parque. Espero que al menos tenga unos buenos senos para que estes olvidandome de una forma tan cruel- Eric toco su pecho con la mano izquierda y simulo sentir dolor.
- Ella es preciosa, pero su belleza exterior no es la que me tiene tan loco. No mentire diciendo que lo primero que note de ella fue su gran capacidad de buscarle hasta la sexta pata al gato porque ese es un lado de ella que he aprendido a ver en las últimas semanas. La primera vez que la vi leer en el parque lo primero en lo que me fijé fue en su rostro y lo lindo que era tal vez eso me animó a seguir yendo a verla, pero el misterio que ella parece esconder tras su sonrisa, eso, eso fue lo que realmente me atrapó.
Eric miraba a su amigo con burla ¿ era acaso esa chica tan especial? Quizá solo eran exageraciones de su romántico amigo hacia una chica bonita que solo tenía un poco de chiste. Le lanzó una mirada a Daniel quien se encontraba recostado del respaldo de la silla de madera que iba a juego con el escritorio, miro la forma en la que sus ojos parecían perdidos y como sus manos distraídas jugueteaban con el lapiz y por un momento, al ver el hechizo en el que se encontraba su amigo la curiosidad por conocer a aquella chica creció.
×××
Alysa movía sus piernas con nerviosismo mal disimulado y mordía el interior de sus mejillas, su padre encontraba a su lado con un vaso con una sustancia color marrón que decían era café pero que su sabor asqueroso la hacía pensar en que solo era agua sucia. Una mano delgada y de venas marcadas tomo las manos de la chica para tranquilizarla un poco, el hombre detestaba ver a su pequeña hija en ese estado de desánimo pero su propia preocupación era tan grande que no encontró las palabras para brindarle consuelo.
Unos pasos resonaron en los blancos pasillos y Alysa sintió ganas de vomitar cuando una voz rasposa que ya llevaba un par de años escuchando dijo su nombre completo y le indicó que podía entrar. Apretando los labios y fingiendo ser valiente la chica se levantó de su asiento y con pasos algo temblorosos entro por la puerta de caoba seguida por su padre.
"Aqui vamos otra vez" pensó ella cuando el salon lleno de diplomas y el olor a limón le dieron un golpe de realidad "Espero poder aguantar una vez mas".
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La Chica En La Banca.
Historia CortaQuiza sea un cliché, quizás no. Pero no lo sabras con certeza hasta que lo leas.