Capitulo 4

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 Albus tenía que admitir que su estadía en Hogwarts comenzaba a ser muy buena, pero había un enorme problema, y se llamaba Prudence Stauffweer. Ella era una chica de una familia de sangres puras venida de Irlanda, y como Hillary, era la primera en ir a Hogwarts.

 La chica era muy grosera y se sentía superior, pues era una de las favoritas de varios profesores por su inteligencia, pero Rose y Scorpius casi llegaban a su nivel. También intentaba bajarle la moral a Hillary, la cual sonreía y se iba, aunque en dos ocasiones ya había visto a la chica llorando muy entrada la noche en la sala común.

Y esa semana, fue la clase de vuelo.

Habían separado las clases. Las casas de Ravenclaw y Hufflepuff subían las escaleras con rostros de satisfacción cuando las casas de Slytherin y Gryffindor bajaban casi corriendo. Pero entre ellos, había excepciones.

Albus, por ejemplo, iba de mala gana. Nunca le gustó volar, pero le gustaba el deporte. En casa de su abuela, cuando iban de visita, sus padres y varios tíos habían intentado enseñarle, pero el rehuía esos momentos, encerrándose y leyendo libros con su tío Percy.

Hillary iba s su lado, animándole. A la chica le encantaba volar y era fanática del deporte, pero decía que no tendría suficiente práctica como para presentarse a las pruebas el próximo año.

En cambio, Rose y Scorpius discutían.

La chica era fanática de los Tornados, cosa que desquiciaba a su padre, pues él era fanático de los Chuddley Cannons. La pelirroja era muy buena jugando, y por lo general jugaba como cazadora en las reuniones familiares.

Scorpius en cambio, no tenía equipo favorito, pues pensaba que todos tenían algo especial. El muchacho, según lo que decía, sabía volar bien, y jugaba con su padre cada que podía, pero no le gustaba entrar en detalles. No era muy expresivo.

Al llegar, ya los esperaban varias escobas posicionadas con treinta centímetros de separación entre cada una. Y más allá, vieron a quien sería su profesor de vuelo.

Era alto y de aspecto joven. Sonrió y eso hizo que el sol arrancase destellos de sus dientes blancos.

—Hola, chicos—sonrió aún más—. Mi nombre es Clayton Velásquez. Seré su profesor de vuelo y me verán como árbitro en los partidos de Quidditch. Ahora, todos colóquense junto a una escoba.

Los chicos lo hicieron. Albus vio de reojo como Prudence sonreía con suficiencia al ver al chico nervioso.

—Coloquen su mano sobre la escoba y diga, ¡arriba!

El aire se llenó de niños gritando “¡arriba!” pero sólo pocos lograron hacer lo que se suponía debía pasar.

La escoba de Scorpius flotó hacía su mano con suavidad, al igual que la de Rose. Hillary tuvo un pequeño problema porque no estaba concentrada, pero lo logró al tercer intento. En cambio, Albus no podía hacer que la escoba dejase de dar vueltas en el suelo.

Después de varios intentos, todos los alumnos fueron instruidos por Clayton, todos los alumnos montaron las escobas mediante las indicaciones del joven maestro. Les corrigió la postura a algunos. Clayton se detuvo a ver a Prudence, la cual charlaba con una chica feísima de ojos negros y cabello igualmente negro.

—Si no corriges la forma en la que tomas el palo y la posición de tus piernas al despegar, lo más seguro es que te estampes contra el suelo al despegar—dijo él.

La piel blanca de Prudence tomó un color verdoso. Hillary sonrió y Albus y Scorpius contuvieron la fuerte carcajada, mientras que Rose casi cae.

—Bueno, ahora, manténganse firmes—indicó—. Den una patada al suelo y suban sólo dos metros por ahora. Si veo mejoría, comenzaremos a subir más y después a hacer carreras. A la cuenta de tres. Uno… Dos… Tres…

Albus Potter y el juego de las sombras (Año 1)Where stories live. Discover now