Rocío a penas se podía creer lo que estaba por venir, hacía un mes que había ganado un concurso en Tuenti para pasar un día entero con su ídolo, nada más y nada menos que el artista mundialmente conocido Abraham Mateo, aunque ella prefería llamarlo cariñosamente Abri. Para participar solo tuvo que conseguir que su comentario en la página Abraham Mateo Music fuera el más votado, y removió cielo y tierra para que todos sus agregados la votaran.
Abraham era su razón de vivir, podía jurar que se sabía la letra de todas sus canciones y estaba realmente orgullosa de ello. Y es que Rocío había sido una de las primeras abrahamers, ya que todavía era capaz de recordar aquella vez en su casa, cuando la pequeña pelrroja se quedó prendada de aquel niño tan adorable que iba a cantar al programa de Juan y Medio. Lo había apoyado y lo apoyaría desde siempre. Eso era algo que nunca le faltaría a Abraham por parte de Rocío: APOYO.
El autobús que la conduciría hasta el punto de encuentro con el cantante se estaba retrasando, y eso hacía que Rocío se impacientara. Cuando al fin lo vio aparecer por la esquina se levantó del asiento que ocupaba alisando, nerviosa, su camiseta y subió al interior del vehículo. Ese día, Rocío había complementado su outfit con una gorra colocada con la visera hacia arriba, sin taparle el sol de la cara, justo como solía llevarlas Abraham. Llevaba su melena pelirroja recogida en una trenza a un lateral, sus ojos azules enmarcados con un poco de máscara de pestañas y una chaqueta de chándal moderno, cumplía todos los requisitos del look de princesa traviesa. ¿Quién sabe lo que podría terminar pasando entre Rocío y Abraham?
Cuando el autobús llegó a su destino, Rocío bajo nerviosa y ansiosa a la vez. En cuanto puso un pie en el suelo pudo verlo a lo lejos, esperándola sonriente. Se acercó con pequeños pasos hasta él.
- Hola Rocío. – La saludó.
Ella no lo podía creer, ¡se sabía su nombre!
- Hola Abri. – Respondió tímida.
Abraham condujo a Rocío hacia la zona donde estaba preparado el picnic y ambos se sentaron en el mantel rojo y blanco que se encontraba dispuesto sobre el césped. El cantante alargó el brazo y sacó un par de sándwiches de la cesta de mimbre y le ofreció uno de ellos a Rocío, quien lo aceptó sin ninguna duda ya que esa mañana, con las prisas y los nervios, había olvidado desayunar, y ahora se sentía realmente hambrienta.
- Bueno, así que tú conseguiste 472 votos, ¿eh? – Le preguntó.
- Sí. – Sonrió ella tímida. – Y también te he agregado varias veces a Tuenti, pero no me aceptaste ninguna. Pero una vez me diste favorito en Twitter y ese fue el día más feliz de mi vida hasta hoy.
- Es que son los productores los que llevan mi cuenta de Tuenti y no me dejan agregar a nadie más. – Se disculpó él. – Pero yo, sin duda, te habría aceptado.
- Abri, digo, Abraham, quiero que sepas que te voy a apoyar siempre. – Confesó Rocío. – Y que bueno, cuando publicaron tu WhatsApp en las redes sociales yo te hablé, pero porque no podía dejar pasar esa oportunidad.
- No pasa nada. – Respondió comprensivo. – Y puedes llamarme Abri.
- Tú puedes llamarme Rocius.
Charlaron de varias cosas mientras se terminaban los sándwiches, pero sobre todo hablaron de música y de los gustos que compartían. No podían dejar de mirarse el uno al otro.
- Venga, vamos a hacer una selfie para inmortalizar este momento.
Abraham sacó su móvil del bolsillo e hizo una foto con la cámara interna en la que salía él depositando un beso en la mejilla de Rocío. El chico, rápidamente, subió la foto a Twitter con el siguiente mensaje:
“@AbrahamMateoMus: Estoy con la preciosa de @_RocioFdez, ¿quién sabe? Puede que sea ella mi princesa traviesa.”
En cuanto la notificación llegó al móvil de Rocío, abrió el tweet para marcarlo como favorito y retweetearlo. Pero mientras miraba embobada la foto sonriendo, su móvil volvió a vibrar notificándole una nueva mención:
“@Maria_Capilla: La tramposa de @_RocioFdez ahora va de guay por estar con mi Abri después de haber trucado el concurso de Tuenti.”
Los ojos de Rocío enrojecieron y se llenaron de lágrimas mientras leía el tweet de María, y Abraham no tardó mucho en darse cuenta de ello.
- ¿Qué pasa? – Preguntó.
- Es que mi mejor amiga está enfadada conmigo porque cree que hice trampas para ganar el concurso. – Respondió una triste Rocío mostrándole el tweet.
- No te preocupes, seguro que lo arreglaréis, pero ahora María está celosa porque esta oportunidad es única. – Los brazos del chico rodearon a Rocío y la estrecharon contra su pecho. – Rocius, no llores por favor.
Después de dar un largo paseo por el retiro en el que Abraham había estado consolando a la adorable pelirroja, se encontraban sentados en uno de los bancos, abrazados entre ellos. Él acariciaba con cuidado el brazo de Rocío, trazando pequeños círculos con la yema de sus dedos mientras ella se dedicaba a disfrutar al máximo de ese momento. Esa experiencia era única, y sabía que jamás podría llegar a olvidar ese emocionante día, y aun ni se imaginaba lo que estaba a punto de ocurrir. Abraham se irguió un poco para poder mirar directamente a los ojos azules de la chica.
- Rocius, he estado pensando, y me gustas mucho, y se nota que tú me quieres muchísimo y que me vas a apoyar siempre, así que, ¿te gustaría, definitivamente, ser mi princesa traviesa?
Rocío no podía creer lo que acababa de escuchar, mil mariposas revoloteaban en su estómago haciéndole cosquillas mientras la alegría corría por sus venas. Lo miraba incrédula, sonriendo y con lágrimas en los ojos, así que se armó de valor y respondió.
- Por supuesto que sí.
Lentamente, Abraham se fue acercando a ella, reduciendo cada vez más el espacio que quedaba entre ellos, limitándolo a milímetros. La respiración de Rocío se agitó, y podía notar como el corazón del chico también latía rápido y fuerte. Sus alientos se abrazaron, y, como en un sueño, sus labios llegaron a rozar los de la pelirroja en una suave caricia. Y todavía les quedaba una cena en el Vips.