24.

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Llevaba tres días sin dormir. Tres largos días en los que la familia de Miriam me había intentado convencer para que me fuera a casa. Pero no podía hacerle eso, dejarla sola, por mucho que estuvieran ellos.

Verla rodeada de cables no era algo que me diera muchas fuerzas, pero al menos me animaba que los médicos dijeran que estaba estable. Miriam no había despertado del golpe. Los médicos no sabían si despertaría mañana, dentro de una semana o incluso dentro de años.

"Es algo muy relativo.", decían. Y joder, a mí no me apetecía nada que lo fuera. Pensaba que si me iba a casa se despertaría, por eso nunca quería irme. Quería que viera que había estado allí con ella, cuidándola.

En esos tres días la familia de Miriam ya me había adoptado, especialmente después de contarles la relación que mantenía con su hija. Sus padres eran unas de las personas más amables y agradecidas que había conocido en la vida. Y bueno, su hermano, Efrén, quería a Miriam tantísimo que me rompía verlo con la sonrisa forzada con la que contestaba a la gente un, "si, estamos bien".

Pablo por su parte tenía varios huesos rotos y una contusión en la cabeza. Estuvo inconsciente un día. Yo pensaba todo el rato que por qué la vida era así de injusta. Por qué el coche había chocado de la parte de Miriam y no de la de Pablo por ejemplo. Yo no era una mala persona, no deseaba nada malo a Pablo, pero no era solo culpa del conductor que Miriam estuviera en el estado en el que estaba, si no hubiera arrancado el coche, ella no estaría así.

Y bueno, que decir que yo tampoco me quitaba culpas. Podría haberla controlado más, que no hubiera bebido tanto. No haberle ignorado mientras hablaba con el amigo de Álvaro. Haberme preocupado más por ella, solo tendría que haber hecho eso.

***

Estaba sentada en uno de los sillones de la habitación en la que se encontraba Miriam cuando Efrén me sacó de mis pensamientos.

-Ana, vete a casa. -me dijo.- Es la última vez que te lo repito. No es normal que nosotros nos hayamos ido y tú lleves aquí cuatro días seguidos sin descansar.

-Efrén, si despierta, yo... -dije cansada.

-Si despierta yo te llamaré. -dijo dándome la mano y tirando de mí para que me levantara.- Hazme caso.

-Está bien. -me rendí al final.- Pero llámame, por favor.

-Lo haré, Ana.

Salí del hospital y me fui hacia el coche. Mi padre me lo dejó para que fuera más cómodo venir al hospital y volver a casa. Lo peor de todo era que me esperaba una media hora en la que no iba a parar de darle vueltas a la cabeza.

Mi teléfono sonó. Lo cogí con la esperanza de que tal vez fuera Efrén, pero era Mimi.

📞

-Banana, ¿cómo estás? -me preguntó.

-Pues como una puta mierda. Pero Efrén me convenció y voy para casa.

-Así me gusta, Ana. -dijo haciendo una pausa.- Si necesitas algo avísame.

-¿Te puedo pedir una cosa?

-Lo que quieras.

-¿Podemos hablar hasta que llegue a casa?

-¿Qué? Claro, eso no me lo tienes ni que preguntar. -dijo Mimi.- Vamos a hablar de una cosa muy importante que se nos ha estado olvidando, y así te distraes.

-¿Qué se nos olvida? -pregunté.

-Tú cumpleaños. -dijo Mimi.- Quedan dos semanas.

Hay algo en ti ✨ (WARIAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora