_ ¿Quiénes son ustedes? _se pregunta a sí misma, tiene la boca abierta, los mira perdida y maravillada; no puede creer si lo que ven sus ojos real o no.
Se observan mutuamente antes de responder, temen asustarla más de lo que ya está, además, como explicarle algo tan complejo.
– Nos llaman de muchas formas –camina hacia ella; coloca un brazo sobre su hombro, la incentiva a caminar junto a él, y con dulzura le explica.
– Cuidamos sutilmente la vida en la tierra en todo su esplendor, en todas sus formas, sin interferir directamente; ya que, si lo hiciéramos, todo lo que conoces seria y luciría muy distinto.
– ¿Entonces...? ¿Son ángeles? –mira fugazmente posando después la vista al suelo.
– No exactamente. Nosotros decidimos estar un escalón por debajo de los ángeles; debido a que estos son muy puros no actúan en el mismo plano que nosotros y tampoco tiene cuerpos físicos, sin embargo, ayudan a una escala mayor, pero desde la fuente susurrándoles el camino correcto.
– No entiendo.
– Lo harás –levanta la barbilla del rostro de la pequeña niña.
– ¿Yo...? –las mejillas se le ruborizan– ¿qué puedo hacer yo?
– Mucho pequeña, mucho... –penetra su alma con tan sólo fijar sus ojos con la de ella, sus ojos son como el fuego, lámparas de luz que inunda de escalofríos.
Posa su mirada esperanzada en un cumulo de nubes en espiral que flota frente a ellos.
– La humanidad fue creada hace tanto... Cumpliríamos 1000 vidas de su sol según sus medidas de tiempo. Ustedes cometen actos aborrecibles y actos dignos de aplaudir, lo que siento por tu especie escapa a tu comprensión. Pequeña hermana, todo lo que tienes que saber es... –aspira hondo– que amo al ser humano; daría mi vida por ellos. Llevo cuidándolos desde su nacimiento en el universo. Llevamos... –precisa, vuelve con el brazo extendido señalando a todos sus demás compañeros– Es lo que hacemos todos nosotros.
No importaba cuantas veces se lo repitiera, el anciano ve en los ojos de la niña dudar de sí misma, temor y desconfianza. ¿porque no podía entender esta labor de gran magnitud? No. La joven alma no cree ser lo suficiente para lo que revela el maestro.
– Lo eres mi niña, eres tan capaz como cualquier otro ser en el basto universo –la reconforta con un prolongado beso en la frente.
Ella abre los ojos, pestañea. Contempla cada rincón, todo nublado; no sabe donde esta o como llego hasta ahí, pero tiene una sensación de paz en el pecho, intenta recordar que paso o como ha vuelto sin resultado. Tiene grabado en su mente la voz majestuosa del hombre que hace unos instantes le había hablado, no puede olvidar esa maravillosa voz paternal y como con cada palabra podía sentir su inmenso amor. Era como si la conociera desde ante que viniera al mundo, incluso antes siquiera que existiera su alma.
Suspira... aún está en shock. Para su corta edad empieza a ver las cosas más claras; en su corazón hay una mezcla de confusión y pasión, desea intentar, aunque el miedo esta entre su meta e inicio. Se levanta intempestivamente de la cama haciendo a un lado las sabanas celestes pensando frente a su ventana. Sus pupilas reflejan la hermosa noche estrellada y la luna llena blanca como la nieve, de pronto empieza sollozar, sabe perfectamente que no fue un sueño y con gran fervor le dice al firmamento...
– Lo intentare, sea lo que sea lo intentare. Lo prometo.
Muchas son las leyendas, cuentos, mitos y culturas del mundo; cada una narra la historia de seres fantásticos creadores de todo lo que existe, también de lo que no. Reciben tantos nombres, sin embargo, el nombre con el que se los puede indentificar son provenientes de Akasia y fargos. Dos entidades base, dos opuestos.