Llego Aníbal, puntual a las 12 del mediodía como habíamos quedado en un pequeño bar de boedo, apenas lo vi sentí que era un hombre sencillo y para nada vanidoso,antes de empezar a contarme su historia me interrumpió y me dijo “¿mi nombre no va a salir no?” … a lo que le conteste – No, si no quieres,
me contesto – claro que no quiero, más relajado después de mi respuesta se pidió un cortado chiquito y empecé a escucharlo…
Esta es la historia de Aníbal un hombre trabajador desde pequeño, la vida de Aníbal no fue fácil, desde chico sabía lo que quería, “ser alguien en la vida”.
Aníbal criado en una familia tipo, de padre italiano y madre argentina tubo su infancia rodeada de amor de parte de su madre y firmeza de parte de su padre que no era mucho de hablar, su madre estaba muy orgullosa de Aníbal ya que el era el mejor en todo, en la escuela, en su entorno de amigos y familia, Aníbal creció viendo como sus padres se esforzaban para darle lo mejor, el mayor de tres hermanos pudo ver como de apoco se formaba su familia.
Aníbal a su adolescencia empezó hacer bicicletas de paseo para la costa argentina, de apoco empezó a generar dinero propio, su segundo emprendimiento fue estampar remeras y salir a venderlas, en esa época no estaba tan impuesta la importación y la gente elegía la mano de obra argentina, el tiempo paso y Aníbal seguía haciendo cosas, hubo una vez que se dedico armar parlantes .Aníbal de apoco iba creyendo en el, que podía experimentar todo, un día su padre le hizo una propuesta, de venderle una pequeña fábrica de material descartable, Aníbal entusiasmado accedió a ello, pues le encanto la idea y además era un gran desafío para su persona y que mas decir también que tendría la oportunidad de demostrarle al padre que él iba a poder ,a si fue que de apoco Aníbal fue construyendo su gran imperio, con mucho altibajos como toda fabrica pequeña tenía que subsistir entre las grandes empresas multi-nacionales pero el logro que su fabrica fuera una de las más importantes de argentina