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Katrine Rask.

Apenas eras las cuatro y treinta de la mañana cuando me encontraba despierta colocandome unos tenis deportivos para realizar mi rutina de ejercicios.

Hoy tendría que ir al Palacio para mi asignacion y que mejor que prepararme desde temprano.

Después de correr casi tres kilómetros tomé una refrescante ducha.

Eran las seis en punto cuando salí de la casa de seguridad para dirigirme al Palacio donde de seguro me esperaban ya.

Vistiendo pantalones formales y una camisa de botones blanca y un saco a juego con el pantalón.

Mi cabello estaba perfectamente arreglado hacia atrás, portaba en la espalda un arma, y en mi tobillo un cuchillo, sabía que debería dejarlos al entrar al Palacio pero nunca se saben de los peligros que hay antes.

Tomé un taxi y le di la dirección a la cual llegamos en menos de veinte minutos.

Pague y baje admirando aquel Palacio el cual no veía desde que salí de aquí, es uno de los lugares más turísticos.

-Su identificación señorita- me detuvo un guardia -Y deje su maleta con mi compañero- hice lo que pidieron de inmediato.

-¿Asunto?- pregunto otro de los guardias.

-Soy recluta- saque los papeles de mi saco y la coloque frente a ellos.

-¿Armas?... señorita Rask- leyó el nombre en la tarjeta.

-Una Beretta APX y un cuchillo en el tobillo derecho- levantó mi saco y pantalón.

-Tendrá que dejarlas aquí señorita Rask, dentro se le proporcionará el material necesario para sus deberes- entregue mis armas y por fin pude entrar.

Aquel lugar era grande, fácil podría perderme si no fuera porque en el avión me aprendí de memoria el mapa del Palacio, cortesía de Elliot, al cual no había llamado aún.

Saque mi movil, aún faltaba media hora para mi junta con el Rey y el Príncipe, así que llamaría a Elliot.

-Katrine...- dijo Elliot del otro lado de la línea -¿Como va todo?- pregunto.

-¿Te desperté?, lo siento, olvide el cambio de horario- realmente me sentía apenada, como olvidaría un detalle como ese.

-No. Apenas iba a darme una ducha y descansar- bostezo. -Pero dime ¿Como va todo?-

-Bien, voy llegando al Palacio, en media hora me reunire con el rey y su jefe de seguridad- mordi mi uña, y luego me reprendió mi consciencia.

-Suerte con eso, ve prepárate y recuerda se tu misma, se que puedes lograrlo- sus palabras subieron mi ánimo.

-Gracias- musite débilmente mi voz se estaba quebrando.

-Llámame cuando te den tu asignación- y eso devolvió una sonrisa a mi rostro.

-Lo haré, te quiero papá-

-Y yo a ti pequeña- y con eso ambos colgamos.

Mire frente a mi e identifique que me encontraba en el ala oeste del Palacio, para mi buena suerte una mujer del servicio pasaba.

-Disculpe- dije.

-¿Si?- respondió aquella mujer.

-Vengo a una asignación, me podría decir donde debería esperar- apreté mi maleta más a mi, este sería mi hogar por un largo tiempo.

-Claro, sigame, una habitación está a su entera disposición- abrió la puerta la cual tenía marcado el número dos, le agradecí y entre, faltaba menos tiempo para mi reunión y mis nervios crecían.

¿Cuanto tiempo estaría aqui? Esa era mi única duda.

Besos, Sam. ❤

El Príncipe De Dinamarca (DISPONIBLE COMPLETA EN "SUEÑONOVELA")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora