Pasó hace un par de años, cuando tenía diecisiete.
Me levanté un día a las cinco de la mañana como es normal, pues tardo un par de horas en llegar a la escuela desde mi casa, la calle aún estaba oscura y daba la sensación de haber salido tarde por la noche y no temprano en la mañana.
Fui a la misma esquina donde espero el camión cada mañana, a unas dos cuadras de mi casa y me senté en la misma banca blanca en la que siempre lo esperaba.
Estaba preparando mi playlist cuando ví al camión pasar por el rabillo de mi ojo y rápidamente levanté mi mano para pedir que me recojiera, tomé la mochila de la banca y subí al camión lo más rápido que pude sin detenerme a ver si era el camión correcto, aunque no parecía que me hubiera equivocado.
Le pagué al conductor y volteé mi cabeza para ver dónde me iba a sentar; para mi sorpresa el camión venía vacío, lo cual era raro porque más o menos a esta hora el camión ya tiene gente que necesita ir a todos lados, pero sinceramente no podia quejarme, tenía mucho espacio para mí solo.
Me senté hasta el fondo, del lado de la ventana, para que me diera el viento y así dormir un poco antes de clases, me puse mis audífonos y recargue mi cabeza sobre el marco de la ventana, cerré mis ojos y para cuando me di cuenta me había quedado dormido.
Desperté de golpe, sudando, sintiéndome extremadamente incómodo y con esa sensación de haber olvidado algo en casa. La cartera, las llaves, algo importante.
Revise mi reloj; me había quedado dormido de más y ya habían dado las ocho de la mañana, ya iba tarde a la escuela y probablemente ya me había pasado por mucho del lugar donde se suponía que yo me tenía que bajar, entonces levanté la mirada, aún no había luz de sol fuera de la ventana, es más, ni siquiera estaba seguro de si afuera hubiese algo más que no fuera una densa oscuridad fuera del camión.
Me levanté en ese momento de mi asiento, camine rápidamente junto a los demás asientos aún vacíos hasta llegar al asiento del conductor para darme cuenta de algo que me dejó sin palabras, no había nadie conduciendo el camión.
No grité, no hablé, ni siquiera recuerdo haber dicho algo al respecto, mi mente estaba en blanco y yo estaba profundamente asustado.
Fuera del camión no se veía nada, como si estuviera dentro de un túnel muy, muy oscuro, pero, a pesar de no poder ver al exterior, aún sentía el movimiento del camión.
¿Intenté bajar? Sí, pero mis intentos de abrir las puertas eran inútiles, intenté salir por la escotilla de emergencia que estaba en el techo, pero estaba cerrada y las ventanas no eran lo suficientemente grandes para que fueran una opción.
Intenté de todo para abrirme paso fuera del camión, pero nada funcionó.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde entonces, intenté llamar por ayuda pero no había señal, mi celular murió hace mucho tiempo.
Extraño a mi familia, a mi novia, a mis amigos.
A día de hoy sigo aquí, en el camión equivocado.