El sonido de la voz de la profesora ni siquiera la desconcentraba de su cometido, tenía un objetivo y aunque estaba en clase de matemáticas no había apartado la vista de su hoja ni un segundo, no sabía por qué, pero tenía que hacer eso, la musa la había seducido y debía acabar ese dibujo a como diera lugar, aunque estuviera en plena clase.
El timbre sonó y escuchó débilmente la voz de su profesora mientras ella paraba de dibujar, satisfecha con el resultado mientras asentía con la cabeza.
—¿Qué es eso?—Preguntó una voz masculina a su lado—¿Un perro?
Rin por primera vez desvió la mirada de la hoja en la que dibujaba para mirar al chico que había hablado, un chico de cabello castaño y ojos miel, con el rostro lleno de unas graciosas pecas que lo hacían ver inocente y risueño. Era su mejor amigo desde que había llegado a ese lugar, su nombre era Kohaku y debía decir que siempre iban juntos a todas partes, por lo que se conocían de sobra, conocían todas las inquietudes del otro y todos sus secretos.
—No lo sé, simplemente me entraron unas ganas locas de dibujarlo, últimamente es algo recurrente en mi repertorio de dibujos.
—Pensaba que lo más repetido en tu repertorio de dibujos era al mayor de los Taisho—Dijo el chico con una sonrisa pícara.
Los ojos Rin se abrieron de par en par y le pegó un golpe en el brazo, lo que provocó la queja instantánea del muchacho debido al duro golpe que le había propinado, aunque no por ello la sonrisa se esfumó de su rostro, le encantaba meterse con su amiga, cosa que era fácil siempre que tocara las teclas adecuadas, una de ellas Sesshomaru Taisho.
—Perdona, perdona... Es que me ha sorprendido el dibujo, es raro en ti que dibujes algo tan... ¿fiero?
—Sí, no sé, supongo que tengo mucha imaginación.
Rin dejó de mirar al castaño para centrarse en el dibujo. En verdad ese can parecía fiero, un gran perro de colmillos afilados y aspecto peligroso, de grandes garras y pelaje blanco, con una media luna morada en la frente que se difuminaba entre su pelaje. No sabía por qué lo había dibujado, pero no era la primera vez que lo hacía. Su abuela siempre decía que posiblemente ese perro fuera parte de otra de sus vidas, que podía ser un demonio que la había raptado en el pasado o algo que su yo de otra vida había visto con sus propios ojos, ella siempre se reía ante eso y le decía a su abuelita que los demonios no existían, que eran cuentos de otros tiempos para asustar a la gente, pero como no, la abuela Kaede, al igual que el abuelo Higurashi, tenía ideas raras sobre demonios y cómo enfrentarse a ellos.
—Por cierto, hablando de todo un poco, ¿qué tal llevas las mates? Para el examen final del jueves...
El rostro de la chica, que aun miraba el dibujo intentando recordar en qué lugar había visto a ese perro demoníaco, se puso blanco como la nieve, y sus ojos se volvieron hacia su amigo envueltos en horror.
—Por tu cara... no te acordabas del examen ¿verdad?
—¡¿Qué día es hoy?!—Gritó levantándose de la silla de golpe.
El muchacho intentó responderle, pero la chica comenzó a balbucear cosas que parecían dichas en otro idioma mientras revolvía su libro en busca de la respuesta a todas sus dudas. Provocándole un fuerte dolor de cabeza.
—¡Ay! ¡No entiendo nada!
—Eso es lo que pasa cuando no estudias...
—¡Explícamelo! ¡Por favor!
—¿Yo? Bueno...
El chico cogió un lápiz mientras empezaba a explicar de una manera bastante peculiar a la chica, quien con los labios apretados en gesto total de concentración no se estaba enterando de nada.
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El día que llegaste a mí
FanficSesshomaru siempre ha sido un chico frío y calculador, resentido con el mundo y con su familia. Su carencia de sentimientos lo ha llevado a permanecer en la soledad de su pequeño universo, pero... ¿Qué pasará cuando una dulce niña de ojos chocolate...