Quiero ser libre

10 1 0
                                    


Hunter x Hunter NO ME PERTENECE.

Este es un trabajo de ficción y ningún beneficio es obtenido más que placer personal por escribir.

Un regalo de cumpleaños para una amiga muy especial. Feliz cumpleaños Liz.


*****


«Ya no puedo más».

Todo su cuerpo dolía. Sus piernas temblaban y apenas podían sostenerlo. Sus manos trepidaban y hacían un esfuerzo sobrehumano para sostenerlo a la pared y no caer sobre el húmedo suelo. Llovía a borbollones y la poca ropa que traía encima estaba completamente mojada pero no importada. Tenía que huir, alejarse, poner la mayor distancia posible de ese... remedo de ser humano.

«Solo un poco más, solo...».

No tenía ni la menor idea de donde se encontraba, hacía demasiado tiempo desde la última vez que había visto la luz del sol. No recordaba. La sola ilusión de alguna vez poder ser libre lo había mantenido cuerdo a pesar de los golpes... de los abusos... del maltrato psicológico... Quería pensar que en algún momento alguien lo rescataría... que volvería a ser libre... y al final, él mismo había tenido que huir por su propio pie. Había sido un evento completamente fortuito. ¿Suerte? ¿Destino? No importaba, solo el hecho de que la cerradura había sido dejada abierta...

No sabía qué hora era, solo que era de noche, las nubes cubrían por completo el firmamento. Caminó lentamente sin soltarse de la pared, se sentía febril y la visión comenzaba a fallarle

«No puedo desmayarme... no ahora».

Una silueta se dibujó frente a él. Algo le dijo pero no alcanzaba a entender lo que le estaba diciendo.

―Oye, ¿te encuentras bien?

Era una voz grave, masculina. Un fuerte relámpago iluminó la ciudad. Trastabilló, despegándose de la pared y cayendo entre los brazos de ese desconocido.

―¿Estás herido? Te llevaré al hospital.

―¡No! ―gritó entre la tupida neblina que rondaba por su cabeza―. Hospital... no... Me encontrará... ―Empezó a temblar sin parar. Se sujetó de los brazos del hombre y alzó la voz―. ¡Me encontrará!... No... puedo...

Las fuerzas comenzaron a fallarle. Estaba exhausto y no pudo mantenerse de pie. Antes de darse cuenta, la neblina se enturbió, oscureciéndose por completo. Había perdido el sentido.

***

¿En qué momento se le había ocurrido tomar ese atajo hacia su casa? Era tarde, sí, estaba cansado de tanto trabajo en el hospital, sí. Pero, ¿por qué justamente esa noche se le había ocurrido tomar un poco transitado atajo hacia su casa sólo por ahorrarse cinco minutos de recorrido?

Se había desviado por una callejuela y justo en ese momento había comenzado a llover, menos mal que había traído su sombrilla con él. Las nubes negras se arremolinaron rápidamente sobre la ciudad, cubriéndola de un manto oscuro por completo. Los pocos transeúntes corrían para guarecerse de las gélidas aguas pluviales. Leorio no tenía ninguna prisa en realidad, solo las ansias por poner a descansar sus agotados músculos después de una agotadora jornada de veinticuatro horas en el hospital. Al menos tendría tres días de descanso antes de regresar.

Amaba su profesión. Toda su vida había querido ser doctor y al fin, hacía tres años que había obtenido su licencia y casi inmediatamente había obtenido una plaza en un reconocido hospital en el centro de la ciudad. Había sido difícil acoplarse al principio. Tratar pacientes de la vida real, largas horas de desvelo y la misma competencia entre los empleados, pero al final siempre se veía recompensado con el conocimiento de que, al menos hoy, había salvado una vida. Era en extremo gratificante.

Quiero ser libreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora