Parte 1, El comienzo.

15 1 0
                                    

    Lágrimas caían de sus ojos. Cada vez el lugar se inundaba más y más, y William no podía parar de llorar incluso si no estaba triste. Arruinaría la granja de su tía si seguía llenandola de agua de esa manera. Pero entonces, un milagro se presentó y unos duendes simpáticos lo ayudaron a dejar de llorar con una poción mágica, él agradeció y los invitó a comer algo de sopa en la granja, los duendes aceptaron, pero cuando se dirigían hacia allá, el piso comenzó a abrirse debajo de él y fue consumido por un universo de unos y ceros.
    Entonces abrió los ojos confundido, y parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz. ¿Dónde estaba? Lo último que recordaba era una granja... No, eso había sido un sueño. Miró a su alrededor en busca de respuestas, pero lo único que pudo deducir era que se encontraba en una especie de sala de hospital, repleta de radiografías del mismo cerebro una y otra vez. También había una de esas máquinas para medir pulsaciones, que con sus constantes "bips" declaraba que William seguía con vida. Había una puerta cerrada, con un cartel que decía "baño", y un escritorio con típicos instrumentos médicos, nada más. Nadie que le explicara donde estaba. Ni una nota, ni un audio de voz, ni un video, nada. Por un momento, William imaginó lo peor. Quizás lo secuestraron y le sacaron algunos órganos para verderlos por el mercado negro, o quizás un viejo científico loco lo había utilizado para experimentar la cura de una enfermedad. Quizás había perdido la memoria luego de una importante cirugía, o quizás...
    Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el chirrido de la puerta del cuarto abriéndose, dejando pasar a un joven albino de bata blanca, delgado y estresado. El chico pareció no notar al pelinegro, ya que se encontraba sumido en un papel y un lápiz en el cual parecía estar anotando algo importante. Cerró la puerta con el pie, tomó una silla, se sentó en ella y siguió escribiendo en el escritorio como si nada, mientras que de vez en cuando susurraba alguna que otra palabra. William lo miró medio curioso y medio asustado. Dudó sobre si llamar la atención del albino, pero, luego de pensarlo bien,  decidió no quedarse callado y hacerse notar para que le explicara algo, entonces tosió logrando, por fin, la apreciada atención del contrario. Pero el pelinegro no obtuvo la reacción esperada. El hombre se estremeció ante el carraspeo de su garganta y giró hacia él lentamente. Al verlo despierto, los ojos del doctor se dilataron y, tembloroso, salió corriendo de aquel cuarto. Extraño, pensó William, con la vista fija en la puerta por donde momentos atrás había escapado el doctor. Las reacciones deberían haber sido al revés, pensó nuevamente el pelinegro, se supone que el científico sabía de qué se trataba todo esto, pero entonces... ¿por qué se había mostrado tan asustado? ¿Acaso alguna de sus teorías era cierta y lo habían dejado deforme luego de las cirugías? Sólo podría averiguarlo cuando alguien se dignara a hablar con él.
    Los minutos pasaron y William comenzó a darse cuenta de cosas bastantes extrañas. Una venda cubría su ojo izquierdo y mitad de su cabeza, haciendo que durante ese tiempo estuviera viendo con un solo ojo, ¿cómo no se había dado cuenta? Quizás la anestesia todavía tenía un pequeño efecto en él que lo hacia estar confundido, pero no estaba muy seguro. Teorías volvían a cruzar como ráfagas de aire por su cerebro. Quizás la venda no tenía propósito de tapar el ojo sino la cabeza. Quizás había sufrido daño neuronal grave. Quizás esa parte vendada se había quemado, o quizás ni siquiera estaba ahí, y pasaría su vida siendo un fenómeno con, literalmente, media cabeza. Su miedo a que alguna de esas teorías se hiciera realidad lo obligó a pensar en otra cosa, la cual era el echo de que se sentía distinto. Se sentía inteligente, fresco, imparable. Por alguna razón sabía exactamente qué día era, qué hora era, y el clima de todos los países del mundo. Era raro saber eso y no recordar dónde estaba ni qué hacía allí, otra vez las teorías volvían a fluir, pero estas fueron interrumpidas por un portazo. Entró un señor que evidentemente pertenecía al ejercito, tenía una expresión de seriedad en su cara y por detrás de él se encontraba el doctor de antes hablándole de algo que William solo pudo escuchar a medias:

- ...así cuando llegué. Está completamente consciente y el daño en su cerebro es casi inexistente.

El que parecía un general dirigió su mirada hacia él, y una voz ajena en su cerebro dijo: posición firme para saludo al general Marsh. ¿Qué? ¿Quién había pensado eso? Miró al General aparentemente llamado Marsh confundido, este no cambiaba de expresión

- Darkhood, sé que está confundido, pero trate de escucharme.

Hizo una pequeña pausa y continuó:

- Comenzaré con lo básico: dónde estamos. En este momento estamos en el ala médica de la Aguja Pentagonal, en Estados Unidos. Usted se unió al ejercito, ¿recuerda? Firmó un contrato para ser parte de la segunda prueba con neuroprocesadores. Pero en su caso, no todo salió bien.

William temió lo peor. Tocó la venda que le cubría la cara con miedo. Ahora lo recordaba: su madre, el ejercito, los neuroprocesadores... Era por eso que se sentía tan poderoso, su cerebro tenía una computadora súper inteligente ahora. Marsh siguió hablando:

- Los primeros días luego de la operación, su cerebro se lo tomó muy bien. Pero luego de la primera semana, todo empeoró. No despertaba y su ojos izquierdo comenzó a tornarse completamente negro. No sabíamos lo que pasaba, hasta que las radiografías de su cerebro mostraron el gran daño que tenía. Su neuroprocesador se había adherido a zonas donde no se suponía que iría, una de ellas fue su ojo, pero esa era nuesta más pequeña preocupación, ya que sabíamos que con todo el daño, no despertarías jamás. Pero ahora lo hizo, por alguna razón, Dios le dio otra oportunidad. Te hicimos radiografías y el neuroprocesador volvió a los lugares donde debería estar. Dejó a todas las otras zonas en paz, menos una.

- ¿A qué se refiere?

Preguntó William, tratando de asimilar todo lo que le había dicho.

- Su ojo, Darkhood. Su ojo izquierdo está completamente ciego.

Su corazón dio un vuelco.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 26, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Insignia: el comienzo. × William AU! ×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora