Capítulo 6

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Despierto con los gritos de mi tía, cosa a la que ya me he acostumbrado aún habiendo estado poco tiempo con ella. Antes de vestirme y arreglarme bajo a desayunar porque me muero bastante de hambre. En cuanto entro a la cocina, veo a mi tía haciendo té, algo raro en ella porque no bebe té, la miro un poco extrañada pero le quito importancia enseguida y me concentro en prepararme mi buen tazón de cereales.

- Casi no quedan de mis cereales -. Digo mientras me meto una cucharada en la boca y mi tía coloca el té en la tetera.

- No hables con la boca llena, guarra-. Deja la tetera en la mesa y se sienta en frente de mí. - Cuando vuelvas del instituto te doy dinero y vas a comprar, que vamos a necesitar muchas cosas -.

Me quedo pensando por un momento por qué íbamos a necesitar tanta compra pero no consigo averiguar la razón, así que friego asquerosamente el tazón y voy hacia el aseo a lavarme los dientes.

Cuando acabo, me siento a mear pensando en la ropa que me voy a poner, y no tardo mucho ya que tengo poca ropa, poquísima, me limpio y le doy un trago al enjuague bucal de menta, que me gusta bastante, para escupirlo cinco segundos después.

Me cago en mi tía.

Justo se abre la puerta y veo a un adonis ahí plantado, mirándome de arriba abajo seguramente riéndose de mí internamente, por las pintas que llevo, claro.

Me cago en mi tía.

- Hola Sara -. Escucho a Thomas decir, le miro de reojo mientras me seco la boca y limpio el espejo después de haberlo llenado de enjuague verde y escucho que se está riendo.

- Eh, hola, mmm, voy a cambiarme -. Digo mientras giro la cara intentando que no vea que estoy púrpura de la vergüenza y antes de subir me acerco a la cocina. - ¡¿Pero por qué cojones no me has dicho que iban a instalarse hoy!?- grito en susurros a mi tía para que no me oigan los Thomas.

- Si no durmieras como una marmota te habría avisado anoche, cariño -.

¡¿Cariño?!

ESTOY.

CABREADA.

Subo las escaleras, me cambio, me peino, (bueno, lo intento), me lavo los dientes y cojo mi mochila para bajar.

– Thomas te llevará al instituto, Sara, que tengo que ir antes a trabajar –. Miro a mi tía con la cara más parecida a 'te voy a matar, posible.

¿Enserio?

Me doy una manotada en la frente mentalmente y luego me imagino la misma mano matando a mi tía, porque la voy a matar.

(...)

– Gracias por traerme, Thomas –. digo bajando del coche.

– De nada, guapa –. dice él justo antes de que cierre la puerta.

El paseo en coche ha sido agradable y Thomas es muy simpático y además universitario, con coche y después de hablar con él he descubierto que es aún más guapo de lo que me había parecido antes, si podía serlo más, pero hay algo de secreto en él que me llama la atención...

Será lo que guardan sus pantalones...

Quito esa imagen de mi mente y voy hacia clase de química. Cuando entro por la puerta me acuerdo del Dios griego con el que me tengo que sentar y se me acelera ligeramente el corazón, pero respiro y me siento a su lado.

Le miro de reojo y veo que tiene el ceño fruncido y la cara un poco pálida, pero el profesor empieza a hablar y no me deja preguntarle a Alex qué le ocurre.

(...)

Me despierto en medio de clase por quinta vez en la misma hora cuando noto que algo me da en la cabeza y cae encima de mi mesa, vacía porque obviamente he olvidado el libro de química, y miro hacia Alex para ver si también lo ha visto pero sigue con el ceño fruncido mirando por la ventana.

Cuando me fijo en lo que me ha golpeado me doy cuenta de que es una bola de papel, así que la abro y enseguida sé que es de Chris por su preciosa letra. Le busco con la mirada y asiento respondiendo a la carta:

Sábado, tú y yo fiesta, ¿vale?

Sin necesidad de ningún detalle más, acepto la propuesta de Chris.

He aquí la más fiestera.

– ¿Irás? –. Salto del susto que me ha dado la voz y me recompongo mientras me doy cuenta que ha sido Alex el que me ha preguntado.

– Sí –. Consigo contestar después de un par de segundos observando su cara. Dudo si preguntarle, pero antes de que pueda hacerlo se levanta y sale de clase.

Me quedo como una tonta ahí sentada con la boca abierta pensando en si le ha molestado el hecho de que vaya a la fiesta, o solamente quería dejar de hablar conmigo, hasta que toca el timbre y salgo de clase yo también.

El resto del día va bien, pero aburrido y sin ninguna pista de Alex, así que intento quitármelo de la cabeza hablando con Chris sobre la fiesta del sábado, que resulta ser por el cumpleaños de un amigo del equipo y le pido que me deje algo de ropa, a lo que ella acepta encantada.

❤️

ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora