Contemplando una vieja foto, solo pude apreciar algo que inevitablemente era un deleite para mis ojos.
Una hermosa figura adornaba la imagen, que a su vez, generaba una inexplicable sensación en mí, pero que simplemente me hacía sentir muy bien.
Y es que la figura que adornaba la imagen no se trataba nada menos y nada más que la de mi madre, la razón de mi existir por lo que era inevitable no asombrarse con tan esplendorosa foto.
Curiosamente, esta foto fue tomada en el mejor momento de su vida, la sonrisa que tiene en la foto es la prueba de lo importante que fue esa época para ella.
Se veia radiante, joven y despreocupada. El café de sus ojos y cabello contrastaba con el hermoso tono de piel que tenía, poseía una hermosa figura, delgada pero sutil que aumentaba aún más su belleza.
Sin embargo, el rasgo más característico de ella, se trataba de un hermoso vestido.
No era el vestido más elegante o más caro, pero era muy importante para ella.
Ella siempre lo usó en los momentos más importantes de su vida, ella amaba ese vestido y representaba una parte de su vida.
Siempre me generaba curiosidad ese vestido pero no me sentía lo suficientemente capaz de preguntarle por ello.
Recuerdo la ocasión en que lo llevó a una lavandería y le estropearon su vestido, nunca la había visto tan enojada sus mejillas estaban realmente rojas, fruncía el ceño y sus labios, algo que no era para nada característico de ella.
Por error la mujer de la lavandería aplico blanqueador lo que hizo que el vestido se destiñera, perdió su tono característico algo que hizo enloquecer a mi madre.
Finalmente, no sé como se las ingenio mi madre para arreglar el vestido. Yo entre en valor y firmemente le pregunte el porque apreciaba tanto ese vestido.
Se quedó perpleja luego de unos segundos relajo su expresión, se sonrojó un poco, luego exhalo y decidió contarme. recuerdo muy bien sus palabras.
-¡Los niños de ahora si son bastante curiosos!, (Sonrió levemente). Este vestido es una parte de mi vida, no creerás todos los sentimientos que hay detrás de el.
Curiosamente, ahora fui yo la que me quede perpleja, ella continuo hablando.
-¡Este ha sido el mejor regalo que me han dado en toda mi vida!, y no pudo haberme lo regalado otro más que tu padre.
-¿Mi padre?
-sí, tú padre. Irónicamente al comienzo deteste este vestido, recuerdo haber puesto mala cara cuando me lo regaló. Sin embargo tu padre era Sastre y el mismo lo confeccionó para mí, decía que me veía preciosa , me hizo sonrojar bastante.
Por educación lo acepte y simplemente lo arrume en mi armario... (Se ríe con ironía).
De repente todo fue silencio, se quedó quieta por unos segundos. Luego se levantó y se desplazó hacia la ventana, me dio la espalda y retomó la plática.
-Sabes, a veces la vida no es como algunos la pintan (Habla con una voz temblorosa), generalmente solo entendemos la importancia de las cosas solo cuando estas se ausentan.
La salud de tu padre poco a poco fue empeorando, algunas doctores aseguraban que la vida de tu padre podía acabar en cualquier momento.
para mi, verlo cada día era un tormento, nunca había llorado tanto en mi vida, el detestaba que yo llorara por lo que el y yo vivíamos siempre con una sonrisa fingida.
Recuerdo mas que nada el día en que murió, temprano en la mañana las nubes grises parecían que te anticipaban desgracias. Tenia un poco de afán por lo tenia planeado vestirme con lo primera que encontrase. Para mi sorpresa, cuando abrí el armario mis ojos se enfocaron en el vestido que el había confeccionado para mi.
No lo pensé mucho y, me lo coloque. Rápidamente, me dirigí al hospital, cuando llegue a su cuarto senti un aura un poco familiar, entre y el estaba descansando. Las cortinas estaban abiertas, extrañamente cerca del hospital estaba haciendo un sol radiante, y a su vez, este entraba por la ventana y cubría todo su cuerpo.
Noto mi presencia y rápidamente despertó, sonrió levemente y me dijo: -¡Vaya!, veo que decidiste usar el vestido que confeccione para ti, realmente luces hermosa con el.
Mi cuerpo y en especial mi corazón se detuvo, Una extraña sensación recorría todo mi cuerpo, pero se sentía cálida y agradable todo mi mundo se detuvo, hace mucho que tu padre no me hacia un cumplido y más en esa condición. Cuando finalmente regrese en si.
Vi a tu padre durmiendo con una leve pero hermosa sonrisa que adornaba su rostro. Sin embargo el sueño en el que entro jamas se terminaría... él simplemente, murió.
¿Quien diría que esas serian las ultimas palabras de tu padre?. Entre en una etapa en que la tristeza se apodero de mi ser, tu no recuerdas nada porque tan solo eras un bebé... Pero sabes, tu padre odiaba verme triste y tu también. Llego un momento en que el llorar no era una opción, supongo que había llorado lo suficiente como para purificar mi alma.
Los días pasaron, y poco a poco fui asimilando la realidad. Recuerdo que una amiga me animo y me invito a una pequeña reunión, decidí ir solo para olvidarme de todo, quizá entre trago y trago olvidaría mis penas.
No le puse mucho detalle a mi aspecto, y decidí colocarme cualquier cosa que encontrase.
Nuevamente abrí ese viejo armario, cuando sentí un aura que hizo que todo mi cuerpo temblara.
Cuando levante la mirada solo pude enfocarme en algo, y a su vez miles de recuerdo llegaron a mi.
Y era de nuevo ese vestido, no dude en colocármelo y recordar sus palabras, me miraba al espejo y me sentía feliz, sentía que el estaba a mi lado y me brindaba la seguridad y fortaleza que había perdido, a donde fuese me gustaba usar este vestido sentía que me conectaba a tu padre (Se gira y sonríe).
Yo quede asombrada y lo único que hice fue devolverle la sonrisa a mi madre...
-De repente sentí que alguien me tocó la espalda, luego murmuro: -Señorita ya casi es la hora de partir hacia el cementerio, ¿No quiere darle un ultimo vistazo al ataúd de su madre?. -Muchas gracias, en un momento voy.
Me dirigí hacia el ataúd, puse las manos sobre el y de repente empece a llorar sobre el ataúd.
la mire de arriba hacia abajo, luego recordé su petición.
-Sabes el día en que me muera quiero llevar puesto este vestido, me gustaría reunirme con tu padre portando el vestido que tanto amaba.
Y aquí estas madre, usando el vestido que tanto el como tu amaban, el vestido que te acompaño en tus mejores y peores momentos, en el que siempre luciste tan radiante, pero, es curioso, la vejez y la muerte han marchitado tu belleza y han hecho lo mismo con el vestido, sin embargo aun siento esa aura cálida que siempre fue tan característica tuya.
Luego entendí que tu verdadera belleza no era tu apariencia, no fue lo que enamoro a mi padre y a mi. ¡Oh madre!, tu verdadera belleza es tu... esencia.