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La tarde era un sueño teñido de luces naranjas y amarillas que iban perfectas con el vino oscuro y los manjares sobre la larga mesa. Manjares que habían sido preparados específicamente para impresionar a sus invitados, invitados que no se dejaban impresionar tan fácilmente. Después de todo, esta no era solo una visita común y corriente.

Uno de ellos, el Señor de los Dragones, apenas si había tocado bocado; glacial e inexpresivo, se había acomodado en una de las butacas más distantes a Arthur, ensimismado en sus pensamientos, analizándolo todo como era su costumbre. Por otra parte, Conde Vladimir, era gustoso del banquete y especialmente del buen vino, que disfrutaba con cierta desmedida, pero que no repercutía en su hábil lengua al hablar o se reflejaba en su rostro ya sonriente, era como si fuera la primera copa que bebía con toques de elegancia extraña, aunque en realidad ya era la segunda botella. El Conde no había dejado de hablar de sus negocios, de los talismanes que eran su fuerte y las mil y unas historias fantásticas de hadas malvadas que eran populares en sus tierras últimamente.

Alfred no podía acostumbrarse a ninguno de los dos, eran muy diferentes a Arthur. Tan únicos.

-Es una lástima que Emil se haya perdido de la cena.

Comentó Arthur aprovechando la oportunidad que le había dado Vladimir con un momentáneo silencio.

-Lo siento Arthur. No quiero faltarte al respeto.-Dijo enseguida Lukas.-Aun es joven y además es muy tímido.

-Pensé que se llevaría bien con Alfred.

Alfred sin querer se tensó al escuchar a Arthur pronunciar su nombre.

-A mi parecer sus "protegidos" son exactamente un reflejo de sus maestros.-Dijo Vlad retirando un poco su copa que estaba a punto de vaciarse, pero el fantasma que era Alice esa noche, no dejaba que eso sucediera. Ella era tan eficaz como diez personas que trabajaban en silencio y discretamente a la vez.-¿Se imaginan si Alfred hubiera terminado con Lukas? -Cuestionó Vlad divertido por la idea.-Hubiera terminado con el nombre ancestral de algún viejo dragón del cielo y no un nombre tan...-Pauso un momento.-Esperen...

Arthur suspiró sabiendo lo que se venía a continuación. El brillo en los ojos del Conde indicaba que se aproximaba una travesura.

-Arthur ¿Te molestaría si Alfred se entretiene un poco?

Arthur cruzó sus dedos sobre la mesa, delante suyo.

-Adelante.

-¡Bien! -Dijo y mirando a Alfred le llamó con una sonrisa.- Alfred ¿Te gustaría conocer mi magia?

Alfred arrugó la frente un segundo.

-Es solo magia barata.-Comentó Lukas tal vez para despreocupar a la joven cría de dragón.

-¡No es solo magia barata! ¡Ven Alfred! No te preocupes de aquel mago gruñón y ese aburrido guardabosques.-Le animó Vlad y Alfred se levantó de su asiento, no muy convencido, fue hasta al lado del Conde Vlad.-Ven, déjame leer tu nombre ¿Si?

-¿Mi nombre?

Repitió Alfred confundido.

-Si, tu nombre verdadero. Los magos, hechiceros o cualquiera que presuma saber una pizca de magia, sabe que todo en este mundo tiene un nombre verdadero, las rocas no se llaman rocas solamente, el viento, el agua, las plantas, los dragones, cada elemento posee un nombre por el cual responde y, si lo sabes, Alfred, tendrás control sobre ese elemento sin importar que sea.-Explicó Vlad emocionado.-¿Lo entiendes?

Cría de DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora