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De repente su cama se sentía más grande, sus sabanas más frías, su habitación más vacía. De repente sentía que se encontraba sola en aquel valle que muchos llaman vida. De repente sentía que se formaba un agujero negro bajo sus pies y succionaba todo a su paso: aquella fría cama, el piano en el que se solían escuchar las más preciosas melodías, una taza que solía estar llena de café amargo, una maleta que le pertenecía a alguien de cuerpo tan cálido que hacían derretir de amor su corazón; las pertenencias que solían pertenecer a la mujer más hermosa que había visto.
La oscuridad del agujero le ayudó a recordar, le ayudó a recordar una mujer que le encantaba bailar sobre la hierba con los pies desnudos, «¡Puedo sentir que la vida es grande! ¡Ven aquí, cariño, baila conmigo!», ella había dicho mientras le daba una hermosa sonrisa y estiraba su brazo lleno de cicatrices hacia el, ella tarareaba una melodía que parecía existir solo en su propio universo, mientras danzaba descoordinados pasos que parecían hacerle la persona más feliz del mundo, recordó su voz ronca despertándome en la mañana después de una noche apasionada, una voz que me acariciaba el alma al hablar con el amor más grande que jamás podría existir, recordó la curva de sus labios, su cabello ondulado, sus largas piernas, sus ojos color chocolate, recordó el día que la conoció y también el día que la perdió, recordó las yemas de sus dedos trazar círculos sobre su piel, recordó todo.

Y de repente su cama ya no se sentía tan grande.

Los confines del universo y de mi mente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora