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En mi otra vida debí de haber hecho algo sumamente malo

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En mi otra vida debí de haber hecho algo sumamente malo.

Luego de que ambas se fuesen a trotar, en lo único que pude concentrarme fue en intentar no voltear a verla cada vez que pasaba a nuestro lado. La entrenadora debió haber notado mi distracción ya que cortó la explicación y me avisó que el lunes temprano pasase por su oficina para explicarme los últimos detalles. Las chicas culminaron de trotar y Ahn las llamó para indicar la serie de ejercicios a continuación. Planchas, abdominales, saltos con cuerda... Recordé como las prácticas podrían parecer la milicia, pero con chicas lindas y pompones.

La entrenadora optó por hacer circuitos. Las chicas fueron divididas en equipos de 3, y en cada estación del circuito tenían que realizar un ejercicio en específico, sin descanso por 1 minuto; todo el circuito duraba 10 minutos y debían repetirlo 3 veces. Al no estar vestida apropiadamente no pude demostrar cada ejercicio, pero la semana que viene debía venir en ropa deportiva sin excepción.

Ya organizadas las porristas, la entrenadora indicó el comienzo. No pasados los 3 minutos, respiraciones pesadas y quejas ya resonaban dentro del gimnasio. Se veía a lenguas que eran novatas, y probablemente el mayor esfuerzo que hacían en la semana era abrir las piernas.

Mi mirada involuntariamente se fijó en la japonesa, quien a contrario de las otras chicas parecía no tener problemas con el ejercicio. Al contrario, se le veía... energizada, de alguna forma. Tenía puesto un mono gris con una franela de tirantes amarrada a la cintura. No pude evitar recorrer su cuerpo unas cuántas veces, la chica podría ser una diosa si así lo dijera. Eso sí, la versión femenina de Hades. Cuando hizo sentadillas mi mirada se enfocó en donde no debía hacerlo, y lo mínimo que pude hacer fue admirarlo. Me reprendí mentalmente y me concentré en corregir a aquellas que lo estaban haciendo mal.

Pasada las 2 primeras rondas, la mayoría pareciera que estuviesen a punto de morir. Descansaron unos minutos y se dispusieron a repetir el último circuito. Ésta vez, podía notar como Sana, a pesar de mantenerse resistente, estaba bastante sudada y su postura comenzaba a flanquear. Al hacer sentadillas noté como se inclinaba hacia delante y curveaba mucho la espalda, terminaría con un dolor en la columna bastante molesto.

Me acerqué a ella por detrás y sin pensarlo mucho puse una mano en su espalda desnuda y otra sobre el hombro para corregir su postura.

- No te inclines tanto, - ví como rectificó su espalda y deslizé mi mano hacia la parte baja de la misma. - y apóyate sobre tus talones en lugar de poner tu peso en tus rodillas. Debes sacar tus glúteos y sentir la presión allí para saber que estás haciendo bien el ejercicio.

- ¿Así? - jadeó en un tono bajo, para luego posicionar su trasero en la forma correcta. Por correcta me refiero a exponerlo aún más, y el colocarme tras ella fue mi error crucial. Sentí sus glúteos impactar sutilmente contra mis caderas, y fue el leve roze el que me hizo bajar mi mirada y observar el espectáculo. Sentí mi mejillas sonrojarse y el mismo calor repentino que sentí el viernes instalarse en mi cuerpo. Mi mano empujó su espalda para así poder agacharse un poco más. Sentí los músculos contraerse debajo de la piel tersa, y cuando mi mirada llegó hasta su estrecha cintura el pito de la entrenadora sonó y salí de mi estupor.

satan is a woman  ↟  satzu  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora