La femme fatale

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Después de lo que me dijo el Agreste menor, me marché a casa con la intención de bañarme, ponerme algo cómodo, pedir una Flammkuchen, y después jugar Mario Bros.

Sí ya se, que raro que una chica juegue esas cosas

Me puse a jugar un poquito en mi consola, y en eso estaba cuando me entró una llamada de la oficina. El Agreste quería que a las ocho de la noche lo acompañara a una junta con unos rusos, ya que, aunque Gabriel era políglota, no sabía ruso.
Me pidió que me arreglara muy bien de modo que mi belleza se acentuara. Lo hice, me puse un vestido color amarillo naranja, como el color de la piel de los duraznos, acentuando mi cintura pequeña, mi trasero grande y bien formado, y, aunque no era escotado, mis senos resaltaban provocativamente. Me puse mi reloj, y un hermoso collar de aguamarinas, herencia de mi abuela.

No quise usar mis anteojos pues la idea era verme sensual

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No quise usar mis anteojos pues la idea era verme sensual.
El Agreste dijo que mandaría a buscarme con un chófer privado que el tenia, en un auto de su casa, para más seguridad para mí. Estuve lista a las 7 30, tiempo suficiente para maquillarme la cara. Como quería lucir natural pero muy sensual, mi maquillaje era discreto, pero trate de marcar mucho los labios, llegando a tener un estilo semejante al de Megan Fox. Era algo semejante a una Megan Fox parisina.

Llego el chófer por mi, llevándome pronto a un restaurante con tema acuático, parecido a los que hay en Dubai. El restaurante se llamaba algo así como Le Chateaubriand.
Llegue y pedí ir a la mesa del Señor Agreste, me llevaron a una mesa que estaba exactamente delante de un estanque que tenía hermosos ejemplares de peces, camaroncillos, hipocampos y estaba perfectamente imitado el arrecife.

Gabriel ya había otra ordenado la comida, había pequeños emparedados de pan de centeno, rellenos de jamón serrano y queso de cabra, ravioles rellenos de espinaca y platos con sirloin.

Mis ravioles son mejores pero bueno, estos no están mal.

Gabriel me sirvió porciones de todo un poco y me preguntó si quería beber algo.

- Una Coca Cola para empezar.
- Deberías probar el Luces de la Habana, es delicioso.

Acepte la sugerencia y pedí uno para mí, el pidió un martini seco.

Esta cosa está deliciosa, aunque siento que me está achispando.

El trago estaba delicioso, y seguramente me ayudaría a relajarme pues, a veces tratar con personas de otros países me pone nerviosa pues, nunca se sabe si mi lengua artificial es tan buena como la que ellos tienen de nacimiento.

Pronto llegaron los rusos, uno de ellos se llamaba Vladimir Vulchanov, el cual iba acompañado de una chica rusa, aparentemente diseñadora también, llamada Irina Zolta.

Gabriel observaba callado mientras yo charlaba con ellos sobre la comercialización, tiraje, confección y sobre qué clase de colaboración tendrían ellos con nosotros en las colecciones venideras. Todo parecía marchar excelente. Pronto se marcharon los rusos, quedándonos en el restaurante, únicamente, Gabriel y yo.

Terminamos de cenar y me preguntó si no me apetecía otro cóctel Luces de la Habana. Respondi que si, aunque ya me había tomado unos 4, pues, aunque tiene una carga alcohólica, su sabor es parecido al de un jugo multifrutos. Tenía un sabor parecido al Arizona de Kiwi Fresa, combinado con el de sandía, y con un toque de piña, pero con un deje de Midori. Aunque también llevaba ron de Coco.

El iba apenas por su segundo martini, lo cual me hizo sospechar un poco pues, yo estaba ya un poco bebida, y el no. Lo que me hacía pensar que, quizás quería aprovecharse de mi.

Si es así, hágalo pronto...

El empezó a mirarme intensamente con sus ojos grises, haciéndome perder un poco el control sobre mis manos.

- Eres muy bella, Nathalie, bella e inteligente, además de eso muy eficiente.

Dijo eso acariciando mi mentón y mirándome fijamente, haciendo que el turquesa de mis orbes se fundiera con sus grises. En ese momento no supe si seguiría hablándome así, o si me robaría un beso. No hizo ninguna de las dos,pero sinceramente, al causar esas miradas de su parte, me sentí una auténtica Femme Fatale.

De assistant à épouse d'un millionnaireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora