✿. El adios de la bestia

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Desde hace muchos años cuando por querer salvar a la princesa Serendine se fusionó con el contenedor metálico cambiando su apariencia y vida para siempre, ha habido incontables personas que han querido acabar con su vida o luchar con él para probar su fuerza.

Cuando se fundo el reino de Sindria de manera oficial se cuestionaban los habitantes si era lo adecuado el permitir que una bestia como él viviera entre ellos. ¿En verdad estaban seguros?

Aún que Drakon siempre había sido un hombre fuerte en todos los sentidos, al final tenía sentimientos, y en cierto modo nunca hubiera podido pensar que personas que alguna vez fueron habitantes de su natal Parthevia llegarán a sentir miedo hacia él.

Todos, desde niños hasta adultos mayores, y era razonable, nunca en su vida habían visto a un hombre se te había convertido en un monstruo similar a un dragón. A excepción de sus amigos que desde mucho antes de hacer la fusión con su contenedor metálico conocían la verdadera persona que era.

Pero además de ellos había alguien más; Saher. Tiempo atrás fue, junto a Tamira, una de las doncellas de la princesa Serendine Dikumenowlz Du Parthevia. No fue si no hasta la desafortunada partida de la pelirosa al otro mundo que Saher se fue convirtiendo en alguien indispensable en la vida del antiguo general de Parthevia, tanto así que fue surgiendo un sentimiento llamado amor entre ambos.

Drakon lo dudaba en ocasiones, ¿En verdad alguien se fijaría en una bestia como él? Era difícil de creer, y más aún cuando nunca había sido bueno con las mujeres, si cuando era humano era un fiasco en ese ámbito, ahora siendo mitad dragón las posibilidades de algún día tener una pareja se reduciría a cero, o al menos eso creía.

La castaña era bella, demasiado bella para un ser como él. Pero para su sorpresa aquella mujer inalcanzable se encontraba profundamente de él, sin importarle en lo más mínimo su apariencia físico, quedando cautivada por su amabilidad, fuerza y valentía. Sin saber que aquella maravillosa doncella se convertiría en su esposa.

Durante muchos meses estuvo hablando con su maestro Sinbad y sus compañeros los generales marinos para prepararse para el gran día, dónde le pediría a su pareja Saher matrimonio para llenarla de dicha y felicidad.

Frente a la luna llena en la terraza del gran palacio de Sindria solo iluminados por la luz de la luna, ambos frente a frente se encontraban tomados de la mano. Aún que parecía difícil de creer, Drakon nunca se había sentido tan nervioso en la vida, y aún que había repasado muchísimas veces lo que tenía que hacer frente a su maestro Sin, ahora le era imposible para él.

— Saher...— calló por un momento.

La castaño le parecía la mujer más hermosa en ese momento, con una sonrisa nerviosa en el rostro, un rubor en las mejillas y la luz de la luna intensificando sus rasgos más finos. Por un instante se sentía indignó de tratar de proponerle matrimonio a la doncella frente a él.

— Te amo — hablo inseguro, pero tragó saliva y fue firme—. Te amo Saher. Para mis ojos eres la mujer poseedora de una belleza, valentía y coraje imparables. Con un sentido de la justicia y amabilidad tan espléndido. No supe en qué momento quedé completamente enamorado de ti, pero lo que si se es quiero estar a tu lado hasta los últimos momentos de mi vida, y espero que tu también. Así que, Saher, ¿Me harías el honor de casarte conmigo?

Para aquel momento de la declaración la castaño había comenzado a derramar lágrimas de felicidad por lo que le habían propuesto, el hombre que tanto amaba le había pedido unir sus vidas en matrimonio, no podía evitar sentirse así.

— Si, me honraría mucho ser tu esposa, Drakon.

Con suma delicadeza, acercó el cuerpo de la joven al suyo, resguardandola en sus brazos. Siendo la calidez de ambos, y transmitiendo el cariño que sentían el uno al otro.

— Siempre estaremos juntos— murmuró.

— Siempre, Drakon.

Fue ese momento en que se prometieron amor eterno, y se juraron fidelidad ante todo. Cómo todo matrimonio habían atravesado grandes conflictos y desaprobaciones, pero eso no fue un impedimento para estar juntos.

Sin embargo, la guerra había comenzado, había caos por doquier e incontables cadáveres de personas inocentes que fueron obligadas a luchar a causa del conflicto. Mientras que en Sindria se trataba de encontrar la mejor solución para proteger la vida de sus pobladores y futuras generaciones, pero era imposible, con lo que se enfrentaban todo el mundo estaba condenado a morir, hablamos de algo superior, todopoderoso; una deidad.

Pero sin importar nada, estaban dispuestos a pelear y dar su vida en batalla si era necesario. Todas las naciones preparaban sus ejércitos para la gran guerra, estando condenados al fracaso aún sin saberlo.

Y aún que resultará desafortunado para la dichosa pareja, era el momento de la despedida. Aún que se habían enfrentado con el ejército de Barbarrosa en la inauguración de la nación de Sindria, nada se comparaba con lo que estaban a punto de enfrentar.

— Drakon...— su voz se quebró y sus ojos se cristalizaron.

El Partheviano se encontraba al frente suyo portando su armadura listo para el combate, cien porciento seguro de entregarse en batalla a su nación aún teniendo que entregar la vida. Siempre había sido una persona frío, sin embargo, en ese momento teniendo a su esposa al borde del llanto se le ablandaba el corazón.

— No llores, por favor— con cuidado acaricia su suave cabellera—. No me gusta verte así.

— ¿Qué tal si nunca regresas?— hablo con un nudo en la garganta.

— Regresaré.— afirmó con seguridad— ¿No recuerdas nuestra promesa? Siempre estaremos juntos.

— Siempre.

Aún con lágrimas en los ojos, la castaña dejó partir a su marido a la guerra, con el corazón hecho pedazos y sin saber que quizás ese sea el último día que vea a su esposo.

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La Bestia De Sindria ━ Magi [Drakon x Saher]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora