Capítulo 17: "Tormento"

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"AMOLAD es propiedad de The Snipster"

Tomás bebía un sorbo del vaso de whiskey que llevaba en la mano, y meditaba por qué odiaba a Des, sus recuerdos lo trasladaron a la universidad en donde lo envidio de sobre manera, era para él fastidioso saber que el millonario nació en una cuna de oro, que sus padres eran una pareja de suizos muy atractivos con fama en los negocios hoteleros, los cuales lo habían inscrito en el mismo instituto que a él, a todo mundo llamó la atención el jovencito de delgada figura y altura excepcional, por lo que de inmediato se volvió popular: él era un joven que tenía becas para mantenerse en la costosa universidad de Yale, su sangre era estadunidense, sus abuelos eran británicos lo cual se notaba en su estatura de casi un metro noventa y ocho, casi cinco centímetros por encima de Des, quien al verlo se sonrojaba de inmediato.

Nunca entendió a su compañero y sus constantes miradas furtivas, pensaba ver una mueca de desdén en sus ojos cuando estos se alejaba de los suyos, y para su mala suerte el maestro de Finanzas los asigno al proyecto final juntos, por lo que para su fastidio tuvo que trabajar con aquel engreído, pero a pesar de sus prejuicios que se asomaban ante cada día que se reunían en la biblioteca de la academia, Des Aeva no era un prepotente o un presumido como él había imaginado, si no que era un chico caballeroso y con un código de ética intachable, que congenio con él de inmediato.

Y así el pobre y el rico se hacían amigos.

Reuniones, juntas académicas, salidas de fin de semana, y muchos encuentros de estudios fue lo que los volvió los mejores amigos, mientras con la fama y dinero de Aeva pudo tener muchas mujeres hermosas, con cada una notó como este se volvía huraño con la compañía de los otros a su alrededor; como si Des lo celara del resto del mundo.

Comenzó a sofocarlo...

Al graduarse, él tuvo la idea de hacer las cafeterías Ardent, pero necesitaba algo muy importante...dinero.

— Creo que es una buena idea Tom, déjame ser tú socio — dijo Des al escuchar la idea de su mejor amigo, mientras buscaba su chequera, el hombre frente a él estaba asombrado, mientras se dejaba caer en la silla de vinipiel negra en su oficina, Aeva estaba feliz de verlo sonreír de la manera que lo hacía, lo amaba, le fascinaba que fue el único amigo sincero en sus años universitarios, pero él no sabía leer las personas, no entendía que solo era una marioneta en los planes de Natt.

A pesar de las advertencias de sus padres quienes no confiaban en Tomás, iniciaron el proceso de construir la idea de Natt, Aeva estaba emocionado, la idea de una cafetería para jóvenes que disfrutaría un café antes de la universidad era emprendedora, y fue un éxito, de un momento a otro ambos eran millonarios por cuenta propia, el joven Aeva podía quitarse los prejuicios de sus padres, y Natt tener la vida que tanto había envidiado de Des.

El tiempo paso, y el negocio floreció de manera vertiginosa, y mientras Des permanecía fiel a sus ideales, Natt comenzó a tener excesos y lujos que le nublaron el juicio, las mujeres pasaron por su cama una tras otra, y Aeva permaneció soltero para sorpresa de la sociedad que era despiadada en criticar cualquier cambio que no fuera a favor de las ideologías de la época.

— ¡Vamos!, Vega está loca por ti, Des — le dijo con una copa de vino en la mano, mientras Des permanecía con varios contratos en su escritorio sin prestarle atención, con los viajes de su socio el chico se dio cuenta que su mejor amigo estaba lejos de su alcance, su secreto amor por él se fue esfumando al mezclar el trabajo con su amistad, cada chica que veía en las fiestas con Tom, fue lo que destrozo su corazón, solo los unía la sociedad en el negocio que ambos habían formado.

— Los demás socios escogerán el presidente de la compañía — murmuro Des acomodando los papeles, al prenunciar esas sencillas palabras la atención de Tomás se centró en él — Votaran entre tú y yo, ¿Qué opinas de eso?

Miradas (AMOLAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora