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Mierda, mierda y mas mierda. 

Mi maldito prometido era el maldito rumano en el cual había devuelto toda mi maldita bebida anoche. 

Se acerca con una sonrisa y lo único que deseo ahora es que se acuerde de la noche anterior.

- Cariño - Me dice mientras coloca sus brazos al rededor de mi cuerpo formando un abrazo- Te he extrañado tanto. - Sonríe a Carl y me susurra- Por favor, sigue la corriente. - Vuelve a sonreír.

Al conducirnos al coche, Carl y, el que supongo que es el chofer del rumano, conversan sobre el partido de los Dodgers de ayer por la tarde, el cual no recuerdo. Mi supuesto prometido no para de mirarme mientras su chofer conduce hacia algún lugar en la ciudad de Nueva York. 

- Dennis, podrías dejarnos a mi amada prometida y a mí en alguna cafetería, por favor? - Pregunta y el tal Dennis le dirige una sonrisa mientras asiente.

El trayecto se vuelve cada vez más incómodo y ni el rumano ni yo sabemos de que hablar porque nunca nos habíamos visto en la vida. Al menos en esta. 

Dennis aparca el coche en una esquina repleta de personas que supongo, se dirigen al trabajo o tal vez a su receso. Carl baja del auto para abrir mi puerta, pero soy mas rápida y la abro por mi cuenta. 

-Disculpa, Carl. No estoy acostumbrada- Me disculpo. El menciona algo como para que me quede tranquila, pero ese es el último estado que tendré ya que me están dejando sola con el rumano.

Dennis y Carl suben al auto mientras nosotros nos dirigimos a la cafetería de la transitada esquina. Me ofrece el paso para adentrarnos al lugar y él busca una mesa con la mirada. 

-Qué vas a pedir?- Dice con tono calmo, mientras yo estoy que irradio nervios. No puedo creer como hace para manejar esta desconocida situación con una paz extraordinaria. 

-Crees que pediré algo para tomar en una cafetería mientras no tengo ni puta idea de con quién estoy y de quién es esta vida? Porque si es así, estás completamente chiflado. 

-Lo siento, solo quería calmar un poco las aguas. Yo tampoco sé donde estoy ni con quien, sabes? Estamos en la misma situación, así que no merezco ser tratado de tal forma.- Dice mientras mueve sus brazos en el aire e inclina su cabeza hacia delante. - Mejor tomemos asiento, luego pediremos algo.

Hice caso a su propuesta y tomamos asiento en una de las mesas junto al gran ventanal. Coloco mi bolsa a un lado a la vez que él coloca sus manos sobre la mesa. Las miro con detenimiento, tiene un anillo en su dedo anular izquierdo. Uno muy bonito.

Al darme cuenta que es el anillo que representa nuestra futura "unión", miro mi mano y tengo un anillo de puta madre.  Puedo apostar mi sueldo, que no es mucho, a que es uno de los más caros de una de las tiendas más caras de la ciudad.

Tal vez del país, quién sabe. 

- Cómo es tu nombre, futura esposa?

- Me llamo _______ Jones, rumano.- Digo tratando de evitar dirigir mi mirada a la suya. Tiene unos ojos azules como el cielo al anochecer que hasta podría ver las estrellas y apuesto a que está sonriendo.

- Bueno, veo que me recuerdas _______ Jones. Mi nombre es Sebastian Stan, mas conocido como "el rumano".- Ríe ante esto último y aún no entiendo como es que maneja esta situación con tanto humor. Ante la duda, se lo pregunto.

-Qué es lo que te parece gracioso, rumano? Acaso tengo algo en el rostro o qué? Porque esta situación, por si no te diste cuenta, no es graciosa.- Hablo alterada y con las manos sudadas mientras miro hacia la ciudad desde el gran ventanal.

This is not my life •Sebastian Stan• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora