Capítulo 4- Incapaz de amar

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El sol entraba por la ventana pegándole en los ojos y obligándolo a despertarse. Todo le daba vueltas, no recordaba la última vez que había tomado tanto como la noche anterior. Se giró sobre si mismo y casi se cae de la cama al ver a Emma en ropa interior, acostada en la cama de Pedro. Recordaba que ayer la había llevado a la mansión casi desmayada de ebriedad, pero nada más. A partir del momento que entró en su habitación, tenía una laguna. Sabía que Pedro no había vuelto con ellos porque se quedaba en lo de Delfi y al parecer había dormido Emma en su cama, pero lo asustaba un poco verla en ropa interior ¿Habría pasado algo entre ellos? La noche anterior habían estado a punto de besarse, hasta que... De repente recordó todo, a Ámbar viendolos, sus besos en el baño, los reproches y su pequeña discusión ¿Pero eso sería suficiente para haberse acostado con Emma? Ademas ella estaba casi inconciente, y eso no era algo que hicieran los caballeros. En el viaje de vuelta a casa, ella se había puesto un poco mejor, como para poder caminar abrazado a él, pero no lo suficiente para dar su consentimiento válido para tener sexo. Simón decidió que lo mejor sería preguntarle a ella que es lo que había pasado:

- Oye Emma, lamento despertarte...

- Oh, Simón, me asustaste. -Dijo mientras se cubría con una manta. Simón no podía negar que era muy linda - Pensé que estabas dormido.

- No, recién me despierto. - Dudó un poco - Me apena mucho preguntarte esto pero ¿Que sucedió ayer? No puedo recordar nada luego de bajarnos del taxi.

Emma rió un poco.

- Te debo unas disculpas, ayer estaba tan mal que no recordaba ni siquiera donde estaba y tú y los chicos decidieron que lo mejor sería traerme aquí. Tenía miedo de dormir sola en una habitación, por lo cual me dijiste que podía dormir aquí, en la cama de Pedro. Muchas gracias -Sonrió luego de su relato.

- Pero entre nosotros... Me refiero a... Tú estás... - No sabía como expresarse por los nervios, temía herirla.

- ¡No! No ocurrió nada- Dijo ella riendo, un poco decepcionada al ver la cara de alivio del muchacho.- Siento mucho estar sin ropa, es solo que la mía se encuentra toda sucia y mojada por la caida en lo de Jazmín. Hablando de eso... ¿Te molestaría prestarme algo para bajar?

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Ámbar salió de la ducha mucho mejor que antes de entrar, se había despertado con tal dolor de cabeza que no podía ni escuchar lo que pensaba. Aunque eso era una suerte para ella, porque las pesadillas de Simón con Emma no pararon de resonar en su cabeza desde que amanecía. Había quedado en verse con Benicio y Emilia y no sabía como justificaría que ayer a la noche no les hubiera dicho nada de la fiesta. Quizás luego de desayunar se sentiría mucho mejor y podría pensar una buena excusa.

Estaba equivocada, si había algo que no se sentía era "bien" al ver en la mesa sentada a Emma al lado de Simón. Y como si esto no fuera suficiente, vestía una de las típicas remeras del chico.

- Buen día, Ámbar. - Dijo ella al verla entrar. Todos se sumaron al saludo, aunque Simón miró avergonzado para otro lado.

Ámbar se sentó con bronca, ignorando totalmente el saludo y con su peor cara dijo:

- Me pregunto cuando esta casa se transformó en un hotel. Todos los días aparece alguien nuevo en esta mesa -Miró con odio a Emma mientras agarraba una tostada.

- Emma ayer estaba muy mal, y decidimos que lo mejor sería traerla aquí, ya que Simón es con quien tiene mayor relación. -Dijo Luna sin saber que estaba cometiendo un error.

- Disculpen, no sabía que eran tan cercanos. - contestó ella dándole una falsa sonrisa a la rubia mientras tomaba su café.

- Simón fue muy amable, realmente me sentía muy mal ayer. - Dijo ella mientras acariciaba el rostro del muchacho, y Ámbar no pudo evitar poner los ojos en blanco.

Desencadenados [Simbar HOT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora