ii. Alquimista de Acero [×]

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Amestris, Martes, 14;54 p

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Amestris, Martes, 14;54 p.m

El chico rubio de ojos mieles miraba a aquel hombre ojinegro de mala manera mientras una armadura enorme se resguardaba detrás suya de manera tímida y callada.

El superior Roy Mustang lo miraba con una sonrisa arrogante en su rostro, provocando que el chico tuviera unas ganas increíbles de estrangularlo.

El hombre de cabello negro desvío su mirada hacia la armadura, la cual estaba parada detrás de su hermano de manera estática y tímida. Provocando que su sonrisa se expandiera por todo su rostro, aumentado la arrogancia de esta.

-Muy bien, de seguro se preguntan por qué los cité aquí, ¿Verdad? - Miro a ambos de manera suspicaz y arrogante.

El menor de los hermanos asintió, pues no era normal que lo llamarán a el también a este tipo de reuniones, sin embargo, su hermano mayor miraba de forma colérica al hombre. Resaltando una vena en su cuello y mandíbula, mientras que sus ojos se encontraban completamente en blanco, pero aún así asintió.

-Bueno, no sé si se habrán dado cuenta, pero, se han reportado avistamientos de un hombre el cual normalmente usa la Alquimia de Hielo para provocar incidentes, normalmente dejaríamos que los de rangos menores se encarguen, pero resulta que el hombre es parte de una organización bastante antigua, creemos que puede estar provocando estos incidentes por algún tipo de razón, y vuestro labor es frenarlo y traerlo a la central para poder interrogarlo - Fue lo único que dijo el hombre, para después mirar a ambos hermanos, quienes esperaban algo más de información para hacer su trabajo más sencillo.

-¿Eso es todo? No hay ningún indicio que nos ayude encontrarlo, somos alquimistas, no magos - Murmuro con fastidio el rubio, recibiendo una negativa por parte de su superior, quien no tardó en echarlos de su oficina con la orden de que cumplan su labor.

El rubio caminaba refunfuñando por las calles de Amestris, siendo seguido por su hermano, quien le pedía que se tranquilizara, siendo sus súplicas ignoradas por el mayor quien por su impertinencia y desapego a la realidad, termino por chocar contra un pequeño cuerpo femenino.

El cuerpo de ambos cayó al suelo con brusquedad, mientras ambos se tomaban las cabezas por el golpe el mayor comenzaba a maldecir internamente.

-¡Oye!, Ten más cuidado cuando caminas - Grito el rubio de mal humor, sin mirar a la persona que se encontraba enfrente suya. Escuchando un quejido por su parte.

-Lo...lo siento, no ví por donde iba - Una voz suave e infantil murmuró por lo bajo con pena, recibiendo una mirada estupefacta por parte del mayor.

No había tomado en cuenta que la persona con la que había chocado era con una chica, y menos se esperaba que fuera la chica que había visto ayer por la noche por aquella ventana.

Pero lo que más le había sorprendido era aquella voz tan infantil, que no parecía acordé a su edad, por su aspecto pequeño, incluso más que él estaba seguro que era de su edad o menor, sin embargo, su voz parecía la de una niña de ocho años.

-Eh...esta bien, yo tampoco veía por donde caminaba - Se disculpó para después levantarse.

De atrás suya apareció su hermano en su armadura, que al ver a la chica en el suelo no tardó en extenderle una de sus manos para que esta pudiera ponerse de pie.

La joven miro la armadura con asombro para después con timidez tomar la mano que aquella persona le extendía de manera amable. Consiguiendo colocarse de pie luego de tomar un leve impulso.

Cuando la de cabellos claros logró colocarse de pie, ambos hermanos no tardaron en comenzar a escanearla con la mirada, notando el extraño color de su cabello y de piel, y su ropa tan poco usual en aquella época. Ambos estaban impresionados por el peculiar aspecto de aquella chica.

La femenina, al notar dichas miradas en si no tardó en mirar sus manos con timidez mientras hacía una pequeña reverencia a modo de agradecimiento y disculpas. Para luego hacer el amago de querer retirarse, siendo retenida rápidamente por el mayor de los hermanos.

-D...disculpa por lo de antes, y déjame presentarme. Soy Edward Elric, y el es mi hermano Alphonse, somos alquimistas estatales. - Se presentó con extraña amabilidad provocando que la contraria lo mirase levemente sonrojada.

-Es un gusto conocerlos. - Hizo otra reverencia de manera rápida. - Yo soy Alanna Mccartney, y soy una simple chica de Londres. - Les sonrió con amabilidad.

Algo en el pecho de el mayor de los Elric se removió en ese instante, sabía que algo interesante pasaría, pero no sabía que.

Azúl Marino | FMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora