—¿Michael Gordon Clifford?
—Sí, soy yo.
—¿Por qué tiene el cabello rosado en esta foto y ahora...
—Es una larga historia.
—Bueno, ¿Nos acompañarías? Hay alguien esperando por ti en el otro lado de la ciudad.
—No importa, he recorrido mucho para detenerme ahora.
—El coche nos espera.
Camine junto a Dereck y David hasta subir al coche. Habían pasado dos meses desde aquel verano, fue casi imposible encontrarla, si no fuera por David, jamás hubiera tomado ese vuelo desde Australia hasta Brooklyn, Nueva York.
...
—¿Por qué tengo que vestirme, mamá?
—Tu padre y tu hermano traerán visitas, tenemos que estar listas.
—¿Qué clase de visitas?
—No sé, quizás alguien que te alegré el día.
—No lo creo.
Odiaba las sorpresas de mi hermano y mi padre. Seguro era Chris, mi molesto primo que decide mudarse con nosotros y cambiarse a mi escuela, a mi mismo año. ¿Por qué todos estaban tan felices hoy? Quizás es porque se está acercando diciembre y el frío ya está afectando sus cabezas.
—¿Qué se supone que deba usar?
—Siempre me gusto como te quedo ese vestido beige con marrón, resalta tu color de piel y te hace ver tan hermosa, hija.
—¿Con estos zapatos? —Señale los tacones marrones.
—Te verás encantadora —beso mi frente—, ya verás que te encantará nuestra visita.
...
—¿Cómo te sientes? —Dijo David para romper el silencio del coche.
—Asustado, han pasado dos meses.
—Yo dije que no era buena idea reunirlos.
—Papá, _____ ha hablado de este chico desde que regreso de Australia, ¿Por qué no sería buena idea?
—Porque Michael no se quedará por siempre aquí.
—Ya me he graduado y prometí quedarme todo el mes de diciembre si ella lo desea, puedo quedarme en un hotel, realmente no me importa dónde dormiré.
—¿Por qué quieres tanto a mi hija? —Dereck detuvo el auto en una bomba de gasolina, giró para poder ver con exactitud mi expresión al responder su interesante pregunta. Había esperado esa pregunta desde que me pregunto mi nombre.
—Porque, disculpe si lo incomodo con esto señor pero, su hija es lo mejor que me ha pasado. Usted lo ve como algo de simples adolescente pero le pediría que le regala más tiempo a _____, ella necesita ver que le importa.
—Ella me importa.
—Jamás le pregunto cómo se sentía sobre nosotros, jamás le dijo que quería conocerme, nunca se intereso en el primer novio de su hija.
—Es cierto papá, tampoco estuviste cuando lloraba.
—¿Lloraba? —Dijimos Dereck y yo al mismo tiempo.
—Por ti, por Michael, duró así tres días hasta que mamá le dijo que necesitaba regresar a sus clases de baile. Necesitaba reencontrase con ella misma. Necesitaba dejar atrás todo el verano y los problemas contigo papá.
...
—¡Ya llegaron! —Grito mi madre desde la cocina.
Arregle mi corrector, que horribles han sido estos dos meses, casi ni duermo, ya debería considerarme zombie. Me puse de pie y estiré mi vestido, puse mis altos tacones. Que incomodo es caminar con ellos, me siento en el aire y no sé como manejarlos, aunque según yo, lo hago bien.
—¡Ya voy, madre!
Baje cada escalón con miedo a caerme, estaba tan concentrada en el suelo que no me di cuenta de a quién tenía en frente de mí. Me sostuve hasta el último escalón.
—¿Necesitas que te ayude?
Esa voz, no puede ser que esté escuchando esa voz. Levante mi mirada y estaba ahí, Michael. Mis piernas comenzaron a temblar, él me agarró a tiempo para no tropezar y caer. Nuestras miradas estaban unidas y todos en casa estaban callados, esperando que alguno de los dos dijera algo.
—Hola —dijo mientras sonreía.
—Hola —dije al fin.
—Luces... —logré ponerme de pie y dejar que admirará mi vestido—, más hermosa de lo común.
—Gracias.
Sentí como toda la sangre en mi cuerpo se acumulaba en mis mejillas. El chico de el mejor verano de mi vida está parado en frente de mí. Con un extraño nuevo color de cabello. Reí al ver que se parecía a Cruella de Vil, él también río y señaló su cabello.
—Lo sé, es gracioso.
—Me gusta —lo toque—, más que el azul.
—¿Y el rosado?
—¿Cuántos colores has tenido en el cabello? —Mi madre sonrió mientras hacía esa extraña pero razonable pregunta.
—Más de lo que he querido, señora.
—Puedes llamarme Miranda.
—Hermoso nombre, como el de su hija —volvió a mirarme, ¿Cómo puede alguien causar tanto en mí?
—Los dejaremos solos por unos minutos, ¿No es así, Dereck?
—Claro, ya confió en él. Vamos David.
—Suerte —me sonrió.
Mi hermoso hermano, seguro él sería el responsable de este encuentro. Sí, la mejor sorpresa de todas. Aunque no podía moverme, lo veía tan detalladamente que no podía creerlo, él estaba aquí, junto a mí.
—¿Cómo viajaste desde Australia hasta...
—Se hacen locuras por amor, ¿lo recuerdas? —Asentí—. Yo no he sido el mismo en estos dos meses, ¿Por qué nunca llamaste?
—Porque sabía que iba a llorar si te llamaba.
—Prefiero ser yo él que te escuche llorando por mí, a que sea otro y diga que yo no merezco tus lágrimas. Aunque en verdad no las merezca, quiero ser el único que pueda limpiarlas y escucharlas.
—Pero estabas muy lejos.
—Ahora no lo estoy, puedes llorar en frente de mí.
—En este momento lo que menos quiero es eso.
—¿Puedo... —abrió sus brazos, yo asentí y recibí su hermoso abrazo—. Te he extrañado tanto.
—Yo también, ¿Cómo has estado?
—Sin ti, nada ha sido igual.
—No quiero que te alejes pero no quiero volver a perderte.
—No lo harás, no lo permitiré. ¿Lo entiendes? —Tomo mi mejilla y beso lentamente mis labios— te adoro con todo mi corazón.
—Feliz navidad.
—Feliz primero de diciembre —volvió a besar mis labios.
Fin.
M
