Melodía Sin Fronteras [One-Shot/BL]

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   La luna reinaba, el manto nocturno se hallaba nubloso y la brisa era fría. Sin embargo, no se necesitaba la tenue luz de la luna con las luces rojas, naranjas, amarillas y de todas las tonalidades que podía haber en la ciudad de Tokio. Los edificios colosales y las calles transitadas al mayor.

   En un hotel en concreto, el Royal Backer, estaba un cansado pelirrojo que accedía al cuarto encorvado y repleto de cansancio. Usaba un suéter rojo con pelo artificial en la capucha, pantalones negros y debajo de la chaqueta usaba una camisa blanca unicolor. Su pelo rojo y sus ojos del mismo color resaltando su vestimenta, suspiró y se sentó en la silla giratoria junto al escritorio.

   Posteriormente, un chico alto de pelo oscuro azul y ojos claros del mismo color entró al cuarto, cerrando la puerta detrás de sí. Él usaba una camisa en V de color gris con tres rayas negras en el pecho, un collar de uña de guitarra y pantalones negros con una cadena colgando de su bolsillo. Él se quitó el saco azul oscuro y lo tiró en la cama, donde posteriormente también se dejó caer.

   — ¿Cómo te fue en la entrevista? —sonrió él pelirrojo, quitándose el abrigo y dejándolo en el respaldar de la silla.

   —Nada en especial —respondió con sus ojos cerrados, antes de mirar interesado al pelirrojo—, ¿Y a ti en el concierto?

   —Una pesadilla —sonrió él pelirrojo, rascando su nuca—, creo que no sirvo para esos shows... —confesó.

   —Por favor —suspiró con fastidio—, yo daría todo un día entero de mi vida solo para oírte cantar, como envidio a los bastardos que te oyeron —gruñó, apoyando su cabeza en sus brazos.

   Ittoki sonrió sincero, recordando lo frío que era anteriormente su pareja, ¿Cuánto había pasado desde que ambos terminaron la escuela Saotome? ¿Cinco, cuatro años? No lo sabía, pero ser adulto no era tan genial como antes él pensaba. Pero estar con Tokiya era lo único que lo motivaba a continuar trabajando cuando él solo quería un descanso.

   —No hables así de ellos, te has vuelto grosero desde que tienes veintiuno —reprendió Otoya, impulsando la silla para quedar frente a Tokiya, dándole un pequeño golpe en el muslo.

   — ¿Yo, grosero? —lo vio ofendido, Ittoki sonrió, viendo como Tokiya se reincorporaba para abrazarlo—. No sabes lo grosero que puedo ser —murmuró en su oído, hundiendo su nariz en el cuello y hombro de Ittoki, sacándole risas debido a las cosquillas de su respiración.

   —Y también te has puesto más calentón —murmuró con una sonrisa, cerrando sus ojos y apoyando su mentón en el hombro de Tokiya.

   —Sí pero —se reincorporó, Ittoki se quejó ligeramente al ya no sentir el calor de su novio—, ahora estoy muy cansado —besó la punta de su nariz.

   — ¿En serio? —alzó una ceja— Usualmente nunca pierdes oportunidad para una jornada de mimos —acarició el pelo de Tokiya.

   —Es que yo no quiero solamente mimos —apretó los labios Tokiya.

   Sus mejillas se coloraron ligeramente, — ¿Tú crees qué ya es momento? —cuestionó.

   —Hoy es nuestro quinto aniversario, yo creo que sí —se encogió de hombros.

   —Hmn... —Ittoki se mordió el labio— Después de mi regalo, ¿Si? —Tokiya asintió, alejándose. Él pelirrojo sacó de su bolsillo una pequeña caja blanca con un lazo color marfil, entregándosela al de pelo oscuro.

   Tokiya miró la caja con ternura, abriéndola como si fuera el más frágil objeto que jamás quisiera dañar. Al abrirla, sus ojos azules brillaron en ternura, — ¿Para mí? —habló sorprendido y pareciendo al borde de las lágrimas.

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