°•°• Amanecer.•°•°

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I know you, I walked with you once upon a dream...

Tenía otra vez ese sueño, esa dulce voz que solía aparecer en la misma parte de la ilusión... era la voz de mamá...

—¡NAMJOON, OPPAA!—chilló su hermana menor, quién se adentraba en el que era el cuarto de su hermano mayor corriendo con sus cortas piernas, haciendo que el sonido de sus pequeños zapatos contra la madera del piso acabara con el silencio que reinaba en el espacio del varón, obligándolo a salir de su siesta.

—¡Namjoon oppa!— la pequeña, insistente, subió a la cama del castaño para poder moverlo de manera algo brusca y asegurar así el despertar de su hermano.

Y aunque este ya había escuchado a la pequeña dama sobre su cama, se negaba a abandonar aquel hermoso sueño, privando a sus orbes negros del exterior con sus párpados, sin embargo, le era imposible volver a su estado de reposo con la menor eliminando cualquier rastro de tranquilidad.

—Kim Roseanne, déjame dormir. — enunció el joven con la voz aún ronca por el sueño mientras era agitado por su hermana.

—¡Ayúdame, es de suprema urgencia!—

El ojinegro se sentó en la cama tallando sus ojos al escucharla.

—¿Y ahora qué puede ser de  "suprema urgencia"?— replicó Namjoon mirando a la más joven, ella siempre usaba esa expresión para dramatizar después de haberlo escuchado diciendo esa misma frase en situaciones que de hecho sí eran de suprema urgencia.

—Debo arreglarme para la fiesta de hoy.— bajó de la cama con cuidado de no arrugar su vestido azul y tomó el brazo izquierdo del mayor para que se levantara.

—¿Qué?, ¿qué fiesta?— la cuestionó mientras se levantaba al sentir el agarre en su brazo algo confundido repasando sus memorias al no encontrar razones para una celebración.

—El conejo Dolly me invitó a su fiesta de té con la osa Bailey. — cuando lo vió de pie, se apresuró animada al armario viejo de Namjoon, tomando un pantalón negro que seguro quedaría bien en él y parándose de puntitas para alcanzar una de las camisas ajenas sin mucho éxito, por lo que comenzó a saltar con su brazo derecho estirado intentando llegar a esa camisa, que, definitivamente, iba con los pantalones seleccionados.

Se tranquilizó un poco al enterarse de que se trataba únicamente de otra de las fiestas de té de su hermana, negó con una sonrisa y fue a ayudarla a bajar su camisa del gancho.

—¿A qué hora debemos llegar? — rió levemente poniendo sus ropas sobre la cama, le gustaba hasta cierto punto complacer a su hermanita.

—Es a las cinco, Nam, cinco de la tarde en punto, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—De acuerdo

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≈ El Último Príncipe ≈ || NJ ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora