CAPITULO 3
CIGARRILLO MATUTINOUn trueno retumbo en el cielo callando por unos instantes el sonido de las perennes gotas de lluvia, sus ojos observaron el cielo justo en el momento en que resplandecía a causa de un relámpago. Hizo una mueca de fastidio y bajó la mirada al encendedor que parecía no querer cumplir su función.
—Vamos, no puedes hacerme esto —masculló con un cigarrillo en los labios—, me moriré de frío si no enciendes.
Volvió a intentarlo hasta que una chispa brotó del pequeño utensilio para ser seguido por una pequeña llama, sonrió satisfecha al ver como el cigarrillo comenzaba arder. Guardó el encendedor y dio una gran calada sintiendo como el humo recorría su boca hasta sus pulmones proporcionando un poco de calidez a su frío cuerpo.
Dejó salir el humo y se concentró en los autos que pasaban frente a ella; llevaba cerca de quince minutos esperando a Jessica y unos treinta minutos desde que había salido de aquel departamento, por lo que estaba comenzando a desesperarse. Metió una mano en su abrigo y rozó algo metálico, tomó el objeto en sus manos y lo sacó para verlo.
La metálica cámara espía se asemejaba a una USB, aún estaba asombrada por las cosas que podían vender en internet y a un precio muy bajo. Dio otra calada y cerró los ojos. Los recuerdos estaban tan nítidos y frescos en su cabeza que podía reproducirlos una y otra vez, rememorando el instante en que aquella chica grito el claro nombre de un chico sin pudor alguno, dejándose llevar por el orgasmo que le había provocado y la sensación de plenitud después de un salvaje encuentro.
Tiró el cigarro de mala gana al suelo y lo aplastó.
Se sentía de mal humor al saber que la chica la había confundido con otra persona, considerando el hecho de que cuando la invitó a pasar a su departamento se abalanzó sobre ella llamándole por su nombre y diciendo lo mucho que necesitaba de una buna sesión de sexo para cerrar con broche de oro aquella noche. No se pudo negar. Aunque sabía que esa radical y súbita decisión se debió a cierto castaño que había estado de casanova con la rubia insinuosa.
Eso le provocaba rabia, había sido participe de innumerables infidelidades y venganzas, pero en todas ellas sus parejas le alababan su gloriosa actuación en la cama y terminaban gritando su nombre con éxtasis. Jamás habían dicho otro nombre.
Metió la pequeña cámara en su abrigo con molestia.
—Hola muñeca —una ronca y profunda voz le llamó—, ¿qué haces tan solita a estas horas de la madrugada?
Rodó los ojos fastidiada, era lo último que le faltaba para aumentar su mal humor; llevaba esperando durante mucho tiempo con frío, mojada, desvelada y frustrada sexualmente, además que había aplastado su ultimo cigarrillo sin tan siquiera haberlo terminado.
«Genial, Stephanie, genial. Desperdiciaste tu último cigarrillo»
Soltó un largo suspiro tratando de no girarse y propinarle una patada en la entrepierna al imbécil que, estaba cien por ciento segura, la estaba comiendo con la mirada. No había sido buena idea llevar su vestido más corto y provocativo aquella noche.
—¿Tienes un cigarro? —cuestionó para mantener la calma.
Si al menos le daba un cigarro podría perdonarle la vida y quizá por primera vez haría uso de su taser correctamente, ya que la vez que lo utilizó contra Jessica en una de sus muchas aventuras no contaba.
—No, no traigo una cajetilla —dijo el hombre con voz lasciva—, pero si me acompañas a la tienda de la vuelta puedo darte unos y algo más.
—No, gracias—contestó con indiferencia—, ni en tus mejores sueños me iría contigo.
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SCARS
Short StoryLa vida nunca es justa, la mayoría de veces uno encuentra consuelo en formas poco convencionales, pero al fin de cuentas cumple con la función principal... Y es olvidarse de la cruda verdad de la vida. A veces, los vicios pueden tornarse peligrosos...