Capítulo 3

6.5K 824 122
                                    

—Ha vuelto a echar todos los pestillos —gruñó Rax, mientras soltaba la manija de la puerta, exasperado.

—Me pregunto por qué lo hace —murmuró Jack.

—Quien sabe, no es como si hubiese ladrones dentro de la Academia —Rax dio un paso hacia la puerta y con un suave movimiento de muñeca, todos los cerrojos se abrieron—. Pero espero que no haya muchos Volkai como yo cerca. ¿Hace cuántos años que empezaron a fabricar cerraduras con diamante y no con metales? Esta casa es prehistórica.

—¿Por qué no cambiamos los cerrojos? —preguntó Jack, empujando a su compañero a un lado para entrar en la casa. Todas las cortinas y contraventanas estaban cerradas, haciendo que la atmósfera se sintiese cargada.

—Porque entonces ya no podríamos entrar —caminaron por el pasillo con cuidado de no hacer demasiado ruido.

—Tal vez podríamos hacer copias de la llave —comentó Jack.

El guardia entró en la cocina y se acercó a una de las ventanas, abriéndola después de descorrer las cortinas.

Ambos continuaron su camino hasta la habitación de la joven que todavía dormía profundamente. Jack sonrió, antes de lanzarle la bolsa negra que había estado cargando.

Chi dejó escapar un grito ahogado cuando la bolsa le cayó encima, despertándola con brusquedad.

—Por el amor de Shomei —exclamó. La joven no pudo evitar soltar un suspiro de alivio cuando vio a los dos hombres de pie frente a la cama—. ¿Qué estáis haciendo? ¿Qué es esto?

—Un regalo —respondió Jack, mientras observaba como Chi abría la bolsa. Dentro había ropa, desde pantalones y camisetas hasta trajes de una pieza, todos negros y grises.

—Jack —gimió Chi, mirando las prendas—. No necesito más ropa.

—Tonterías, todo lo que tienes está desgastado y cubierto de agujeros.

—Ya, eso es lo que pasa en este Sector...

—De nada —la interrumpió Rax, hablando por primera vez.

—Gracias —murmuró la chica en respuesta, mientras se pasaba las manos por el pelo, peinándoselo—. ¿Y por qué tiene que ser todo tan ajustado? ¿Qué hay de malo con la ropa holgada? Si no fuese porque eres un viejo, cualquiera pensaría que tienes malas intenciones.

—¡Oye! —exclamó Jack—. Solo tengo 29 años.

—¿Me estás diciendo que si tienes malas intenciones? —inquirió ella, mientras se cubría las piernas con las sábanas y alzaba las cejas.

Jack alzó un dedo, apuntándole con enfado cómico. Antes de que pudiese defenderse, Rax y Chi comenzaron a reírse a carcajadas. La joven se alzó sobre el colchón y caminó hasta los guardias, abrazándoles.

—Os he echado de menos.

—Y nosotros a ti, Chi.

Los tres fueron hasta la cocina, donde Chi preparó el desayuno. Unas cuantas veces al mes, los guardias la visitaban para ver cómo se encontraba, qué era lo que necesitaba y para asegurarse de que podían volver a Hikami y decirle que su niña pródiga seguía viva. Después de que Rax y Jack conociesen a Chi, Hikami les trasladó a su unidad personal, por lo que ahora su único deber era cuidar de Chi.

—¿Has escuchado lo que ha ocurrido en la Zona Central? —preguntó Jack, mientras se sentaba frente a ella en la mesa. El hombre sabía lo poco que Chi se preocupaba por las noticias de la Academia, como si viviese debajo de una roca.

Academia De Bestias (ADB #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora