Capítulo quince: Finales felices

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«Dime, ¿Quién va amar de verdad?, ¿Quién no se va a romper por dentro, cuando tengas alas de dar, y en contra tu propio tormento?»

¿Quién ama de verdad?, Beret

—Ella le miró dolida, ¿Cómo pudo haberlo hecho?, ¿Acaso todo el amor dado, todo lo que intentó enseñarle fue para nada? Él no pudo amar la vida, no la amó lo suficiente como para evitar hacer lo que hizo, la decepción la llenaba, y ahora estaba, estaba rota, lo amó con pasión, le dio la dulzura que a él le faltaba. Es fiel creyente de que todos tenemos un solo gran amor, ¿Ese era el suyo? Estaba segura de que él lo era, y no quería a otra persona que no fuere ese idiota que estaba en esa bañera llena de agua ensangrentada y con las venas abiertas. Lo sacudió, gritó su nombre sabiendo que no servía de nada... Ya estaba muerto —Leyó Ruff para Ashley y para mí, estaba nervioso y a la vez emocionado, era la primera vez que las chicas leían uno de mis relatos, y la verdad es que mientras más avanzaba Ruff en la lectura, más pensaba que el relato del amor trágico era horrible—. Diablos, Nathaniel, yo quiero mi final feliz.

—Y yo —La secundó Ashley—, no jodás, Nath, ¿Te aliaste con el diablo o qué? —Vi a la castaña arrugar las cejas y hacer puchero, por lo cual Ruff soltó una leve carcajada, parecía una niña pequeña.

Debo decir que de las chicas, Ashley es la que más inocente se ve. Y hablo de todo, desde su manera de vestir —Con camisetas de Mario Bross y otros videojuegos—, hasta su manera de mirar, de sonreír, y hasta de parpadear. Y es que Ashley tiene un aire de Tiffany Alvord.

Y yo amo a Tiffany Alvord, es hermosa.

Se ve demasiado inocente en todos los sentidos. Pero no, lo único que tiene de inocente es la cara.

—No me jodas, no —Negué un par de veces.

—Final feliz, final feliz —Insistió Ruff y dejé mi cara caer entre mis manos—, Ashley me apoya en que escribas un relato con final feliz.

—¡Sí! Escritor perverso —Realmente, en el fondo me gustó que me dijeran aquello, sentí como... Como si ellas fuesen mis fans.

—Demonios, no, los finales felices no existen.

—Eso no significa que no puedas escribir uno —Añadió Ruff.

—Exacto, leemos para aislarnos de la vida real que es cruel y triste, no para leerla y sufrirla en un libro —Expuso Ashley, y cuánta verdad había en eso.

—¿Les gustan los finales cliché, ehh? —¿Definición de cliché? Sinceramente no lo sé, creo que solo debes escribir con lo que te sientas cómodo. Yo me siento bien con mis relatos trágicos, misteriosos y leyendo libros igual de misteriosos. Las chicas se sienten bien leyendo libros de romance con finales felices... Y no hablo de todo el género femenino en sí, hablo de Ruff, Ashley y Hayley.

—Depende del libro... —Ruff cortó la frase cuando se escuchó el ruido de un vidrio rompiéndose. Cuando nos asomamos por mi ventana vimos los cristales de la de Hayley rota, ¿Por qué?, ¿Quién la rompió? Nunca lo supimos.

Segundos después vimos a la madre de Hayl levantarse del piso, y salir molesta de la habitación de su hija, y al poco rato Hayley hizo lo mismo, con la cabeza gacha, tanto que su cabello cubría todo su perfil, estaba perplejo, no sabía qué carajos había pasado y aun hoy en día sigo sin saberlo. Nuestra primera sospecha fue que Hayley sin querer rompió la ventana y luego se tropezó con algo en su habitación, ¿Es prudente preguntarle eso ahora que... está y no está? Ese suceso ocurrió unos meses antes del accidente.

Te escribo desde mi tumbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora