03 - Miedo

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—¡Déjala en paz! —gritó el uniformado al notar que su hermana estaba siendo acorralada entre la pared y el enmascarado. Trató de liberarse de ambos cuchillos, logrando sólo cortarse más—. ¡Déjala!

     —¡Manuel! —gritó ella desesperada por también liberarse, observando a su hermano, quien estaba cerca pero no podía hacer nada.

     Su rostro fue girado con brusquedad, sus ojos posándose en aquella máscara delante suyo.

      —¡Suéltame!

      Intentó dar una patada en la parte baja del desconocido, siendo frenada por el mismo. Se quedó fría en cuanto un cuchillo bajó, haciendo una caricia por su cuello hasta llegar a parte de su pecho.

     —¡No! ¡Déjame!

     —Eres muy escandalosa —Ella detuvo sus movimientos y contuvo la respiración cuando él se acercó más—. Me gusta —susurró para después alejarse un poco.

     —¡Karoline! —casi gritó Manuel, su hermano, apretando los dientes cuando por el brusco movimiento al intentar liberarse, se cortó más—. ¡No te asustes, saldremos de esto!

      Y entonces, las sirenas indicando que las patrullas estaban cerca, hicieron que el enmascarado observara por la ventana; un hombre tenía el celular en su mano mientras miraba hacia adentro.

      —Maldita sea —dijo entre dientes, mientras dio un golpe a la pared cerca del rostro de Karoline. El enmascarado se alejó completamente, y ella sacó todo el aire que no sabía tenía acumulado. Con rapidez, se acercó a su hermano y comenzó a intentar sacar los cuchillos.

      —Estoy bien, estoy bien —insistió Manuel—. Toma el arma. No dejes que escape.

      Karoline asintió, tomó el artefacto y corrió tras el desconocido, deteniéndose en seco cuando lo observó sacar un arma de su pantalón y después dispararle a su vecino. Ahogó un grito tapándose la boca, su vista fija en el hombre que trataba de levantarse mientras se cubría la herida.

      El desconocido se acercó a él, le dio una patada dura, haciendo que quedara boca abajo. Lo señaló nuevamente con su pistola.

      —¡No! —gritó ella, ganándose la atención del enmascarado—. No, por favor.

      Cosa estúpida es pedir piedad...

      El sonido de una bala retumbó en el lugar, opacando a las sirenas cercanas de las patrullas.

      Karoline hizo de su mano libre un  puño. La mano que sujetaba la pistola temblaba y, a pesar de saber dónde tenía que disparar para sólo herirlo y no matarlo, no fue capaz de apretar el gatillo. Pánico. Tenía que disparar, tenía. Tomó el arma con las dos manos, pero seguía temblando...

     Y él lo notó. Lo escuchó sofocando la risa.

     —¡Eres un-

     Otra cosa estúpida.

     Dos policías aparecieron repentinamente.

     —¡Alto ahí!

     Y... ambos cayeron al suelo al instante.

     Asustada volvió su vista al frente; el enmascarado apuntaba a su dirección con el arma mientras caminaba hacia una motocicleta. Se montó en ésta.

     —Lo siento, ¿qué decías? Esos dos no me dejaron escuchar.

     Ella no respondió, la poca valentía que poseía se había esfumado y en su lugar, quedó el miedo.

     Mucho miedo.

     Más policías aparecieron, pero...

     Alías Demonio había escapado.

Sebastián frunció el ceño en cuanto lo vio llegar. Observó el reloj y negó con la cabeza para después sacar su celular y confirmar la hora; era la misma.

    —Llegaste temprano.

    —Lo sé —respondió Ángel de mala gana mientras se recostada en el sofá y tomaba el control de la televisión para después encenderla.

    —Pensé ibas a... —carraspeó—. Ya sabes, uno de los últimos que... —volvió a carraspear. Suspiró—. Bien, de los últimos que ibas a matar —soltó.

     —No lo logré.

    Sebastián por un momento pensó que era una broma, pero después de unos segundos, analizando a Ángel, supo que era cierto.

     —¿Qué pasó? —se atrevió a preguntar.

    El más joven le dio una rápida mirada, luego siguió observando la televisión.

    —¡Ángel, respon-

(—Entonces, ¿Alías Demonio trató de asesinarlo?

Pues, es un asesino, ¿qué más querría hacerme? —Manuel levantó las manos, mostrando sus los vendajes ensangrentadas—. Me clavó dos cuchillos para dejarme inmóvil en una pared.

La mujer mostró su claro asombro.

¿Cómo es que logró sobrevivir? Todos los medios saben perfectamente que nadie ha podido salvarse de Demonio.

Manuel sonrió.

¿Qué puedo decir? A ver, soy un hombre dedicado a mi trabajo; en la policía, se aprenden muchas cosas, y pues, en la posición que estoy... —rió—. No le tengo ni una pizca de miedo a ese psicópata.

La mujer asintió convencida. El hombre entonces posó sus ojos en la cámara.

Si estás viéndome; has de saber que no descansaré hasta tenerte entre rejas. ¡No! Las rejas no son suficientes; pagarás por todas las muertes que has...)

     Ángel apagó el televisor y cerró sus ojos. El mayor se acercó y se sentó a su lado.

     —Entonces... no pudiste defenderte; casi te capturan —dijo mientras pasaba su mano por su rostro—. Te dije que-

      —No.

Sebastián lo miró, el más joven aún permanecía con los ojos cerrados.

      —¿Cómo que no? Ángel, ¿no escuchaste lo que apareció en las noticias? El hombre en pocas palabras dijo que estaba a punto de atraparte.

     —Lo escuché, y fue mentira.

     —Oh... Entonces, ¿qué pasó?

     Ángel medio sonrió.

     Sin duda buscaría nuevamente a aquel imbécil, lo mataría.

     Sin duda... esperaba volver a ver a la escandalosa y bueno, comprobar qué tanto podría llegar a serlo.

💣

~Gracias~

-Lu★

Ángel, el Demonio © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora