1 🔸 Black & White.

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Era un día lluvioso, con el cielo encapotado y el sol oculto en espesos nubarrones. Era el día ideal para quedarse en casa y no hacer nada, acurrucándose en la cama y mirando alguna que otra película en el portatil.

Cualquiera hubiera sucumbido a los brazos de Morfeo, tan solo de mirar a través de la ventana. Más aquel era un plan impensable para Marinette.

Aquella mañana, la muchacha iba a empezar a trabajar en un nuevo puesto de trabajo y eso la tenía de cabeza. Llevaba dos años en la empresa Gabriel's, realizando funciones varias como becaria y, después de tanto tiempo, había llegado el momento de que reconocieran su esfuerzo y compromiso con la compañía.

El mismísimo Gabriel Agreste había defendido la buena labor de la muchacha, ganándose su confianza y visto bueno, ofreciéndole un ascenso debidamente merecido.

No había entrado en detalles acerca de su nuevo cargo, simplemente le había sido comentado que sería la mano derecha de uno de los altos cargos de la empresa, asistiéndolo en los diferentes pendientes y temas a llevar a cabo.

— ¡Maldita sea! ¿Por que tiene que llover?

Marinette estaba hecha un manojo de nervios, correteando por todos los rincones de la casa con nerviosismo.

— Mamá, ¿has visto mi paraguas? — inquirió rebuscando por el salón- No lo encuentro.

— ¿No está en el recibidor?

La azabache se apresuró a la entrada, mirando de un lado a otro hasta que su mirada se posó en el mueble junto a la puerta, identificando el pequeño artilugio sobre la superficie de madera.

— ¿Vas a ir andando?

— No me queda otra. — lamentó colocándose una chaqueta de color negro y enfundándose unos tacones del mismo tono, mientras que debajo, un corto aunque elegante vestido rojo se ajustaba perfectamente a su silueta — El autobús pasó hace quince minutos, no puedo esperar otra media hora o llegaré tarde.

Sabine se aproximó a ella, que tan alterada terminaba de acicalarse la melena en una cola de caballo, y luego tomaba de las manos de su madre el paraguas, disponiéndose a salir por la puerta a toda prisa.

— ¿Lo llevas todo?

— Sí, todo en orden. — le dio un beso en la mejilla a su mayor, salvaguardándose de la lluvia al salir por el umbral mientras se despedía con un gesto de la mano.

— Buena suerte, cariño.

Ni siquiera se molestó a contestar, corriendo como alma que lleva el diablo mientras se intentaba proteger del aguacero que caía.

Estaba hecha un manojo de nervios. Apenas miraba por donde andaba, haciendo equilibrios a la vez que intentaba no meter los pies en algún charco. No tenía porqué temer, llevaba ya tiempo en el emporio y sabía perfectamente cómo desenvolverse en las diferentes situaciones que podían plantearse. Ya no era una mera principiante, no había motivos que la hicieran dudar de su valía.

<< Tú puedes, Marinette. No te dejes intimidar. >>

Al llegar a sitio, contempló con determinación el edificio, respirando hondo y mentalizándose antes de entrar con una sonrisa que destilaba confianza en sí mima.

Nada más poner un pie en la recepción, sintió como la inquietud se iba disipando al ver aquel familiar escenario, marchando a un paso decidido por los pasillos mientras se dirigía hacia el despacho principal. Al plantarse delante la puerta de dirección, llamó dos veces con una actitud receptiva y risueña, asomándose por la rendija al recibir el permiso de su gerente, que restaba acomodado en su silla detrás del escritorio.

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⏰ Última actualización: Jul 22, 2018 ⏰

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T R O U B L E M A K E R [+18] || Adrinette. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora