Capitulo 1

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Siempre había sido una niña muy tímida, reservada y callada. Aprendió que la gente era cruel y más cuando no provenías de buena familia.

Para ella siempre fue duro ver como sus padres se esforzaban por darle lo mejor. Realmente los admiraba, pero hubiera matado por que todo fuera como antes, como cuando no tenía que preocuparse por estar bien peinada, o si su vestido era lo suficientemente adecuado para una fiesta. Extrañaba la sencillez con la que había vivido parte de su niñez, esa sencillez y humildad la habían hecho feliz, ahora todo era diferente y estar rodeada de gente rica no le apetecía en lo más mínimo pues sabia perfectamente que eran crueles y personas viles que solo deseaban tu compañía si eras de una posición social lo suficientemente aceptable.

Despreciaba a toda esa gente, ya no recordaba cuantos supuestos caballeros se le acercaban y la miraban lujuriosamente, pero su tosca actitud los alejaba con facilidad, cosa que agradecía pues no podía imaginarse ser un trofeo más que lucir para luego ser desechado y quedar en segundo plano y sufrir las infidelidades de un esposo que no la amara.

Aneth se despertó con una luz que ilumino toda su habitación y con ayuda de sus doncellas, que la esperaban para ayudarla a bañarse. Aún no se acostumbraba a su presencia pese a que toda persona de alcurnia en Londres tenía al menos una; su familia años atrás no disponían de ninguna clase de servicio, habían sido muy humildes y sencillos, pero eso cambio cuando su padre logro un trato con un duque por lo cual consiguió unas tierras, lo cual les cambio la vida. Ahora, Aneth tenía 22 años y a esa edad todas las chicas respetables y de buena posición social, ya estaban casadas, con hijos y ella gracias a su nueva posición social necesitaba desesperadamente un esposo.

Sus padres siempre la presionaban para que encontrara uno, incluso la llevaban a todo tipo de bailes, banquetes y reuniones que todo Londres anunciaba, y si bien Aneth no lo hacia de buen agrado, era su obligación asistir a ellos.

Aneth detestaba la idea de casarse tan joven a aparte de sentirse intimidada por los lujos y el tipo de personas que sus padres frecuentaban, simplemente no los soportaba, se sentía inferior a las demás jóvenes cabezas huecas que solo usaban su cuerpo para llamar la atención, ella no podía ser así. Ella quería casarse por amor, no por una obligación o costumbre y deseaba con todas sus fuerzas que sus padres recobraran la conciencia y no la hicieran pasar por semejante agonía.

De niña jamás pensó que su mundo cambiaría tan drásticamente, había disfrutado su infancia al máximo, a pesar de no haber tenido los mejores juguetes ni los mejores vestidos no tenía nada de que quejarse, había sido feliz en el campo, entre las flores y los arboles frutales, nunca se sintió atraída hacia la majestuosidad de Londres, eso no le atraía en absoluto.

Aquella era una noche cálida, Aneth adoraba mirar el cielo estrellado lastimosamente y para su pesar estaba de nuevo en un baile, sonreía y hablaba por pura cortesía, pero en realidad estaba harta y en cuanto encontró un momento para escabullirse y descansar por un momento salió al jardín sin ser vista por nadie. Su primer pensamiento al encontrarse en el jardín era lo hermoso que este era y a pesar de estar muy poco iluminado comenzó a recorrerlo con encanto hasta que se encontró con la escena más vergonzosa de su vida. Dos jóvenes, la mujer encima de un hombre, ambos semidesnudos y la impresión le hizo soltar un chillido que los alerto enseguida.

- ¡Hey! ¿Qué carajos miras? - le dijo el hombre muy molesto.

- ¡Lo siento mucho! Solo daba un paseo por el jardín - dijo nerviosa viendo como el hombre tapaba con su cuerpo a la joven que se volvía a vestir rápidamente.

- Si le dices a alguien lo que viste la pagaras muy caro, ¿me escuchas? – le grito molesto.

- ¡Oh por favor! Ella no dirá nada, ¿cierto? – dijo la rubia nerviosa arreglándose el vestido sin mirarla.

- No, lo siento yo... - se quedo muda del miedo, ese hombre era hermoso, pero la miraba como si fuera la peor de las basuras.

- Lárgate antes de que venga alguien más niña tonta – le dijo muy serio.  Aneth sorprendida por sus palabras hecho a correr todo lo que daba su vestido. Se sintió mal, pues nadie nunca la había tratado así.

Quería decirle que ella solo miraba el jardín, pero su mirada la había hecho callar.

Llego al salón algo sonrojada debido a la carrera y pronto encontró a su padre, quien al verla llego a su lado.

- Hija, ¿dónde estabas? – pregunto severo – Vamos a casa tengo una noticia que darte. –

- Claro padre – dijo Aneth nerviosa al mismo tiempo feliz de irse.

-Y bueno cuál es la noticia que tienen que darme- pregunto Aneth apenas llegaron a casa.

- Tu madre y yo estamos de acuerdo en una proposición que nos han hecho. Ambos decidimos comprometerte con el hijo del Duque Alexander, ya tienes la edad suficiente para contraer matrimonio y tener herederos. No puedes seguir así, despreciaras tu juventud. – le dijo su padre, mientras su madre asentía con la cabeza tomada del brazo de su padre.

- ¿QUÉ? ¡NOO! Por favor no – dijo sintiendo de repente mucho frio y quedándose sin aire – No lo conozco, no lo amo y además estoy muy joven padre, ustedes dijeron que si seguía asistiendo a los bailes no habría ningún problema. – suplico llorando – ¡Madre por favor! – pidió Aneth desesperada.

- El duque acudió a nosotros hija, compréndelo. Dijo que su hijo necesitaba comprometerse, se ha metido en muchos problemas y necesita una niña dulce como tu Aneth, entiéndelo por favor hija – explico su padre.

- Aneth solo trata de aceptarlo, tendrás todo y más de lo que te pudimos dar – dice su madre mientras la toma de las manos.

- Pero... obviamente él no me ama, ni yo a él, ¿y sí me odia? ¿y si es capaz de lastimarme?–

- Hija, jamás podría lastimarte, es el hijo del duque, el  próximo duque. ¡Deja de llorar ya! – grita su padre enojado.

Aneth subió a su habitación, pero no logro dormir, paso toda la noche en vela pensando en como su vida cambio en cuestión de segundos. Solo rogaba que él no intentara cambiarla, no podría fingir ser una muñeca de porcelana como todas esas mujeres en aquellos bailes de sociedad. No podía imaginarse casada con un extraño, no entendía como podía el dinero y la posición social importar más que sus sentimientos. Odiaba lo que sus padres habían hecho de ella, jamás les había faltado al respeto ni se había mal comportado como para que le hicieran eso.

De pronto se sintió terriblemente sola y deprimida, ella solo seria un trato, un papel más, no sería más que una cruel mentira que tendría que aceptar y vivir con ella, se pregunto como seria su futuro esposo, si él estaría de acuerdo con dicha farsa, a lo mejor podía llegar a tener un trato respetuoso con él.

Estaba tan cansada de tanto pensar y se quedo completamente dormida pasada la madrugada.

A la mañana siguiente supo que su boda era en cuatro semanas y que vería a su prometido tres días antes donde tendría que fingir conocerlo y querer el matrimonio tanto como él, delante de personas que realmente no le importaban.

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⏰ Última actualización: Jul 19, 2018 ⏰

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