Gracias a todos por su apoyo y disculpen la demora.
Haida cerró la puerta tras de sí, colocó las llaves sobre el estante de la cocina y echó un vistazo al apartamento de un solo ambiente que era, al mismo tiempo, comedor, dormitorio y sala de estar, todo en uno. Tras más de una semana enfermo y fuera de casa, vio que lucía exactamente como lo había dejado: hecho un verdadero desastre.
Había platos sin lavar en el fregadero de la cocina, la cama permanecía sin hacer y la mesita del centro estaba cubierta con envases de comida instantánea y latas de cerveza; había ropa sucia tirada sobre la alfombra y una bolsa con desperdicios junto a las puertas del armario.
—Hogar dulce hogar —suspiró Haida con ironía, quitándose la chaqueta y colgándola en el perchero de la pared.
Tras sacarse los zapatos y dejarlos en el recibidor, cruzó la estancia, que en ese momento se hallaba en penumbras, y se detuvo frente al ventanal ubicado en el extremo opuesto; descorrió las cortinas, las que habían permanecido cerradas durante toda su ausencia, y la luz inundó la habitación, revelando, entre otras cosas y en medio del desorden, su preciado bajo eléctrico.
En seguida, hizo lo mismo con uno de los ventanales; lo abrió a todo lo que daba y dejó pasar un poco de aire fresco, que buena falta le hacía al lugar.
Pero más que luz o aire lo que en verdad necesitaba su apartamento era una buena limpieza. Y se la habría dado inmediatamente de no ser porque había algo mucho más importante que debía hacer primero.
Sin más demora, sacó su celular del bolsillo y envío a su compañera y fiel confidente en el amor el siguiente mensaje:
Haida_11:56 Ya estoy en casa~ 🏠
A los pocos segundos su teléfono empezó a sonar con una de sus canciones punk favoritas, Teenage Kick, al mismo tiempo que aparecía en pantalla el nombre de su amiga.
—Vaya, vaya, no creí que me llamarías tan rápido —dijo Haida al contestar el teléfono—, ¿o acaso extrañabas mucho hablar conmigo?
—Ja, ya quisieras —respondió Fenneko con su sarcástica forma de ser—. Difícilmente me acuerdo de extrañar a mi familia, y eso que a ellos no los veo tan seguido como a ti.
—Auch, que fría eres. Con que dijeras un simple "no" habría sido suficiente.
—Eso te pasa por preguntar tonterías —le reprochó en tono de broma—. Pero bueno, ¿qué estás esperando? ¿Me vas a decir qué sucedió ese día entre tú y Retsuko o tengo que sacártelo a la fuerza?
—¿Ah sí? ¿Y qué harás si me niego? ¿Chantajearme?
—Créeme. No querrás averiguarlo.
Mientras hablaban, Haida había estado paseándose tranquilamente por el apartamento, andando de aquí para allá, con una mano metida en el bolsillo de su pantalón y la otra sosteniendo el teléfono cerca de su rostro; hasta que las inquietantes palabras de su amiga le hicieron detenerse y reír con nerviosismo.
—S-sí, puede que tengas razón. En ese caso prefiero decírtelo por las buenas. Además, vas a estar muy orgullosa de mí cuando te lo cuente.
—Eso ya lo veremos.
Como si acabara de ser desafiado, Haida tomó asiento al borde de su cama y empezó, sin más preámbulos, a contarle de manera más o menos concisa qué es lo que pasó en la habitación del hospital, luego de que ella los dejara completamente a solas. Le contó acerca de lo difícil que fue al principio encontrar las palabras adecuadas, y de cómo finalmente logró confesar lo que sentía, diciéndole a Retsuko lo mucho que le gustaba.
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El Amor Cuenta (Descontinuada)
RomantikEl amor es como la contabilidad; tiene sus costos, pero también sus beneficios. Tras la ruptura con su novio, Retsuko recibe la inesperada confesión de quien menos se lo imagina. Temerosa de un nuevo fracaso, ¿valdrá la pena dar una segunda oportuni...