Hank

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¡SUMO! – Fue lo último que escuchaste antes de ser derribada por un enorme perro san Bernardo, el impacto te dejo algo adolorida la espalda, tratabas de respirar entre todo ese pelaje y lengüetazos que te daba aquel animal.

¡Sumo! – un joven de cabello castaño lo jalaba del collar para quitártelo de encima.

Maldita sea Connor ¿lo atrapaste? – una segunda voz se acercaba a toda prisa.

¡Lo tengo Hank! – por fin pudo apartar al perro de ti que luchaba por volver a lamerte.

¡Dios! cuanto lo siento – se acercó el hombre de cabello gris – ¿Estás bien? – te ofreció la mano para levantarte.

Si – tomaste su mano y te pusiste de pie, tratabas de limpiándote las babas.

Discúlpeme – se acercó a ti el joven mientras te ofrecía un pañuelo – Se rompió su correa...

Bueno... me da gusto haberle caído bien, no quiero pensar que hubiera hecho si no hubiese sido así – reíste nerviosa.

Miraste con atención al castaño, te diste cuenta que era un androide, habías pasado aquello por alto por su vestimenta tan casual.

De nuevo lo siento – se rasco la barba el viejo – Soy Hank y él es... Connor – señalo al joven que aun luchaba con el perro – Él es Sumo.

Mucho gusto Sumo – acariciaste el lomo del perro que movía con fuerza la cola.

Vaya, es extraño que Sumo se emocione así con desconocidos, le agradas mucho – se acercó Hank para ayudar a sostener al perro que parecía más emocionado por la caricia que le diste.

¿Y cuál es su nombre? – Connor pregunto curioso.

Oh... Yo soy (T/N) – te diste cuenta que no te habías presentado.

Mucho gusto – Connor te extendió la mano, respondiste su saludo.

Hank te observaba en silencio.

Bueno yo... creo que volveré a casa, la baba de Sumo comienza a secarse – reíste.

Permíteme acompañarte – Hank se acercó a ti – Connor ¿Puedes hacerte cargo de Sumo? – lo miro mientras improvisaba una correa para el perro.

Pierde cuidado Hank – sonrió.

Hasta pronto Sumo – acariciaste su cabeza.

Sumo comenzó a lloriquear cuando veía como te alejabas con Hank.

Estoy seguro que esa tristeza es por ti – Hank puso sus manos en los bolsillos.

No creo, tú eres su amo – reíste.

Pues nunca se había emocionado tanto por verme... de hecho esa es la razón por la cual se rompió su correa – saco las manos de los bolsillos y cruzo los brazos.

¿A si? – preguntaste curiosa.

Si... tenia rato llorando desde que entraste al parque, queriendo ir hacia dónde estabas, jalo tanto que la correa que se rompió, Connor casi se raspa la cara – sonrió.

¿Viste cuando entre al parque? – te resonó aquello.

Yo... bueno, no hay mucha gente en el parque a esta hora – Hank tenía un ligero sonrojo.

Ah... - sonaste algo decepcionada.

Hank noto el tono y te miro – Bueno... esa no fue la única razón por lo que lo note.

¿No? – tu tono alegre volvió.

Si... - hizo una pausa tratando de tomar valor para decir algo - Connor lo advirtió... quiero decir... - finalmente desistió de lo otro que realmente pretendía decir.

Ah... - Bajaste la cabeza nuevamente decepcionada.

Se sentía estúpido, quería decirte que él fue el primero en verte mientras estaba sentado en la banca viendo a Connor y Sumo juguetear con las hojas que caían sobre ellos.

Habías llamado su atención por la manera en como caminabas, le parecias una mujer atractiva, quizás le recordabas un poco a su difunta esposa, pero al mismo tiempo te veías tan distinta, llena de luz propia. 


Estuvo un rato mirándote hasta que Connor se cansó de llamarlo y ahora lo movía con fuerza por el hombro – ¡Hank! ¡Hank! Sumo este algo inquieto ¿Podemos ir a los juegos? – saco al viejo de sus pensamientos.

Eso era, un viejo, eso lo detenía de acercarse a ti, vio a Connor y  su inagotable juventud, pensó que tenía más oportunidades contigo que él, suspiro resignado.

No estaba seguro si Sumo había presentido todo aquello, pero ahora su interés era correr al otro lado, hacia donde estabas tú, Connor lucho por sostenerlo, pero la cuerda era algo delgada.

Realmente Sumo no necesitaba más, jamás se había puesto de aquella manera, era un perro flojo que apenas le daba por caminar de vez en cuando por el parque.

No tenías mucho que decir, avanzaron en silencio, de vez en cuando suspirabas. Estaban a una cuadra de llegar a tu casa.

Si quieres puedes dejarme hasta aquí, vivo en la esquina – señalaste el final de la cuadra.

Hank se detuvo y te miro algo triste – Prometí llevarte hasta tu casa.

No es necesario – sonabas algo seria, después de todo, hacia rato que habias perdido cualquier esperanza.

Como quieras... – se llevó la mano a los bolsillos.

Gracias – comenzase a caminar.

Recorriste media cuadra cuando una mano te detuvo del hombro.

¡Espera! – parecía agitado.

Lo miraste algo sorprendía.

¿Podríamos vernos de nuevo? Quiero decir, Sumo se sentirá muy triste sino vuelve a ver a su nueva amiga – río nervioso.

¿Solo él? – sonreíste.

Bueno también Connor, aunque es un androide, está explorando sus emociones, le caería bien una amiga como tú – te soltó del hombro.

Ah – sentías como la desilusión volvía a ti.

Y claro... yo sería el más triste sino te vuelvo a ver- sus mejillas estaban rojas.

Sabía que por lo menos había más de 20 años de diferencia entre ustedes, pero ya no parecía tan preocupado de ello.

Tus mejillas se habían vuelto rojas también – ¿Qué tal mañana a la misma hora? – sonreíste mientras tu corazón se aceleraba.

Me parece perfecto – Hank sonrió como hacía tiempo no lo hacía, enamorado.

ONESHOTS Detroit: Become Human (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora