EPÍLOGO
But I've been on my best behaviour
Not to 'cause a scene
But when we finally get home later
It's just ̶y̶o̶u̶ ̶a̶n̶d̶ me.Nueva York, marzo de 2013.
Los años habían transcurrido lentamente, casi con pereza. La guerra había terminado tiempo atrás, y el mundo había cambiado enormemente desde entonces.
El joven Steve Rogers, quien había sido convertido en un súper soldado, había sacrificado su vida por su país. Años después pudieron sacarlo del hielo y devolverle a la vida. . . aunque todos sabían que la suya se había quedado atrás, en los años cuarenta. (Había dejado atrás todo, y ahora no le quedaba nada. La mujer por la que había perdido el sueño era ahora una anciana, al igual que las dos chicas que fueron durante un tiempo sus mejores amigas.)
Procuraba ir a ver de vez en cuando a Peggy, la mujer que le había robado el corazón tantos años atrás y que ahora era una anciana, a Cassandra, la alocada joven rubia que conoció de fiesta, y a Roxanne, la mujer que le había robado el corazón a su mejor amigo.
James Buchanan Barnes. Héroe de guerra, quien perdió la vida luchando. Quien nunca volvió a por su amada, al igual que él mismo. Cuando le sacaron del hielo y logró adaptarse al mundo en el que vivían no dudó ni un segundo en ir a verla. Ella había llorado tanto. . . su rostro seguía siendo hermoso, aún arrugado y pecoso. Estaba seguro de que a Bucky le habría encantado poder verla así, tan feliz de encontrarse con él de nuevo.
Habían pasado tantas cosas. . .
Cassandra había encontrado un nuevo trabajo en Industrias Stark, que le ofreció una vida cómoda y en el cual conoció el amor. Siempre estuvo ahí para su mejor amiga, quien pasó por una mala época cuando descubrió que su amado nunca volvería a por ella.
Roxanne, tras un tiempo de lágrimas y vacío, había logrado seguir adelante, convencida de que aquello era lo que James habría querido para ella. Se secó las lágrimas y decidió que su vida empezaría de nuevo, aunque sabía que nunca le olvidaría. Volvió a Francia durante un tiempo, y allí falleció su madre años después. Encontró a un hombre con el corazón tan roto como el suyo, se enamoraron y se casaron. Volvieron a Estados Unidos, donde ella encontró trabajo como profesora de francés, y donde por fin pudo reunirse de nuevo con Cassandra.
Roxie había aprendido que la vida nunca es como uno quiere, que por mucho que desees una cosa, eso no es suficiente. Había deseado que Bucky regresara, y cuando Steve regresó, lloró hasta quedarse sin lágrimas al darse cuenta de que un milagro así sólo puede suceder una vez. Lloró porque, sin querer, aún tenía esperanzas en volver a verlo, en volver a estrechar a su sargento entre los brazos. Aún estando casada, aún siendo madre y abuela, quería poder verle y despedirse por última vez.
Aquel último baile había quedado tan atrás, tan lejano. . . y su memoria ya no era lo que era. Colgado de su cuello había un relicario con dos fotografías: una de su marido, y una de Bucky. Todos conocían su historia, incluso sus hijos, quienes se referían a él como si fuese de la familia, como si siempre hubiese estado ahí y nunca se hubiese ido. Como si hubiese cumplido su promesa, su parte del trato.
Igualmente, la mujer que con su marcha partió el corazón de su padre también estuvo presente en las historias, en los recuerdos. En la familia, aunque no fuese físicamente. Aquella familia era un poco, digamos, compleja.Roxanne le había cedido su vestido rojo a su hija mayor, Cassandra, quien se lo había dejado a sus propias hijas. Ahora, tras cientos de arreglos, lavados y aventuras, era más una reliquia que una prenda de vestir. Pero siempre que lo veía, recordaba aquella noche. . . aquel baile. . . y siempre, siempre lloraba, por mucho que intentase no hacerlo. Nadie la juzgó nunca por ello, ni siquiera su esposo, que había pasado por algo semejante.
Su familia estaba irremediablemente rota, pero todas las piezas se habían unido con amor, tiempo y paciencia. Roxanne había logrado salir adelante, había mantenido su relación con su mejor amiga, había vivido su vida y había disfrutado con sus seres queridos.
Con los que aún estaban con ella.
Aquella fría mañana de marzo Steve recibió un mensaje que hizo que su corazón diese un vuelco. Fue al hospital tan rápido como pudo.
Roxanne se estaba muriendo.
Era muy mayor, su corazón empezaba a cansarse de latir.
Cuando llegó a la sala, se encontró con Cassandra, que estaba sentada junto a la cama de la francesa, apretando su arrugada mano con fuerza, como si así pudiese evitar que se fuese.
A ambos lados de la cama se encontraba su marido, un hombre igualmente mayor apoyando en un viejo bastón, sus hijos, sus nietos e incluso sus bisnietos. Estaba incluso el marido de Cassandra. Junto a ella estaba su familia, aquella que había formado a partir de las cenizas en las que se había convertido su corazón cuando Bucky había muerto en la guerra.
–¡Oh, Steve! ¡Has podido venir!
El joven se acercó a la cama. Sentía el corazón encogido en el pecho, mustio y moribundo al ver a aquella mujer que recordaba tan llena de vida en aquel momento tan doloroso.
–Por favor, no estés triste por mí. He vivido una vida magnífica. He disfrutado de cada día, de cada momento. He encontrado el amor, he llorado demasiadas pérdidas y he formado una familia. Y he tenido la oportunidad de volver a verte, grandullón. No tienes ni idea de lo feliz que estoy de poder tenerte aquí conmigo.
Una lágrima traicionera se deslizó por su mejilla. Tosió y se encorvó de dolor y cansancio.
–Mamá, tienes que descansar. –James, su hijo mayor, aguantaba las ganas de llorar como buenamente podía.
Steve sintió como algo se rompía dentro de él.
¿Por qué él había sobrevivido pero Bucky no? ¿Por qué Roxie había tenido que sufrir tanto, había tenido que irse y empezar de cero? Ni siquiera tuvo la oportunidad de estar a su lado para apoyarla. . .
–Nunca se me dieron bien las despedidas.
Roxie tosió de nuevo y dejó que sus párpados, que tanto le pesaban, se cerrasen.
–Nunca he estado sola, pero este viaje debo realizarlo por mí misma –su voz no era más que un susurro cansado –se llevó una mano al pecho, donde descansaba el relicario, y lo apretó con las pocas fuerzas que le quedaban –. Gracias por todo. Os quiero muchísimo, con todo mi corazón. Nunca dejéis que nada os robe la felicidad. . . porque siempre se esconde en las pequeñas cosas.
Se hizo el silencio durante unos segundos, justo antes de que ella abriese un poco los ojos para mirar a sus seres queridos por última vez.
–Sonreíd una última vez para esta pobre anciana, y prometedme que no lloraréis cuando no esté aquí. Cuando llegue a casa, al otro lado, no estaré sola. Y siempre os llevaré conmigo.
Conuna leve sonrisa en los labios, cerró los ojos y exhaló su último suspiro, aúnabrazando con los dedos el relicario.
Y así dejó el mundo, sin saber que algunas veces los milagros pueden ocurrir dos veces.
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¡Hemos llegado al final!
Con toda la pena de mi corazón, es hora de decirle adiós a este short-fic que nos ha acompañado durante estos meses... espero que hayáis disfrutado leyéndolo tanto como yo escribiéndolo. Me ha costado escribir el final, tanto el capítulo 4 como este epílogo, pero al fin hemos llegado a este punto.
Quizás no es el final que habíais esperado, pero... dentro de lo que cabe no es un final tan tan malo, ¿no?Es hora de despedirse de los personajes...
¿O quizás sea sólo temporalmente?
P.D.: gracias Dani y Teri por leerme y estar ahí siempre para mí. Tenéis demasiada paciencia conmigo. Os quiero.
¡Un abrazo arácnido y gracias por leerme!
Nun.
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Red Dress [Bucky Barnes]
Fanfiction❝-¿Me concedería este baile, señorita del vestido rojo?❞ #12 en Buckybarnes (14/7/18) #38 en Jamesbuchananbarnes (3/7/18) #55 en OriginalCharacter (23/6/18) Short-fic ambientado en la Segunda Guerra Mundial, antes de que Bucky Barnes se convirtiera...