¡imbécil! [liam gallagher]

Capítulo VIII

viii

Como si nada

Noel Gallagher había sido muy específico con su mensaje. «No lleves vestido o falda». Molly no tenía ni la menor idea de por qué ese mensaje, o por qué una especificación tan directa, pero en cuanto Noel la llevó en su auto al parque más cercano y juntos abrieron la cajuela, entendió todo. El mayor de los hermanos Gallagher tenía planeado enseñarle a manejar una bicicleta. Afortunadamente le había hecho caso y se había puesto unos shorts de mezclilla que le llegaban a la mitad del muslo en lugar de una falda o un vestido. Aunque también fue porque no sentía que una falda le fuera bien a su conjunto en general.

—Muy bien —dijo Noel—. Hora de la acción.

Ella le sonrió luego de que Noel le colocara en la cabeza un casco que le quedaba un poco grande, de color negro. Iba a ser una larga tarde y Molly sentía algo de miedo, porque estaba muy segura de que caería al suelo más temprano que tarde. De cualquier forma, así inició su cita. Noel le explicó lo básico de usar una bicicleta y que en realidad lo único más o menos difícil era encontrar el equilibrio exacto para no caerse. Molly atendió a todas las explicaciones y a pesar de todavía estar insegura al respecto, Noel insistió en que subiera a la bicicleta para que ella fuera practicando y no sólo se quedara con la teoría.

Estaba de más decir que tuvieron muchos intentos fallidos hasta que Molly finalmente avanzó unos cuantos metros por su cuenta antes de detenerse de súbito al bajar los pies de los pedales. Era vergonzoso porque habían otras personas en el parque, sin embargo, su acompañante le hizo saber que no pasaría nada malo.

Cuando por fin, la chica sintió valentía suficiente para intentarlo desde una equina del parque hasta una banca de referencia que Noel le había señalado a lo lejos, la pobre chica perdió el equilibrio al intentar esquivar a un perrito sin correa que estaba corriendo lejos de su dueño y cayó al suelo, raspándose las rodillas de paso.

—¡Molly! —exclamó Noel corriendo hacia ella y poniéndose de rodillas para ayudarla— ¿Te encuentras bien? ¿Estás lastimada?

—Sólo son unos raspones, no te preocupes —respondió ella sentándose sobre acera, con las rodillas flexionadas.

—Preciosa, estás sangrando —comentó Noel al examinar sus pálidas rodillas, que ahora se encontraban enrojecidas, llenas de polvo y sangre fresca—. Si quieres siéntate en la banca de por allá en lo que voy a comprar agua y unas curitas, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —y se sonrieron.

[ ... ]

Peggy Gallagher subió las escaleras de su casa y se dirigió hacia la habitación de su hijo menor. Como Noel planeaba hacerse el tonto y pretender que a su hijo no le pasaba, ella se encargaría de saber qué es lo que estaba pasando. Esto ya no parecía una riña de hermanos normal, es más, hasta comenzaba a creer que algo más estaba aquejando a su pequeño hijo de dieciséis años. Tocó la puerta con los nudillos al mismo tiempo que la abría lentamente. Liam dejó de lado su historieta mientras se acomodaba sobre la cama para estar sentado. Su madre se sentó a su lado con una sonrisa compasiva enmarcando su rostro.

—Liam, ¿podemos hablar? —preguntó ella.

—¿Sobre qué? —respondió él con otra pregunta, aunque sí se imaginaba a qué se refería su madre.

—He notado que has estado muy molesto últimamente y casi no quieres comer o convivir conmigo o con tu hermano —explicó la mayor mientras tomaba la mano de su hijo entre las suyas, cariñosamente, dándole a entender que podía confiarle sus sentimientos sin ningún problema—. ¿Pasa algo, cariño?