Apresure mi paso sintiendo al frío helado colarse por mis prendas al entrar al viejo edificio, apenas traía bien puesta la camisa blanca que tanto había planchado queriendo estar perfecto para la ocasión, siendo al final la primer prenda en ser arrancada cuando puse un pie dentro del departamento.
Sonreí al reconocer el sabor único de sus labios, correspondiendo con la misma desesperación. Lo había extrañado, y demasiado para ser sincero.
Conocí a Erick unos meses atrás en uno de mis tantos viajes de negocios, estaba llegando tarde a una cena cuando choqué con él e hice que todas las cosas que cargaba cayeran al suelo. Tenía un humor de perros en ese momento, así que no me controle y solté cualquier tipo de barbaridades, claro que no me esperaba una abofetada que me diera el rostro vuelta unos noventa grados. Él me obligó a juntar cada una de sus cosas -las cuales eran puras libretas- y llevarlas hasta mi auto, porque sí, había sacado provecho usándome de taxi. Más tarde me confesó que estaba ansioso porque entrevistaría a un famoso jugador de fútbol, no sé muy bien en que momento aquello paso de una sutil plática a un muy directo coqueteo, tampoco sé como fue que, al llegar a su departamento, terminamos teniendo sexo en su sala. Pero lo que si sé es que aquello se repitió con frecuencia, bastante frecuencia.
Él me dijo; - si te gusta esto, es tuyo.
Y ni siquiera tuve que pensar en eso. Pues supe desde el momento en que lo vi sobre mi, balanceando sus caderas jadeante y sudado, con aquellos tentadores labios rojizos e hinchados susurrando mi nombre una y otra vez, que había encontrado a mi perdición.
- Te necesito -me susurró, su cálido y fresco aliento se adentró por mis labios entre abiertos antes de que su boca cubriera la mía. Lo tome por los muslos alzándolo, siendo envuelto por sus delgadas pierdas al instante.
Apreté la acaramelada piel entre mis dedos mientras me dirigía a ciegas hacia la habitación donde tantas veces habíamos sentido el infierno con la mente en el cielo.
Lo tumbe sobre la cama con delicadeza, y de la misma manera mis manos tallaron su atractiva figura; anhelaba tanto poner mis manos sobre su piel. Observe con lujuria las únicas prendas que traía puestas, sonriendo ladino al ver una tentadora braga de encaje negra intentando ser cubierta con una de mis camisas, e inevitablemente me arrodille entre sus piernas admirando el desastre de suspiros que se había vuelto con tan solo mis besos.
Los primeros botones desprendidos dejaban a la vista sus clavículas y parte de su pecho, yo no tarde en deslizarme sobre él para marcar cada rincón expuesto. Él gimió bajo cuando una de mis manos se colo bajo la prenda acariciando de forma tortuosa su pelvis, mientras mis labios torturaban la zona norte de su cuerpo.
Lo sentí estremecerse. Sonreí.
Sus piernas volvieron a tomar mis caderas para pegarme aún más a él haciéndome sentir su erección, fue entonces que fui consciente de la manera en la que mi estúpido pantalón de vestir aprisionaba mi miembro, y alejándome lo suficiente de él me deshice de la prenda quedando con tan solo mi ropa interior. Erick jadeó, con sus manos repartiendo caricias en mi espalda y su cabeza escondida en la curva de mi cuello, fue mi turno de jadear cuando succionó la zona.
Nos volteé haciendo que quedara tumbado sobre mi pecho y en un rápido movimiento alcé mis caderas con fuerza oyéndolo gemir contra mi piel. Sus manos se entrelazaron tras mi cuello con sus dedos perdiéndose en mis hebras oscuras, las mías continuaron con las caricias por unos segundos antes de bajarlas hacia su trasero y apretarlo a mi antojo, sintiendo como llenaba mis manos a la perfección.
Él meneó sus caderas sobre mi como una súplica y solo eso hizo falta para que mandara mi poco control a volar. Tome su cintura deteniendo el movimiento, Erick entendió e instantáneamente se deshizo de mi boxer con ayuda de mis pies, dejando libre a mi hinchado y adolorido miembro.
Gateó sobre mi hasta llegar a mi pecho, inclino su rostro manteniendo sus malditos ojos sobre los míos y lentamente su lengua se asomo, el aire se atasco en mis pulmones cuando la deslizó sobre mi piel. Yo me jodí. Esa jodida mirada sensual me había atrapado desde el primer momento.
Tiré mi cabeza hacia atrás cuando, acomodando mi erección entre sus nalgas, comenzó a balancearse levemente clavando sus uñas en mi pecho. Deje que tomará el control; él quería explotarme y se lo permitiría. Siempre le permitiría todo.
Pero, en cuando mi nombre salió de sus labios justo sobre mi oído, todo se fue al diablo. Arranqué de un tirón su braga y sin medir mi fuerza metí dos dedos en su interior, su entrada se apretó ante la brusquedad. Aguarde hasta que lo sentí moverse contra mi mano, entonces agregué uno más. Comencé a mover mis dedos fingiendo penetraciones, él aumento el ritmo de sus movimientos dejándose caer sobre mi pecho.
- Joe-ah... -gimió aferrándose a mis hombros. Gruñí al verlo de aquella forma; tan hermoso y desesperado por más. Siendo tan perfecto de una manera imperfecta.
- ¿Eres mío?-pregunté ronco debido a la excitación, él gimoteó.
- Soy tu-¡ah!-tuyo.
Cuando sentí que era suficiente y que mi miembro iba a explotar, quite mis dedos recibiendo un gemido en protesta, pero en cuanto alineé mi longitud en su entrada y arremetí contra él, Erick gritó formando una perfecta "o" con sus labios. Sus uñas se clavaron en mi piel, arañando en respuesta a cada fuerte embestida.
Joder, se siente tan bien estar dentro suyo.
Me moví como sé que le gusta; rápido y duro. Flexione mis rodillas y abrí sus cachetes queriendo llegar más profundo, queriendo que él me sintiera dentro suyo más fuerte que nunca. Sus gemidos se volvieron cada vez más altos, transformándose en gritos cuando hallé su próstata.
Erick se abrazó a mi cuello en busca de un soporte y yo tome sus labios entre los míos al sentir el ya conocido cosquilleó en mi vientre, tener sus paredes apretando mi miembro era demasiado. Aceleré aún más mis estocadas dando repetidas veces en su punto dulce y él se apretó con fuerza a mi alrededor corriéndose entre ambos abdómenes. Mi cuerpo entero se sacudió al venirme dentro suyo.
- Me... -jadeó, sonriendo- me debes una nueva braga.
Yo reí- las que quieras.
.......
estaba escuchando "Put my hands on you" de mi bebé Dean y salió esto. Igual me encantó, pa' que mentirles, creo que es la primera vez que quedo conforme.
ayós.
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Put my hands on you ↳ JOERICK OS
Short Story- si te gusta esto, es tuyo. ♡ Contenido homosexual. ♡ One shot.