Capitulo 1 -Tenemos compañía-

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Todo comenzó en una pradera, o lo que parecía una pradera... En algún lugar desconocido Robert Estaba vestido de campesino, y por lo que parecía, tuvo una jornada de trabajo lo suficientemente agotadora como para regresarse a su casa con una parte de la braga desabrochada. Él consideraba eso casi como nudismo, por lo que le disgustaba, pero estaba demasiado cansado como para que le importara.

Se detuvo a tomar agua en un arrollo, divisó su casa en la lejanía pero igual necesitaba un momento para descansar.

-Hola -Le dijo una sirena, una chica de lo que parecía alrededor de quince años.

-¿Te conozco amiguita? -Dijo él confundido, y luego tomó agua.

-Soy Ulissa, espero no te moleste mi presencia aquí, solo estaba tomando el sol -dijo ella dandole la espalda, y luego poniendo su cara al revés para poder verlo.

Su pelo azul caía contra la roca de la orilla, esa era la marca de la familia real de las sirenas, pero Robert no lo había notado.

Las sirenas eran las protectoras de los secretos de ese mundo, los dioses les confiaron cada secreto que tenían y que iba surgiendo. La familia real de las sirenas prometió a los dioses no decir una palabra de lo que ellos les contaran y, en honor a esa promesa, las sirenas usaban tapabocas de hierro para simbolizar que no hablarían una palabra.

-Tranquila -Dijo Robert-. Me tengo que ir, mi esposa y mi hija me esperan en casa, el sol casi se va a poner y no quiero arriesgarme a que los huargos me ataquen aquí en estas zonas.

-Las otras razas te hubieran decapitado por esta falta de respeto -Dijo ella en tono despreocupado, extendiendo los brazos y dejando caer su espalda desnuda contra la roca donde antes tenía el cabello.

-Si, pero no te veo cara de minotauro o de ogro como para que puedas decapitarme por irme sin darte una buena charla, ¿O si?

-Eres muy observador para ser un humano -Dijo la sirena mirando aún hacia el cielo-. Pero no lo suficiente.

-Tu eres muy bocona como para ser una criatura que nunca habla por tener la garganta llena de agua -Dijo Robert y salió de ahí.

-Ah, y donde están mis modales -Agregó-. Soy Robert, pequeña.

Ulissa le sacó la lengua y se puso el tapabocas.

-Ojalá se lo coma un ogro... -Dijo cruzando los brazos y luego de pensarlo un poco, se zambulló al agua.

Las otras razas eran las diferentes civilizaciones que vivían en ese mundo, algunas poblaban los Valles del Comienzo, como los minotauros o los ogros, otras en los cielos, como los hipogrifos y los buitres, otras en el valle de los encuentros, como los yetis o los troles de invierno, y otras vivían bajo el agua, como las sirenas o los humanos.

Bajo la tierra también había vida, ya que, según contaban las leyendas, los huesos de los muertos, o como los llamaban los antiguos chamanes, los "desterrados al inframundo", una vez al año, honraban a sus vidas ya pasadas y los esqueletos de sus viejos cuerpos volvían a la vida, pero sin carne... Esto lo hacían los dioses para evitar que los muertos escaparan de sus tumbas y alteren la fina linea del equilibrio sobre el mundo terrenal y el mundo espiritual, en el cual ellos vivían.

Y mas abajo existía el inframundo, lugar donde solo los demonios y las almas de los malhechores o los desdichados podían sobrevivir, pero lograron escapar hacia el mundo superficial y empezaron a alojarse en el valle de los gritos.

SemidiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora