Uno

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Louis tuvo una adolescencia muy tormentosa, sus compañeros lo veían como un costal de boxeo ¿Porque? Quizás por su aspecto físico, su peso era su mayor complejo, los lentes no le favorecían y ni que decir su atuendo.

Sus compañeros se dedicaban a acosarlo día y noche, su madre siempre lo veía llegar con claros golpes en sus brazos y hasta con la ropa extremadamente sucia y incluso rota, Louis nunca le dijo a su madre lo que ocurría pero siempre inventaba una nueva excusa.

¿Porque no creerle al pequeño ojiazul?

Su único deseo era salir de la secundaria para iniciar de cero, durante todos esos años se había dedicado a ahorrar centavo a centavo para una cirugía láser en sus hermosos orbes, su madre le decía que era incorrecto pero Louis sólo anhelaba dejar de lado sus torpes y estúpidos lentes que sólo lo hacían lucir como una rata de laboratorio, odiaba su aspecto.

Al salir de la secundaria cumplió los dieciocho años y no pudo estar más feliz.

¿Porque? Porque su madre no podría meterse más en sus decisiones, el podría hacer lo que quisiera con su cuerpo, al día siguiente de su pequeña fiesta de cumpleaños en el cual por cierto su madre había preparado un pequeño pastel, donde su padre le mandó unos cuántos dólares y también recibió un suéter de su abuela. Exactamente al día siguiente agarró todos sus ahorros y se dirigió en silencio con un doctor especialista en operaciones láser.

Louis no tenía miedo del dolor, el doctor le había mencionado que el dolor era soportable pero aún así Louis no sentía miedo, lo importante era dejar de usar sus lentes, no pedía nada más, pasaron un par de horas en los cuales el doctor se dedicaba a hacer todo el procedimiento correcto.

Dolía.

Definitivamente por un par de minutos Louis se debatía en que quizás ese dolor no valía la pena ¿en que estaba pensando? Dolía...dolía y dolía mucho.
Finalmente el proceso había terminado ¿valdrá la pena? Louis nunca había logrado ver sus ojos debido a los lentes, lo peor es que era medio día, tenía los ojos parchados y con vendas evitando todo contacto con la luz. Sus orbes estaban claramente dañados y debía tomar sus pastillas cada cuatro horas, una dosis demasiado fuerte para su gusto.

No tenía de otra, debió pensar en llamar a uno de sus amigos, pero oh sorpresa...no tenía amigos.

No tuvo de otra que pedir ayuda a su doctor y llamar a su madre, la cual pegó un grito de miedo y enojo al saber que su hermoso y pequeño Louis estaba en un hospital.

¿Podrían culparla? Claro que no.

En la larga espera por su madre sintió como alguien se sentaba a su lado.

"lindos labios..." fue lo único que escuchó, Louis se sobresalto y intento palpar con sus manos a quién quiera que fuera.

"Q-quien..."

"tengo mis prácticas en este hospital...me graduare en unos días"

"Eso es bueno..."

"¿Cómo te llamas?"

Y Louis sólo podía pensar que esa voz era la más sexy y sensual que había escuchado en toda su vida.

"Louis" casi pudo sentir como el sujeto esbozaba una clara sonrisa.

Lo siguiente que sintió fue un tirón en una de sus orejas, genial su mamá. Louis tiró un chillido de dolor intentando apartar a su madre.

"¡¡¡LOUIS TOMLINSON!!! EN QUE ESTABAS PENSANDO AL HACERTE ESA MALDITA CIRUGÍA!!!"
El más pequeño solo bajaba la cabeza avergonzado y suspiraba, quería llorar pero el doctor le dejó claro que no debía hacerlo, podría dañar sus ojos y seria peor, sólo soltó un suspiro y se dedicó a asentir a los forcejeos con su madre, la cual por cierto no dejaba de gritar a los cuatro vientos que quemaria el hospital entero si se enteraba que su muy amado hijo volvía a pisar el lugar.

Quizás fue un poco exagerada.

Por otro lado cierto rizado observaba todo con una mirada atenta y burlona, sólo suspiró y en muy fondo de él dijo que lindo niño.

Desde entonces la madre de Louis se dedicaba a cuidar a su primogénito, las pastillas y los cuidados eran intensos y los seguía al pie de la letra, dos días después se enteró del porque de la decisión de su hijo, comprendió y prometió llevarlo a terapia, así era su madre, una persona dulce y comprensiva.

Las dos semanas de recuperación fueron un éxito y ahora Louis manejaba unos lentes oscuros de prueba para ver que todo estuviera bien, fueron días pesados en los cuales Louis se levantaba a altas horas de la madrugada gimiendo de dolor por los piquetes que sentía en sus ojos, las pastillas lo tenían durmiendo mucho tiempo y los labios se le resecaban demasiado.

Pero ya todo había terminado.

El doctor le entregó un espejo y Louis por fin pudo verse, sus orbes eran azules y muy claros a decir verdad, le encantaba como se veían.

Sus labios formaron una sonrisa enorme y siguió observando sus orbes. De verdad eran hermosos.

Los días pasaron y por fin pudo recuperarse del todo, su madre y el iban a terapia y todo parecía ir demasiado bien.

Louis inicio sus estudios en modelaje pero no le iba demasiado bien por su cuerpo, no tenía lo requerido, sin embargo no se dejó vencer y comenzó a ir al gimnasio, comía menos y según su madre estaba bien mientras no se mate de hambre, en medio año pudo llegar a su peso exacto, no necesitaba más. Definitivamente todo le salió como el deseaba.

Por otro lado de la historia se encontraba Harry, el rizado había logrado sus metas y ahora se encontraba en la cima de su carrera, abrió su propio consultorio y su sala de operaciones era simplemente perfecta.

Todo estaba demasiado bien, demasiado perfecto a decir verdad.

Manual de seducción by: Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora