Yes, Daddy

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Tic tac, tic tac.

El sonido del reloj.

Ya casi era la hora de llegada, por lo tanto, tenía que estar lista para esperarlo.

Se duchó cortamente utilizando el jabón con olor a jazmín que sabía cuánto le gustaba.

Colocó las pequeñas y finas braguitas de color rosado cubriendo la piel de su intimidad, estas traían un pompón del mismo color en la parte trasera; abrochó su tierno brassier, y deslizó las delicadas medias de tela delgada, que estaban decoradas con un lasito en cada una, hasta sus blanquecinos muslos.

Tomo la gargantilla blanca y la puso en su cuello junto a un par de cintas del mismo color adornando sus muñecas.

Se puso en frente del espejo y cepilló suavemente su corto cabello, que le llegaba hasta los hombros, para finalmente acabar con su apariencia colocando un par de orejitas de conejo en su cabeza, también de tonos rosados combinándolas con el resto de sus prendas.

Ahora solo quedaba esperar.

Lo cual no fue por mucho tiempo, pues el silencio fue cortado abruptamente por el sonido de las llaves entrando en la cerradura.

Rápidamente se subió a la cama poniendo sus piernas en posición de loto.

- ¿Te hice esperar mucho, conejita?- Preguntó con su ronca voz cerrando la puerta tras él.

- No Daddy- Respondió suavemente- Usted siempre llega a tiempo.

- Es bueno escuchar eso.

Arrojó su saco al suelo para acostarse en un espacio de la cama.

- ¿Daddy está cansado?

Posó suavemente sus manos en el pecho contrario desabrochando los botones de la camisa.

- Un poco- Suspiró- Pero hoy Daddy quiere intentar algo nuevo.

- ¿Uh?- Sus ojos temblaron- ¿Me va a doler?

Quitó la camisa mientras Yoongi la observaba meditando bien sus palabras, le dolería, mucho. Pero no podía resistirse a tanta inocencia frente a él, sentía como si aquella pequeña chica pelinegra fuese un hermoso ángel y él un demonio encargado de quebrantar su pureza, cosa que no conseguiría nunca, pues con el paso del tiempo pudo notar que nada podía cambiar ese brillito en su mirada, y no sabía si sentirse frustrado o alegrarse de que todo eso le perteneciera, ahora, a él.

- Dolerá un poco bebé pero prometo que después va a gustarte- Acariciando sus mejillas dejó un suave besito en sus tiernos labios- Como la primera vez ¿recuerdas?

Asintió poco convencida.

- Si no lo hago ¿Daddy me castigará?

- Si. Y no quieres que Daddy te castigue ¿verdad?

- No.

Hizo un puchero que fue mordido suavemente.

Las manos de Yoongi fueron acariciando su espalda mientras con su nariz rozaba la contraria convirtiendo la acción en un beso esquimal, comenzó un viaje desde sus hombros pasando por su cintura terminando en sus muslos y haciendo el camino de regreso una y otra vez, la textura bajo su piel era tan suave como el algodón, y no hace falta hablar de su olor, el que cada vez iba convirtiéndose en su aroma favorito.

La obsesión que empezó a desarrollar desde un tiempo atrás iba creciendo con cada roce, con cada caricia, con cada vez que se unía al cuerpo de aquella niña, su niña. Le encantaba jugar con su inocencia y con su falta de experiencia, no recuerda la última vez que se haya sentido tan atraído hacia una persona, no recuerda siquiera la última vez que haya tenido un fetiche; pero desde la primera vez que la vio se le hizo imposible no imaginársela vestida así, con simples prendas que no alcanzaran a cubrir todo su pequeño cuerpo, con unas orejitas y un tierno pompón que se asemejaba a una colita de conejo, porque eso era ella para él, su conejita, su pequeña e inocente conejita, de ojitos brillosos, cabello negro, leves curvas y piel extremadamente suave.

Yes, Daddy [Min Yoongi] O. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora