Cap. 7: Tengo que disculparme, ¿verdad?

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Desperté aturdido en mi habitación. La vista la tenía nublada y podía sentir el pulso del corazón en mi cabeza. Me palpé la frente y apreté los ojos con fuerza para que se difuminara el dolor, pero no desaparecía. Suspiré agotado y miré a mi alrededor. Todo parecía estar en orden. Solté un gruñido al notar un dolor en mi brazo, cuando me lo miré divisé un profundo corte. ¡Mira! Aún tengo la cicatriz. Sin darme yo cuenta unas personas estaban en la habitación.

—¡Gabri ya has despertado! Menos mal...—Era mi hermana.

—¿Cris? ¿Dónde están papá y mamá?

—Siguen en ese viaje de negocios.—Soltó desilusionada.

—Gabri tío no sabes el susto que nos has dado.—Evidentemente, era Clara. Me dio un cálido abrazo.—Malditos subnormales de mierda, ojalá se mueran.—Estaba... ¿Llorando?

—Eh tranquíla... estoy bien.—Se separó de mi con una dolorosa sonrisa.

Y ya solo quedaba una persona.

—Gabriel...

Dani.

—Dani... tu me salvaste, ¿verdad?—Desvió la mirada al suelo. Fue... frío.

—Me alegro de que estés bien.

Entonces todo se quedó en silencio. Sentía el cuerpo débil, sin fuerzas. Daniel me había salvado, estaba claro. Entonces, ¿Por qué se comportaba así? No entendía nada. En sus rostros encontré miedo. Miedo de perderme. La verdad es que eso me tranquilizó. Había... había gente que me quería, y que realmente me apreciaba. No quería volverlos a preocupar de esta manera.

Sin poder evitarlo mi estómago empezó a rugir.

Tenía hambre.

Cris, como si ya lo supiera, salió de la habitación y se fue a la cocina. Unos minutos después interrumpió en la sala con una manzana.

—No he encontrado nada más.—Me la entregó.

—Está bien.—Le di un bocado. ¡Estaba riquísima! En poco tiempo la terminé.—Gracias.—Ella sonrió.

—Yo... tengo algo que hacer...—Informó Clara.—Cris, avísame si necesitas algo.—Mi hermana asintió con la cabeza. Me miró a mí.—Descansa.—Me entregó una de sus deslumbrantes sonrisas, que yo le respondí con otra un poco más apagada.

—Creo que debería ducharme.—Comenté.

Daniel, como si se tratara de una orden directa, se levantó de la silla y salió apresurado de la habitación, le siguió mi hermana. Entré en el baño de mi habitación y me quité la sudada ropa. Me miré al espejo: tenía una pinta terríble. Con un sencillo suspiro entré a la ducha y encendí el agua. Cuando me cayó en la espalda me vino una imagen a la mente. La imagen de yo cayendo al inmenso mar, la imagen de Dani gritando mi nombre, la imagen de su cara de terror... Un escalofrío recorrió mi espalda. Yo... no quería causarle problemas, yo... yo solo quería ser felíz con él. Sin poderlo evitar unas lágrimas resvalaron por mis mejillas, que se mezclaron con las gotas de la ducha.

—Lo siento...—Murmuré con la voz rota.

Sacudí mi cabeza para evadir aquellos pensamientos y me enjaboné lo más rápido que pude. En poco tiempo salí de la ducha con una toalla alrededor de mi cintura.

Todo en el mundo era nuevo para mi. Después de casi palmarla vivir era... como haber nacido de nuevo. Esta vez no... esta vez no gastaría mi vida en tonterías. Me autoprohibí más lágrimas. Me autoprohibí más disgustos. No. A partir de aquél momento viviría como yo quisiera. A partir de aquél momento solo escucharía a mi corazón.

Sweetie (inacabada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora