CARTA QUE NUNCA ENVIARÉ... de hace unos meses...
Hola, soy yo, aquel loco poeta que hiciste triunfar con tu sonrisa... creo que ya me reconociste, si estás de humor. Te invito a que me regales cinco minutos y leas mis desesperadas líneas...
Habiendo 7 mil millones de habitantes en este mundo, apareciste en mi vida...
Habiendo millones de mujeres en mi entorno, decidiste ser la dueña de mi herida
No sé cuántas veces estuve cerca de ti sin conocernos, Dios se reiría y diría, tan cerca, sin saber que son el uno para el otro...
Nuestra historia será como las de miles a lo largo de los tiempos, pero única a la vez, como las huellas de tus manos, manos que acariciaron mi espalda en las tardes de lluvia...
¿Las recuerdas? sé que si... Lo sé por que al menos me hice querer la mitad de lo que yo te amé... De lo que aún te amo...
Esas mañanas pintadas de rocío abrazado a tu cintura me hacían sentir el hombre más seguro, el del dominio de la palabra, el perfecto amante que podía hacerte el amor hasta con las palabras...
Si me vieras hoy... Llorarías de tristeza... ¿Por qué? pues no soy más que un triste disfraz de bufón, que vende su ilusión marchita, un triste payaso que se encerró en tu recuerdo y viste la esperanza con tu silueta... Con tu sombra.. Con tu olor impregnado en mis sentidos... Con tu nombre... Explotando mis latidos...
Quizás me engañe queriendo ser el mismo de ayer, pero el espejo demuestra un reflejo tan vago, mi mirada no destella luz como cuando te veías en mis ojos, mi voz ya no seduce, como cuando erizaba tu piel tomándote por la espalda y hablándote al oído... sigo tan diferente y tan igual... mi rostro se cubrió de experiencias fallidas, mis manos se canso de acariciar pieles ajenas, mi sangre dejó de correr por todas y cada una de mis venas... mi andar.. solo inspira penas...
Fue inútil disfrazarme de hombre aventurero, de sentirme un conquistador cuando siempre fui conquistado... por tu recuerdo, por tus palabras, por el eco de tu voz que sigue perturbando mi pecho... por los gemidos de pasión que aún siguen martirizando mi lecho...
Te preguntarás amor de mis amores por que te escribo después de tan tiempo...
Pues te respondo dolor de mis dolores, que mi fuego se apaga lento...
No pretendo que corras a mi lado y pongas mi cabeza a descansar sobre tu regazo
pero date cuanta mi niña, que mi vida se destroza pedazo a pedazo...
Me despido con la ilusión que mi amor será omnisciente...
TE AMO Y ESO ES SUFICIENTE