...

6 0 0
                                    

Era un objeto raro, pero hermoso. Intentaba atravesar su dura coraza de cristal. Lápidas de piedra a su alrededor, protegían su fragilidad. Nunca nadie había sido capaz de recomponer aquella joven estructura desvanecida, una vez que fue rota. Una pobre alma perdida, acabó con sus sueños, encerrándose en un cúmulo de embustes, tapándose con una larga e interminable nostálgica manta de seda, al igual que llora un río, cuando nubes deciden acariciar su hermoso cauce.

Intenté encontrar la manera de salir de aquella situación, todos intentaban abrir aquel sombrío objeto entre sollozos y gritos. A mí, me parecía del todo absurdo malgastar nuestro tiempo tan valioso en hallar una solución para aquella simpleza. Solo deseaba escapar de allí, volver a reencontrarme con mi familia, desde que aquella carretera me la arrebató, de un único y sucio golpe.

En uno de mis ímpetu por desvanecerme de este mundo, como el humo negro que se llevó todo cuanto deseaba en mi vida, entre un brumoso bullicio de escándalos; encontré una salida: escaparía por entre la abundante vegetación de flores y soles, que me impedían ver aquella, no tan lejana oscuridad, atravesando cada célula de mi cuerpo, convirtiendo cada una de ellas, en simples matojos de hierba y flores marchitadas. No conseguí mi propósito, y tras un incalculable número de intentos, decidí abandonar mi objetivo, aunque inconscientemente, lo había hecho hacía ya mucho tiempo. Quedándose, por descarto, una última oportunidad, decidí unirme a las personas que me presionaban, realizando el afán de abrir aquella humilde, mas a la vez impresionante estructura armada.

Realicé varios intentos en vano, volviendo a mi sombría idea de abandonar aquello también. La presión a la que estaba sometida me obligó a seguir intentándolo y así lo hice. Realicé la misma maniobra en repetidas y cansinas ocasiones hasta que finalmente, mi esfuerzo dio sus frutos. Quizá solo hubiese bastado con aplicar más y más fuerza sobre la palanca que sujetaba temblorosa sobre la palma de mis manos. Pero decidí que aquella aparatosa estructura, similar a la de una caja bajo la lluvia, debía ser tratada con más fragilidad. Debía sugerir más complejidad de lo que parecía, sin importar lo absurdo que yo pensaba que era.

Una vez rota aquellas finas y gruesas lápidas, debí descifrar un código, ¡Dios sabe cómo lo logré! Y por fin, tras realizar aquella sudorosa labor, me pude disponer a abrirla. Sentía pánico en mi interior. La gente a mi alrededor me admiraba asombrada. Colaboré y giré la última lápida que quedaba de una sola pieza. Grandes destellos fulminaron mi vista. Cuando se fueron, una brújula asomaba en el centro de la "caja". Marcaba el norte. En ese instante, sentí la gran necesidad de volver a intentar abrirme paso entre las bellas flores que me rodeaban e introducirme de lleno en lo lejano. Seguí totalmente recto dirección norte. De pronto, sentí que todo retumbaba y solo quería salir de aquel asustadizo lugar. Parecía que alguien había escuchado mis plegarias, cuando todo cesó

Inconscientemente me vi reflejada en un espejo. Alcé mi mirada, ahí estaba yo, en el instante en el que abría la caja. Me veía realizar cada uno de mis movimientos anteriores, mas no lograba ver ninguna brújula a mi alrededor y mi yo anterior, tampoco recogía ninguna, sino que cuidadosamente, me alzó hasta sus manos sudorosas y comenzó a andar. A medida que avanzaba podía observar diferentes escenas de mi vida, y al final de este extraño túnel, quise creer ver la silueta de mi madre.

De repente, no pude ver nada más. Hasta dónde me alcanzaba la vista ni siquiera estaba yo. Mi mundo se había vuelto negro, ya había acabado todo. 


MIL Y UNA VERDADESWhere stories live. Discover now