Malos entendidos

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[CYREL]

-Luciano ¿Por qué vinimos por acá? No vas a secuestrarme ¿Cierto? -le digo al ver que no vamos por el camino usual y hemos tomado la autopista.

-Quería tomar un camino diferente -dice riéndose ¿Por qué siempre sonríe por todo? Desearía pegarle un puñetazo en la cara para no verlo reír, necesito sentir mi tristeza pero con su presencia no me concentro, hasta creo que podría reírme en cualquier momento.

A los pocos minutos de andar nos encontramos con una fila inmensa de vehículos que nos impide avanzar a más de diez centímetros por minuto.

-Woah, tu ruta es súper interesante -le digo con sarcasmo y no puedo evitar recordar las veces que Sam iba a buscarme en el auto de sus padres, poníamos música en la radio y cantábamos a todo pulmón. Siento que se me encoje el corazón.

-La ruta siempre es interesante cuando estoy yo -dice Luciano apoyando su brazo en la parte superior de mi asiento. - ¡Es una broma! -exclama enseguida, supongo que puse una cara demasiado seria como para explicarme que fue una broma.

-Ja. Ja. -digo y me doy cuenta que aún estoy tiritando por el frío, así que me volteo y apoyo mi cabeza contra la ventana para que Luciano no vea el castañeo de mis dientes.

-Ya, Cyrel. No seas tan terca, cámbiate de ropa, tenemos como mínimo treinta minutos en este tráfico y si sigues así te dará una bronquitis o cualquiera de esas cosas terminadas en itis.

-Si nos hubiéramos ido por la ruta normal no tendría que correr el riesgo de resfriarme. -digo.

-Lo siento.

-¿Me trajiste ropa? -pregunto esperanzada, pienso en que Einee debió enviarme algo por si estaba muy mojada.

-Eh... sí, algo así -dice sin mirarme. - Lo que pasa es que Einee me dejó unas cosas para traerte pero se me quedaron en el sofá. Ya sé que soy un idiota así que no necesito que me lo digas, tampoco estoy seguro si pensabas en decírmelo.

-Sí, lo eres ¿Y qué quieres que me ponga? -digo molesta.

-Puedes usar mi ropa, yo estoy seco y no tengo frío, te puedo pasar mi chaqueta. -dice. Mi orgullo me dice que no acepte, pero no puedo negarme a sentir nuevamente un poquito de calor, finalmente acepto.

-Bueno -digo y espero que mueva el auto porque la fila ha avanzado un poco. Luciano se quita la chaqueta y me alegro al ver que tiene un forro interior muy calentito así que no dudo ni dos segundos en ponérmela.

-¡Epa! Tienes que sacarte la ropa, no lograrás nada quedándote con la ropa mojada debajo.

-¡Estás loco! Todos me van a ver -digo mirando hacia afuera- Y tú también me verías.

-Ya es de noche, nadie podrá verte, además los vidrios están muy empañados. Anda para atrás y ahí te cambias, yo no voy a mirar. Lo juro. -dice sosteniéndome la mirada. Su plan me avergüenza mucho, pero el frío me vence. Me paso a los asientos traseros y allí en la oscuridad me saco la ropa y me pongo su chaqueta encima. Aún guarda el calor corporal de Luciano y tiene un leve olor a caramelo.

-Oye, gracias, tampoco me quejaría si quisieras prestarme tus pantalones -le digo en broma.

-No tengo problema -dice haciendo el ademán de bajarse la ropa. Dejo escapar un gritito para que se detenga y él se ríe a carcajadas- Eres muy pudorosa, no me quitaría los pantalones mientras conduzco -dice avanzando unos cuantos metros- Al menos ahora no tendrás el pecho entumido, el problema son tus piernas y tus pies, pero pronto llegaremos a casa.

Al comienzo pensé que sería una mala idea irme con Luciano, porque no me sentía bien, pero me he equivocado, me ha logrado sacar algunas sonrisas. De a poco cedí a sus intentos por hacerme hablar y le cuento lo que me pasó con Sam y no le incomodó que me pusiera a llorar allí.

No me dejes por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora