Capítulo 2

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El espectáculo de los de primero fue tan asombroso que aun ahora, Mirio no halla palabras para describirlo. Fue algo fenomenal.

Una vez que han concluido y han comenzado a recoger todo del sitio, el rubio espera pacientemente, junto a Eri, a que Midoriya esté libre, pues por el momento se halla siendo reprendido por All Might. Togata no sabe por qué, pero se abstiene de meterse en asuntos que no le competen y comienza a divagar; sus ojos azules se fijan en su mejor amigo pelinegro, viendo como éste conversa con el kohai de cabello puntiagudo y rojizo. Su corazón se apretuja dolorosamente al notar lo tranquilo que actúa Amajiki, como si conociera al menor de años. Puede ver la felicidad en sus ojos, el nerviosismo en sus manos y puede jurar que un ligero rubor hace presencia en los pómulos del muchacho. Ante esto, no puede evitar suspirar con derrota. Está perdiendo el amor de Tamaki contra un chico mucho menor que él.

Antes de que continúe torturándose con aquella imagen, Izuku se acerca a ellos una vez el ex-heroe número uno ha terminado de regañarlo. Mirio confiesa para sí, que el pecoso y Toshinori parecen padre e hijo. En fin; Deku les pregunta que les ha parecido el evento. Eri responde entusiasmada, tratando de describir correctamente los emociones que le han sido proporcionadas por los chicos de primero.

—Primero fue como, ¡woah!— dice ella, alzando los brazos, bajándolos, meciéndose y demás con cada oración, siendo imitada en silencio por Mirio—. Luego fue como, ¡uh! Estuvo genial.

El rubio sonríe, aliviado por ver feliz y sonriente a la menor, pues ya no quiere verla apesumbrada por todo lo que le ha pasado. Izuku parece compartir sus pensamientos, pues sus labios se curvan en una enorme sonrisa.

—¡Qué bueno que te haya gustado, Eri!— dice el pecoso.

Sí, al menos uno de ellos se la está pasando bien.

...

Preparandose para su patrulleo, Amajiki se encuentra en la agencia de Fatgum, engullendo takoyaki con parsimonia, no interesándose en nada más que en el platillo que tiene a su disposición, ni si quiera se percata cuando Kirishima se le acerca, con una espléndida sonrisa en el rostro.

—Hola, Tamaki-senpai— saluda el menor, logrando que los oscuros ojos del aludido se eleven y le miren.

—Ah... Uhm... Hola, Kirishima-kun.

—¿Preparándote para patrullar?

El pelinegro asiente una sola vez, mirando nuevamente el tokoyaki. Quizás el pelirrojo quiere un poco, así que decide tenderle el plato, ofreciendole un poco.

—¡Oh!— la sonrisa del menor se ensancha y con un palillo toma un poco del platillo—. Gracias. ¿Sabes? A veces siento que desentono en el equipo.

Tamaki le mira con un ligero fruncimiento de señas, preguntándose a qué se refiere. Y como si el pelirrojo pudiese leer mentes, luego de engullir el tokoyaki, responde:

—Es que tú y Fatgum tienen quirks que se relacionan con la comida. Yo no.

—¿Y? — pregunta dudoso el pelinegro—. Tu quirk es asombroso Kirishima-kun. El mío es un poco patético.

—¡Por supuesto que no, Tamaki-senpai! Tu quirk es impresionante. Puedes manifestar cualquier cosa que ingieras.

—Gracias— dice apenado, jalando un poco la capucha de su traje para esconder su rostro y la sonrisa diminuta que lo surca.

El menor asiente, convencido de que su superior se menosprecia, pero él sabe que es un héroe y persona excepcional, aunque sea demasiado ansioso y temeroso.

El celular del menor suena entre su traje, y cuando lo toma entre sus dedos, comienza a dar clics. Una sonrisa extraña se abre paso en su cara, gesto que el mayor no puede descifrar. Cuando está a punto de preguntar de qué se trata, su jefe aparece a sus espaldas de repente, causando que ambos den un respingo de asombro para luego girarse a mirarlo.

—¿Katsuki?—habla el héroe, mirando la pantalla del celular por encima del hombro del pelirrojo —. ¿Quién es, pequeño Kirishima?

—Oh—dice, clavando un segundo la vista en Fatgum y luego en su celular, con mirada alegre y soñadora que Amajiki sigue sin poder interpretar—. Es un amigo.

—¿Qué clase de amigo?

—Es... Único —una risa sale de entre sus labios antes de proseguir —. Es un gruñón, mal hablado y cabeza dura.

—Pues tengo que conocerlo. No quiero que tengas amigos cualquieras, Kirishima. Necesito saber con quien salen mis hijos.

—Es buena persona, solo que no lo demuestra. Es un gran amigo. ¡Y es super varonil!

—¿Eso es lo importante?

—¡Por supuesto! No hay nada mejor que un chico masculino y viril. ¿No cree?

Tamaki deja de escuchar la conversación de los otros dos. Sus ojos se mantienen fijos en el último trozo de tokoyaki que yace en el plato, esperando paciente a ser engullido. ¿Alguien masculino? ¿Amajiki es varonil? Asustado por aquella duda, el pelinegro toma con mano temblorosa el último trozo de su comida y lo ingiere con rapidez. Decide comenzar su patrulleo por la ciudad de una vez, por lo que se pone en marcha, desechando el plato vacío en un bote de basura antes de salir por la puerta principal.

No se percata que lleva minutos enteros caminando por ahí sin dejar de tener la mirada fija en el suelo, cubriéndose con la capucha de su capa y evitando morderse las uñas de ansiedad.

Kirishima quiere un tipo de hombre que sea varonil y Tamaki comienza a creer que él no lo es ni remotamente. No puede evitar empequeñecerse más de lo usual. ¿Y si Amajiki no es lo suficiente hombre como para que el pelirrojo guste de él? ¿Qué es ser masculino? ¿Qué características lo componen? ¿Ser valiente? ¿Leal? ¿Entregado y apasionado? Quizás.

Escucha unas patrullas y una voz masculina ser reproducida por un megafono. Al alzar la mirada, ve un grupo de autos policiales rodeando un establecimiento, junto a hombres y mujeres uniformados.

Bueno, es momento de que muestre su masculinidad.

Sentimientos por la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora